Señoras y señores diputados,

Señoras y señores elegidos,

Señoras y señores presidentes,

Damas y caballeros,

Queridos amigos:

Es un gran placer presentar este debate en un momento decisivo para el futuro de nuestra creación, audiovisual y cinematográfica.

Entramos en una forma de la edad de oro de la ficción.

La programación de este 21e edición del festival es, una vez más, el reflejo.

Una vez más este año abundan aquí y en nuestras pantallas nuevas series, nuevas películas de televisión, nuevos formatos, nuevos modos de visualización, nuevos personajes y nuevas formas de narrar.

En los últimos meses, las series francesas han mostrado toda su vitalidad:

Pienso en «SKAM», cuya cuarta temporada estuvo aquí el año pasado. Es un verdadero fenómeno, y nació fuera de las pantallas tradicionales.

Pienso también en «Astrid et Raphaëlle» (France 2), muchos de los cuales esperan con impaciencia la primera temporada, después del éxito del piloto.

Pienso en el deslumbrante «Juegos de influencia» (Arte), que salió victoriosa aquí mismo el año pasado.

Pienso en «Hippocrate» (Canal+), o en las «Pulseras Rojas» (TF1), que renuevan el género de la serie médica, que ya se creía conocer de memoria...

Esta magnífica vitalidad, esta diversidad, son posibles por todos los que hacen vivir la creación francesa: nuestros actores, nuestros productores, nuestros realizadores, nuestros guionistas, nuestros dialogadores, nuestros compositores, nuestros diseñadores de vestuario, nuestros artistas de maquillaje, nuestros guionistas, nuestros jefesoperadores, montadores, decoradores, distribuidores... y se me olvida.

El hecho de que nuestros conciudadanos puedan tener acceso a una diversidad tan amplia de creaciones francesas es un verdadero orgullo para el ministro que soy.

Es también una gran responsabilidad para todos nosotros, en un momento en que debemos hacer evolucionar el sistema que garantiza esta diversidad.

Pues la constatación es compartida: la ley de 30 de septiembre de 1986 relativa a la libertad de comunicación, y el dispositivo reglamentario que la acompaña, ya no se adaptan a los retos de un sector cuyas transformaciones, en particular digitales, han sido extremadamente fuertes desde hace 30 años.

Hoy en día existen fuertes asimetrías de regulación entre los actores. Asimetrías que debilitan fuertemente el potencial de desarrollo de los actores tradicionales, sean quienes sean.

La lógica de fuerte reglamentación en la que se basa hoy todo el ecosistema ha permitido el desarrollo de modelos favorables al pluralismo y a la diversidad cultural.

Nuestra responsabilidad colectiva consiste en modernizar el marco, preservando estos logros fundamentales.

Esta modernización del marco debe ser ante todo un proyecto de reafirmación de nuestra soberanía cultural en la era digital.

Debe permitirnos integrar en nuestro sistema virtuoso de financiación de la creación, pero también de protección de todos los públicos, los actores que, por el momento, escapan a toda forma de regulación.

Debemos hacer prevalecer sobre las lógicas estrictamente mercantiles un enfoque que permita promover nuestra mirada sobre el mundo, la esencia de nuestros valores compartidos.

Valores basados en la igualdad y la diversidad en todas sus formas, la defensa del pluralismo de las corrientes de pensamiento y de opinión, la defensa de una creación libre e independiente, a la vez accesible y exigente, poniendo de relieve una visión ambiciosa del derecho de autor.

Esta es la esencia de nuestra excepción cultural.

El Presidente de la República lo expresó muy claramente en su discurso a los agentes del Ministerio de Cultura con motivo del 60eme cumpleaños.

En un panorama totalmente alterado por la revolución digital y la transformación de los usos, en el que las rivalidades internacionales se intensifican, la respuesta no debe ser una simple adaptación a las limitaciones que nos impondrían desde el exterior. En la competencia internacional, son los programas los que marcan la diferencia, su calidad y su ambición. Por lo tanto, la inversión en el proceso creativo, la escritura y la innovación es esencial.

Debemos reinventar nuestro modelo para asimilar armoniosamente a todas las partes interesadas, al servicio de la creación y de la diversidad cultural.

Apoyar la creación es ante todo proteger los derechos de los creadores.

Para proteger a los creadores, debemos situarlos de nuevo en el centro de nuestras políticas culturales.

Debemos preguntarnos cuál es su lugar en nuestra sociedad.

Escucho sus preocupaciones, sus preocupaciones, las dificultades relacionadas con su remuneración o su protección social.

Como sabéis, he confiado a Bruno Racine una misión prospectiva sobre el autor y el acto de creación, que debe permitirnos encontrar el marco más favorable para el florecimiento de la creación y de la diversidad cultural, para los próximos años.

Me devolverá sus propuestas a finales de año.

Proteger a los creadores significa también defender la concepción francesa del derecho de autor.

Este es el sentido de las luchas que hemos librado juntos, a nivel europeo, para que se adopten las directivas de derechos de autor y Cabsat. Usted conoce la movilización del Presidente de la República, la mía y la de nuestros predecesores en estos combates.

Y lo hemos conseguido.

La adopción de estas directivas por el Parlamento Europeo fue una gran victoria para Europa.

Después de haber desempeñado un papel central en las negociaciones, para promover la concepción francesa del papel de los creadores, tenemos una gran responsabilidad.

La responsabilidad de transponerlas rápida y eficazmente y, de este modo, dar a los demás Estados miembros una señal ambiciosa.

Y eso es lo que hemos hecho con la creación de un derecho afín para los editores y las agencias de prensa y lo que haremos con las demás partes de la directiva.

Pero la batalla no ha terminado.

Debemos seguir luchando para que no se eludan los principios fundamentales del derecho de autor «a la francesa».

Precisamente para evitarlo, introduciremos en la ley disposiciones que protejan el derecho moral.

Se adoptarán las siguientes formas:

- De cláusulas tipo a cuyo respeto estará condicionado el pago de las ayudas del CNC y de mecanismo que obstaculice las prácticas llamadas de «buy-out», que podríamos traducir en «compra a tanto alzado»; si el término no existe realmente en francés, es que es ajeno a nuestra concepción del derecho de autor.

- El CEA deberá tener esto en cuenta al verificar las obligaciones de las emisoras.

Estas prácticas son a menudo las de nuevos actores extranjeros, que tienen la costumbre de practicar otras normas.

Pero el mensaje de protección de los derechos de autor es para todos.

Porque no aceptaremos el desconocimiento de los principios del derecho de autor.

Y no aceptaremos que otros actores de la cadena de valor traten de excluir a los autores del valor creado.

Quiero ser claro con los difusores: los debates sobre la «inyección directa» no tienen lugar, a fortiori después de la adopción de la directiva Cabsat.

Aunque todavía no se haya transpuesto, sería incomprensible que no se aplicaran los principios fijados.

Quiero ser claro también con los productores: seremos ambiciosos en la transposición de la directiva sobre derechos de autor. Pueden estar seguros de ello. No se trata de renunciar a las garantías que concede.

Pienso en particular en el mecanismo de reajuste de la remuneración.

Sin embargo, estaré atento a no crear inseguridad jurídica. También debemos conservar los beneficios de los acuerdos negociados en materia de explotación y transparencia. 

Por último, deseo que la ley prevea una verdadera asociación de los autores en las negociaciones de los acuerdos celebrados entre los difusores y los productores, para las disposiciones que les conciernen.

Apoyar la creación también pasa por la promoción de verdaderos «campeones nacionales» y la vitalidad de un tejido creativo diversificado.

En un modelo como el nuestro, organizado en torno a una lógica de interdependencia, es necesario crear las condiciones de asociaciones equilibradas que respeten la diversidad de todos los actores.

Oponer las cadenas al resto del ecosistema de la creación no tiene sentido.

Del dinamismo de los difusores depende la buena financiación de la creación.

Permitir a las cadenas disponer de recursos adicionales es beneficioso para la creación, ya que su contribución a la financiación de la creación se basa en su volumen de negocios.

No voy a entrar en detalles sobre los puntos relativos a la apertura de la publicidad que prevemos o el fin de los días prohibidos.

El objetivo es dar a las cadenas de televisión los medios para jugar en igualdad de condiciones con los gigantes digitales, sin poner en entredicho la perennidad de los demás medios, esenciales para el pluralismo.

Por supuesto, solo lograremos nuestros objetivos de defensa de la creación alentando a los actores «virtuosos». No se trata en modo alguno de ser menos explícitos sobre los objetivos de financiación de la creación. Y eso está bien: ¡no es nuestro proyecto!

En este punto quiero ser muy claro: la ley no tendrá ni por objeto ni por efecto reducir la contribución a la financiación de la creación de las emisoras.

Lo que queremos hacer es permitir a las emisoras valorizar mejor sus inversiones en la creación, protegiendo al mismo tiempo la producción independiente.

Entre estos campeones nacionales, el sector audiovisual público tiene, por supuesto, un lugar muy especial.

Tiene un papel central en todo el ecosistema de la creación.

Genera el 50% de las inversiones en ficción, lo que lo convierte en el primer financiador de la creación televisiva en Francia.

Debe seguir siéndolo y seguirá siéndolo. Los esfuerzos de transformación que se piden no afectarán a la prioridad asignada a la creación, que se reafirma.

Añado que una contribución al sector audiovisual público específico, capaz de garantizar los medios y la independencia de las sociedades, se mantendrá más allá de la supresión del impuesto sobre la vivienda sobre la que hoy se apoya. Continúan las reflexiones sobre su nueva arquitectura.

El audiovisual público debe seguir asumiendo riesgos, apoyando nuevas escrituras, nuevos formatos; ser una punta de lanza del desarrollo de creaciones exclusivamente digitales.

France Télévisions ha comenzado, con francetv slash. Hay que ir aún más lejos.

El éxito de nuestro audiovisual público depende también de su capacidad para trabajar con otros actores:  

 

Con otros actores europeos:

- Mediante proyectos de coproducciones con otras cadenas públicas, a imagen de lo que ya ha contratado France Télévisions;

- O también por la plataforma europea de programas de creación para la juventud prevista por el Tratado de Aquisgrán, que tiene naturalmente vocación de ser dirigida por Arte.

Con otros actores franceses de la televisión también.

- A este respecto, me alegro de la decisión adoptada este verano por la Autoridad de la Competencia, que permitirá el lanzamiento rápido de Salto.

Para hacer del audiovisual público una referencia en Europa, necesitará una gobernanza adaptada al servicio de proyectos comunes.

Esta cuestión es primordial, y sé que suscita muchas expectativas.

Tendré ocasión de expresarme en los próximos días sobre este tema.

También debemos reforzar el modelo de producción independiente y acompañar la estructuración del sector.

Este modelo es reconocido por todos como un elemento esencial del dinamismo de nuestro ecosistema.

El informe de Dominique Boutonnat, hecho público la primavera pasada, lo ha recordado: son sus riesgos los que hacen los éxitos en salas y en las pantallas, la diversidad de nuestra creación y la proyección de Francia.    

Es en esta línea que el Presidente de la República anunció en mayo pasado un esfuerzo sin precedentes en favor del acceso a la financiación de las industrias culturales y creativas.

En Bpifrance se creará un fondo de inversión de 225 millones de euros, y una parte se dedicará a las empresas del sector audiovisual y del cine, para inversiones en capital propio.

Además, se reforzarán las intervenciones en préstamos participativos del Instituto para la Financiación del Cine y de las Industrias Culturales (IFCIC).

Estos nuevos dispositivos estarán disponibles muy pronto.

Apoyar la creación es también integrar en nuestro modelo a los nuevos actores que, por el momento, escapan a toda forma de regulación.

Un modelo virtuoso, único en el mundo, que lleva nuestros valores y beneficia a los mejores aliados de la creación.

Un modelo que quiere que los que difunden las obras financien a los que las crean.

Es una de las grandes ambiciones de la ley que llevo.

«Integrar» no significa «oponerse».

Les digo muy claramente: la reforma audiovisual no se hará «contra» las plataformas.

Se hará con ellas.

No querer renunciar a lo que somos, a nuestro modelo, a su filosofía, no es oponerse a la novedad.

Los actores que han surgido a través de la tecnología digital no son una amenaza en sí mismos; son una amenaza cuando no están jugando el juego, o están aprovechando un vacío legal.

Ofrecen un servicio que nuestros ciudadanos aprecian.

Y ofrecen enormes oportunidades a nuestros creadores.

Oportunidades de creación, porque a menudo dejan a los artistas una gran libertad.

Oportunidades de difusión, porque tienen un público multiplicado, en todos los rincones del mundo.

En cambio, esta libertad artística para nuestros talentos, cuando existe, va acompañada de estipulaciones contractuales que son incompatibles con dos «imperativos categóricos» del ministro de Cultura que soy: los fundamentos de nuestro derecho de autor, por una parte, la independencia de nuestros productores, por otra.

Los modos de trabajo, las condiciones contractuales impuestas por estos difusores - pienso en las cesiones de derechos patrimoniales, en el respeto del «montaje final», el «final cut» del autor -, están hoy muy alejados de los nuestros. Como he dicho, la ley contendrá disposiciones para impedir esas prácticas.

En estas condiciones pueden contribuir a la difusión de la creación francesa.

Y contribuirán aún más a ello, una vez incorporados a nuestro modelo.

Estarán sujetos a las mismas obligaciones de financiación de la creación que las demás emisoras; a la misma fiscalidad asignada al CNC.

También tendrán que ser acordados por el CEA. Por lo tanto, estarán sujetos a las mismas obligaciones, al mismo régimen de sanciones, al mismo control del CSA que los demás agentes.

El nuevo mecanismo de financiación de la creación debe ser a la vez simple y ambicioso y permitir, en particular, dejar más espacio a los acuerdos, una mayor flexibilidad para todos los actores.

En primer lugar, debe simplificarse la base legal y reglamentaria

Todos los agentes que se dirigen al mercado francés estarán sujetos a obligaciones de inversión en la creación. Obligaciones separadas entre el cine y el audiovisual. Quiero decirlo claramente: no habrá fusión de obligaciones.

En segundo lugar, una parte de las obligaciones deberá hacerse en forma de financiación previa, para todos los grandes actores, incluidos los SMAD. Se trata, pues, de un verdadero refuerzo de la lógica de la financiación previa, que hoy no se aplica a los SMAD.  Todos sabemos que la financiación previa es esencial para la asunción de riesgos y la innovación.

Los niveles de obligaciones serán diferentes según la naturaleza de la programación, con tasas más elevadas para los servicios que difunden exclusivamente o mayoritariamente obras que para los servicios que también difunden programas, flujos, información...

A todos los agentes, incluidos los SMAD, se les aplicarán también obligaciones de inversión en la producción independiente, según una definición más clara y ambiciosa.  

Los principios de estas obligaciones figurarán en la ley, y sus criterios serán precisados por decreto: ausencia de todo vínculo de capital, no posesión de participaciones de coproducción, posesión de los mandatos por el productor, extensión y duración de los derechos limitada, producción delegada obligatoria. Con respecto al «modelo americano», la obligación de producción delegada es una verdadera revolución.

Este nuevo dispositivo se basará también en un refuerzo del papel del CEA y de la negociación profesional.

Este nuevo modelo debe permitir una mayor reactividad frente a las evoluciones del contexto y una adaptación a las especificidades editoriales de cada editor:

Se reforzará el lugar de los acuerdos profesionales:

- Para determinar el equilibrio global propio de cada editor, en lo que se refiere a la tasa de inversión, la parte respectiva del cine y del audiovisual, el alcance de los derechos o incluso la diversidad de las producciones; 

- Pero también para adaptar a las diferentes situaciones las normas sobre la producción independiente, cuyos parámetros principales serán fijados por un decreto «por defecto», es decir, que sólo se aplicará en ausencia de acuerdo.

El papel del CSA también será más importante.

Los SMAD, tanto franceses como extranjeros, deberán obligatoriamente concluir un convenio con él.

Además, se reforzarán las capacidades de control y los mecanismos de intercambio de información con la administración fiscal y el CNC para garantizar el cumplimiento.

Por último, el Ministerio de Cultura intervendrá para fijar «redes de seguridad» con el fin de favorecer las negociaciones y garantizar su equilibrio:

- Un decreto fijará cursores «mínimos» incitativos a la negociación,

- Y el Ministro homologará los acuerdos relativos a la independencia, frente a las contrapartidas aceptadas por ambas partes, teniendo en cuenta la opinión de los demás actores interesados (y en particular los representantes de los autores).

Este decreto perseguirá dos objetivos: incitar a la negociación y paliar su eventual fracaso.

En total, lo que se les propone es una arquitectura más flexible: la negociación de acuerdos, que permitan la elaboración del convenio, con una «red de seguridad» reglamentaria que asegure la base mínima de las negociaciones, que se fijará de manera que incite a las partes interesadas a dar prioridad a la celebración de un acuerdo antes que a la aplicación del decreto por defecto.

Apoyar la creación, por último, pasa por una regulación renovada, modernizada, replanteada.

Necesitamos disponer de un regulador que sea capaz de asumir eficazmente la totalidad del ecosistema y de las problemáticas del audiovisual, en particular frente a los actores digitales.

Los nuevos actores y los actores tradicionales deben entrar en el campo de una misma regulación.

Las competencias y los interlocutores del CSA y del HADOPI se han acercado. Debemos sacar todas las consecuencias.

Por ello, fusionaremos estas dos autoridades para reunir, en el seno de un regulador único, la protección del derecho de autor y la promoción de la financiación de la creación, de la diversidad cultural y del dinamismo del paisaje audiovisual.

También debemos garantizar una cooperación más eficaz entre el CSA y el ARCEP en sus asuntos de interés común. Esta cooperación se llevará a cabo a través de miembros cruzados, un mecanismo común de solución de diferencias y un servicio común.

Además, dotaremos a la nueva autoridad de mayores poderes en materia de lucha contra la piratería.

La respuesta que le damos hoy es demasiado parcial.

Ayer vimos la descarga de par a par.

Hoy en día, la piratería se realiza casi en un 80% por «transmisión en flujo» o descarga directa.

Tenemos que ponernos al día.

Durante demasiado tiempo, nos hemos interesado en los que descargan ilegalmente, y no lo suficiente en los que emiten ilegalmente.

Ahora bien, son ellos los que organizan la piratería; ellos por quienes prosperan este pillaje.

A ellos también debemos enfrentarnos con firmeza.

Eso es lo que haremos.

Centraremos nuestras acciones en los sitios web de hackers, manteniendo el dispositivo existente contra la descarga de par a par.

Generalizaremos las tecnologías de reconocimiento de contenidos.

Crearemos un nuevo procedimiento de urgencia para la piratería deportiva.

Impediremos la reaparición de los espejos mediante decisiones judiciales más eficaces.

Para ello, nos inspiraremos en los trabajos realizados en el marco del proyecto de ley de Laetitia Avia sobre la lucha contra el odio en Internet.

Encomendaremos al HADOPI una misión de caracterización de los sitios piratas, mediante la publicación de «listas negras».

Éstas permitirán a los anunciantes, a los servicios de pago o incluso a los motores de búsqueda conocer los sitios ilícitos y cesar toda relación con ellos.

Por último, conferiremos a la nueva autoridad competencias ampliadas en materia de protección de los públicos, cualquiera que sea el modo de difusión de los contenidos.

Mediante la transposición de la Directiva de servicios de medios audiovisuales, el CSA velará por que las plataformas de intercambio de vídeo establecidas en Francia, como Dailymotion, protejan mejor a los públicos.

Podrá exigir mecanismos de clasificación o notificación de los contenidos; dispositivos de verificación de edad y de control parental.

Esta competencia será complementaria al dispositivo de retirada de los contenidos odiosos que se le concederá mediante la propuesta de ley Avia, en curso de adopción.

Con esta regulación nueva, amplia y flexible, queremos poner fin a la idea de que Internet es una zona sin ley.

Antes de darles la palabra, un punto del calendario.

El proyecto de ley se hará público en el momento de su transmisión al Consejo Superior del Audiovisual en los próximos días;

Sobre la evolución de las relaciones entre productores y difusores: este punto depende en gran medida del decreto. La ley se limitará a garantizar los principios esenciales y la arquitectura global del dispositivo. Por lo tanto, tenemos mucho tiempo en las próximas semanas para debatir los parámetros adecuados.

No vamos a precipitarnos. Sin embargo, tenemos la responsabilidad de actuar con rapidez, ya que es especialmente urgente transponer las directivas europeas.

La voluntad del Gobierno es, pues, que las negociaciones entre productores y difusores se inicien rápidamente, a fin de llegar a una conclusión paralela a la aprobación de la ley. Yo seré el garante de su equilibrio, quizás si fuera necesario mediante la designación de un mediador para acompañar estas negociaciones.

Damas y caballeros,

Quiero decirles lo importante que es la reforma del sector audiovisual. Se trata de adaptar nuestro modelo y reafirmar así nuestra soberanía cultural. Llevo este proyecto alto y fuerte. Sabes que estoy comprometido.

Deseo hacerla avanzar por un método simple, pero riguroso y eficaz: por la concertación y, en la medida de lo posible, por el consenso.

Queridos amigos, como sabéis, nos enfrentamos a un cambio considerable en vuestros oficios. Puedo decirle que encontrará al Estado a su lado para apoyarle y acompañarle.

Pero también quiero decirles que sólo mediante un trabajo colectivo podremos defender los ideales que compartimos y nuestra soberanía cultural. Juntos, y solidariamente, el futuro del sector será impulsado por esta formidable energía que nos permitirá inscribirnos en una perspectiva perenne, plural y audaz.