Señor presidente del Centro Nacional del Libro,

Señor presidente del Sindicato Nacional de la Edición,

Damas y caballeros,

Queridos amigos:

 El Salón del Libro de París nos ofrece cada año la oportunidad ideal de abrazar toda la cadena del libro, ampliamente abierta al mundo, con este año Argentina y la ciudad de Shangai en el honor. Tuve la oportunidad de dar la bienvenida a todos los actores del libro al Ministerio de Cultura y Comunicación el miércoles pasado, siempre es un placer, y me alegro de que la asistencia a la feria este fin de semana testimonia, una vez más, del evento que representa para el público en general.

 El año pasado, en este mismo lugar, vine a hablarles tanto de la transición digital que experimenta la industria del libro como de la prioridad que el gobierno se había fijado en favor de la librería. Saludo a Mateo de Montchalin, presidente del Sindicato de la librería francesa.

 Por supuesto, aún no se ha hecho todo y sigue habiendo señales de vigilancia: mientras que en el año 2013 se cerró el cartel cultural Virgin, la liquidación judicial de 2nd red de ventas especializada, el Grupo Capítulo, y una nueva disminución de los ingresos totales de la edición, me guardaré bien de cualquier triunfalismo.

 Sin embargo, creo que podemos felicitarnos colectivamente, tanto los poderes públicos como los profesionales hoy reunidos, por el trabajo realizado juntos: porque no es poca cosa, en un período presupuestario difícil, para unos y otros, haber sabido inyectar 18 millones de euros en favor de la librería; no nada tampoco haber podido utilizar dos vehículos legislativos para modernizar la ley sobre el precio único del libro a los retos de hoy, nada en una palabra de saber trabajar colectivamente en la adaptación de nuestras herramientas de política cultural, ya se trate del contrato de edición a la era digital entre autores y editores que es ahora, como me había comprometido a hacerlo, en curso de transcripción legislativa - y su desfase solo será objeto de unos meses- o el aumento de la oferta legal de libros electrónicos con el dispositivo releer cuyos términos del convenio financiero entre la Comisaría General de Inversiones, el Ministerio de Cultura y Comunicación y el Círculo de la Librería se han encontrado ahora.

 El año pasado anuncié la creación de un mediador del libro y el juramento de los agentes del Ministerio para hacer respetar la ley sobre el precio único del libro: estas disposiciones fueron definitivamente adoptadas en la ley relativa al consumo promulgadas el 17 de marzo.

También había mostrado mi voluntad de dotar al Instituto para la Financiación del Cine y de las Industrias Culturales, el IFCIC de los medios para apoyar la tesorería a corto plazo de las librerías: el Fondos de anticipos reembolsables a los librerías independientes, el FALIB, está operativo desde el 1 de enero de 2014. Cuenta con 5 millones de euros.

El año pasado también deseé el aumento de los medios de la ADELC para responder mejor al reto de transmisión de los fondos de las librerías: 4 millones de euros adicionales fueron pagados por el Centro Nacional del Libro a esta asociación y los editores, en una lógica de solidaridad interprofesional que quiero saludar una vez más, anunciaron por su parte un refuerzo de 7 millones de euros suplementarios.

Son estos medios financieros, el seguimiento atento de los servicios desconcentrados del Estado a los que he velado y una buena coordinación entre ADELC y CNL, los que han contribuido a salvar 34 de las 57 librerías Capítulo y a preservar 750 empleos.

 No se trata de un rescate total, estoy de acuerdo, pero es un ejemplo concreto de lo que la movilización y la coordinación permiten a los poderes públicos y a los agentes profesionales no estar totalmente desprovistos ante tal acontecimiento.

El año pasado, en la misma época, no les había hablado todavía de ello, porque lo hice en Burdeos durante los encuentros de la librería, pero he progresado, sobre el tema de la regulación de las prácticas tarifarias de la venta a distancia de los libros impresos. Se decía el tema difícil. Y lo es. Pero he querido contratarla, por lo que la Asamblea Nacional y el Senado han aprobado por unanimidad una propuesta de ley específica sobre esta cuestión. Saludo a Bariza Khiari, ponente del texto en el Senado. Hoy debatimos a escala europea para que la Comisión de Bruselas comprenda que este dispositivo sólo pretende volver a los principios intrínsecos de la ley sobre el precio único del libro de 1981.

Estas pocas palabras de balance permiten medir el camino recorrido, pero muestran hasta qué punto, para mí, el Salón del libro es un momento fundamental, en el que señalo las líneas fuertes de mi acción política y defino los objetivos en torno a los cuales deseo federar las energías para el próximo año. 

 Por eso me ha parecido fundamental dedicar mi discurso de hoy y, por tanto, lo esencial de los esfuerzos de 2014, en favor de otra red excepcional de intercambio y democratización de la lectura y de la cultura, me refiero a la red de bibliotecas.

A menudo se habla poco de las bibliotecas en el debate público.

 Sin embargo, sobre dos registros muy diferentes, las bibliotecas se invitaron al debate: la cuestión de la libertad de constitución de los fondos de las bibliotecas, en particular de sus secciones juveniles, fue instrumentalizada de manera polémica. Se han producido ataques inaceptables contra la libertad de los bibliotecarios para programar y recaudar fondos. Fue necesario reafirmar que las bibliotecas eran piedras angulares del acceso a los conocimientos en nuestro país.

Es también, en otro registro, la cuestión de la adaptación de las bibliotecas a los usos del XXésimo siglo, a través de la cuestión de los horarios de apertura que ha florecido y enriquecido, es tan feliz, los debates de las campañas municipales.

La importancia de estos debates se mide por el profundo apego de nuestros conciudadanos a los libros y a la lectura: el estudio conjunto del SNE y del CNL publicado el lunes señala el retroceso, para la 3eme año consecutivo, de la lectura, pero de un apego visceral de los franceses a los libros que «pueden marcar profundamente» y en los que tienen confianza.

I La biblioteca como lugar de pluralismo, de descubrimientos de saberes y de formación de opiniones, especialmente en beneficio de la juventud

Este apego ilustra bien que el libro sigue siendo, para la inmensa mayoría de los franceses, símbolo del acceso al saber, instrumento de la emancipación individual y de la construcción de cada individuo. Es el principal reto de la biblioteca dejar que se exprese este poder de los libros. Son ante todo un lugar de descubrimiento, de conocimiento, de pluralismo y de formación de opiniones.

Esto es más que una evidencia, pero es una evidencia que deseo recordar teniendo en cuenta las vanas polémicas e intentos de algunos de prohibir la presencia en la biblioteca de ciertos libros para jóvenes, con el pretexto de que transmiten ideas supuestamente inapropiadas sobre las cuestiones de género. Por desgracia, tales prácticas de censura no son nuevas y otras épocas, a menudo oscuras, las han conocido. Quisiera volver a condenar firmemente estas formas de censura y recordar que la biblioteca pública es efectivamente el lugar del pluralismo y del debate de ideas, que el bibliotecario debe ser libre de las opciones que propone a los usuarios, siempre que se trate de obras libremente editadas y que no contravengan las leyes de la República. Es un punto que el Estado debe hacer respetar y entiendo que el Ministerio de Cultura y Comunicación desempeña plenamente su papel y defiende, en su lugar, la diversidad de nuestra literatura y la libertad de elección y de conciencia de los bibliotecarios. Las bibliotecas están al servicio de la democracia, de toda la Nación, gracias a su obra emancipadora para cada uno de los lectores. 

Las últimas semanas han demostrado que nunca estamos lo suficientemente alerta para recordar estos valores fundamentales. Por ello, quiero organizar, con los profesionales pero sobre todo con los elegidos y los parlamentarios que lo deseen, en otoño, una jornada de reflexión y diálogo sobre el lugar de las bibliotecas como lugares de pluralismo, tolerancia y acceso a todos los conocimientos en democracia. 

Lo que es cierto para el conjunto de los lectores lo es aún más para el público joven: los menores de 15 años constituyen ya el 40% de su público y se les ofrece una oferta específica de gran calidad.

Sin embargo, hoy en día es necesario realizar nuevos esfuerzos: la oferta de las bibliotecas se valora cuando propone contenidos de calidad, pero también actividades, una mediación, en relación con la escuela y los demás actores culturales.

Sé que hay muchas reflexiones abiertas en las bibliotecas, en los territorios más cercanos y con los representantes electos encargados de los tiempos extraescolares, para que las bibliotecas ofrezcan propuestas de calidad a los niños sobre el tiempo liberado.

Para ayudaros en vuestras reflexiones, he deseado que se realice un inventario de las actividades en biblioteca destinadas a los niños y a los públicos escolares. Los primeros resultados de esta encuesta en curso a un grupo de 340 establecimientos, Subraya que la ya fuerte implicación de las bibliotecas territoriales en el tiempo escolar va de la mano con las asociaciones que mantienen con las estructuras de la primera infancia y los centros de ocio: ya hay un posicionamiento favorable de las bibliotecas para tratar con todas las edades y todos los tiempos del niño.

Más allá de este estudio, he deseado que la prioridad concedida a la educación artística y cultural se traduzca en medios suplementarios concedidos a los DRAC para apoyar las iniciativas de calidad, llevadas por las colectividades locales, sobre los nuevos tiempos extraescolares. Las bibliotecas y mediatecas que propongan proyectos innovadores en este campo deben poder solicitar a los DRAC para conocer su propuesta concreta de acompañamiento.

Por último, las polémicas recientes demuestran que toda la cadena del libro y los poderes públicos deben valorizar aún más la riqueza que representa la literatura juvenil en nuestro país. A este respecto, quisiera dar las gracias a Sylvie Vassalo y a sus equipos por el formidable trabajo realizado a lo largo de los años en el Salón de Montreuil, que, más allá de su dimensión comercial, lleva un proyecto cultural, una valorización de los talentos y un encuentro con el público. Más adelante, formulo el deseo de que, a partir de 2015, pueda desarrollarse de nuevo, en todo el territorio, una iniciativa lúdica y festiva en torno a la lectura y la literatura juvenil dirigida a los niños y a sus familias, cuyas bibliotecas serían los socios privilegiados. He pedido a Vincent Monadé, presidente del CNL, que anime una reflexión con el conjunto de los profesionales interesados, editores jóvenes, asociaciones de bibliotecas, autores, libreros para dibujar lo que podría ser esta iniciativa. 

Esta manifestación no podrá sino reforzar las demás acciones conjuntas de las colectividades territoriales y del Estado en favor de la lectura. Pienso, en particular, en la operación Premiers Pages, que se esfuerza por sensibilizar a los niños pequeños y a sus familias sobre la práctica fundamental de la lectura. Quisiera saludar a los nuevos departamentos que entran en la operación, Cantal, Creuse, Dordoña, los Pirineos Atlánticos, Hérault y Somme y, por supuesto, pedir a otras colectividades departamentales que se unan a ellos.

Las bibliotecas de lectura pública son los lugares del pluralismo, del descubrimiento de los saberes y de la formación de las opiniones, sobre todo en beneficio de la juventud, lo cual es fundamental. Pero volver a los fundamentos no significa no evolucionar.  

II. La biblioteca como lugar de adaptación a los nuevos usos

Ahora bien, como la mayoría de los servicios culturales, las bibliotecas experimentan fuertes transformaciones: aparecen nuevas formas de cultura, cambian los modos de aprendizaje y las expectativas de la juventud, se crean nuevos servicios digitales y nuevas mediaciones, alterando los hábitos de los profesionales y de los usuarios. Estoy convencido de que estos avances no ponen en peligro las bibliotecas. Al contrario, la biblioteca, con muchos siglos de existencia, ha demostrado su capacidad de adaptación.

Gracias a la acción voluntarista de las colectividades locales, la red territorial, como he dicho, es uno de los puntos fuertes del modelo francés. En algunos territorios rurales, todavía hay que hacer esfuerzos en algunas metrópolis que han acumulado retraso en la materia, o en barrios mal atendidos en el seno de las ciudades, pero el reto principal ya no es sin duda el de la red.

En cambio, la cuestión de la calidad del servicio se ha convertido en primordial. En el momento de los cambios en los estilos de vida y de la profusión de información digital, accesible en Internet los 7 días de la semana y las 24 horas del día, el mundo de las bibliotecas es cuestionado.  

Responder a las expectativas tanto de los jóvenes como de los públicos mayores implica desarrollar nuevos servicios y nuevas colecciones digitales.   En una mediateca ya no se pueden proponer únicamente soportes físicos, la toma de conciencia de las colectividades sobre este punto es real.

Sin embargo, aunque existen bibliotecas de excelencia en la materia, el balance global que se puede hacer sigue siendo desigual: es cierto que el 86% de las bibliotecas públicas de nuestro país están informatizadas y el 73% ofrecen acceso a Internet, pero sólo el 42% disponen de un catálogo en línea, El 23% de las bibliotecas municipales de + 10.000 habitantes y departamentales ofrecían en 2013 recursos digitales (prensa en línea, vídeo a la carta, música o libro digital) y el 15% disponen de un sistema de reserva de documentos a distancia.

Por otra parte, incluso en las mediatecas más avanzadas, se observa que los lectores conocen y utilizan relativamente poco los recursos digitales puestos a su disposición, ilustrando que la cuestión de la mediación en torno a estos nuevos servicios es un trabajo aún muy por delante.

Me parece que hay tres cuestiones distintas que las bibliotecas deben abordar en el ámbito digital. 

En primer lugar, la digitalización a un coste, tanto en inversión como en funcionamiento para las adquisiciones: los bibliotecarios están llamados a priorizar entre recursos digitales y recursos físicos.

En cuanto al coste de las inversiones, el Estado ha adaptado sus medios de acción desde hace varios años, con la reforma de la Dotación Global de Descentralización -DGD- Bibliotecas que permite ahora acompañar ampliamente las inversiones digitales.  Deseo saludar a las 15 grandes ciudades que, hasta ahora, han querido unirse al programa nacional de las bibliotecas digitales de referencia (Orleans, Grenoble, Lille, Lyon, Montpellier, Nimes, Metz, Nancy, Roubaix y Valenciennes, Angers et Rouen, Moulins, Compiègne, Rennes) y han podido beneficiarse de este dispositivo.

En cuanto al costo de las adquisiciones digitales, las bibliotecas y los funcionarios locales necesitan previsibilidad. Por eso, en julio pasado deseé la apertura de debates entre autores, editores, libreros y bibliotecarios sobre las condiciones generales y económicas de difusión del libro digital en biblioteca. El objetivo es que los diferentes actores logren sentar conjuntamente las bases de un marco que permita a cada uno posicionarse y definir una política de difusión, comercialización o adquisición.

También en materia de adquisición, deseo que se dé un nuevo dinamismo a la red Carel que negocia los derechos de los recursos digitales para la red de la lectura pública. Los años 2012 y 2013 se dedicaron a la refundación de este consorcio. Esto era necesario. Ahora es necesario que esta herramienta sea realmente invertida por el conjunto de la profesión para que, al igual que la red Couperin para bibliotecas universitarias, Carel tenga una fuerza de negociación fuerte. Es uno de los ejes prioritarios de dinamización de la red que confiaré a la nueva directora de la Biblioteca pública de información.

El segundo reto es el del conocimiento de los usos de los recursos digitales. Como ya he señalado, las ofertas existentes siguen estando infrautilizadas con demasiada frecuencia. Una parte de esta situación se debe sin duda a un conocimiento aún muy imperfecto de lo que esperan los usuarios de los recursos digitales que pueden encontrar en las bibliotecas. Ya existen experiencias de observatorios: observatorio de la biblioteca digital «Gallica» de la BnF, observatorio de la lectura pública llevado a cabo por la Dirección General de Medios de Comunicación e Industrias Culturales, observatorio digital en la enseñanza superior llevado por el ENSSIB, acción de la BPI. Todos se reunirán mañana por primera vez para intercambiar opiniones sobre su actividad.

Deseo reforzar y perpetuar este proceso, ya que el Ministerio debe estar en condiciones de proponer a las bibliotecas y a los representantes locales, como herramienta de ayuda a la decisión, un «Barómetro de los servicios y usos digitales en biblioteca» que agregará los principales indicadores y permitirá seguir su progreso de la manera más transparente. Se trata de responder a algunas preguntas: ¿qué existe? ¿Qué funciona? ¿Para qué públicos?

El tercer ámbito es el de la mediación digital. Porque estoy convencida de que, independientemente de los medios que empleemos, el desarrollo de servicios digitales sólo será un éxito si el personal bibliotecario se transforma en portador de conocimientos digitales, capaz de orientar, de aconsejar, de destacar. Es la compleja obra de la transformación de los oficios en la que estoy, sin embargo, confiada, los bibliotecarios disponen de un saber hacer real y de una larga práctica en materia de mediación.

Es cierto que la tecnología digital permite responder mejor a las necesidades de ciertos públicos, pero los poderes públicos también tienen interés en seguir promoviendo bibliotecas que sean lugares de vida y de encuentro, de sociabilidad y de ciudadanía y que sean de su tiempo. Ahora bien, una biblioteca de hoy debe tener en cuenta múltiples limitaciones: modos de vida, de estudio y de ocio que cambian, limitaciones económicas y presupuestarias más fuertes, una mejor accesibilidad a la construcción en beneficio de los públicos con discapacidad. Es importante concebir bibliotecas abiertas a los usuarios y a sus necesidades.

A este respecto, la asociación Bibliotecas sin Fronteras lanzó a principios de año un manifiesto en favor de una mayor apertura de las bibliotecas francesas. Respondí inmediatamente que se trataba de una verdadera pregunta y de un desafío que había que afrontar colectivamente, ya que se trata del sentido de la misión de servicio público de las bibliotecas. Y no soy de la que se opone «abrir más» a «abrir mejor». Sí, la cuestión de los horarios de apertura no es la única cuestión del nivel de servicio que los diputados deben consultar. Sí, esta ampliación tiene generalmente un coste suplementario y conlleva una reorganización profunda de los modos de trabajo; la ampliación de los horarios de apertura tiene también implicaciones sociales sensibles, cuando se habla especialmente de apertura dominical. Pero cómo no relacionar la subrepresentación de los activos en las bibliotecas con los horarios de apertura y cómo ignorar que las experiencias de apertura más amplias, como en Rennes, se traducen en un aumento sensible de la frecuentación y en una ampliación de los tipos de público afectados?

Para responder a este desafío, deseo tomar tres iniciativas.

En primer lugar, el Ministerio publicará a finales de 2014, en colaboración con la Asociación de Bibliotecarios de Francia, una guía práctica para las colectividades locales sobre los horarios de apertura en biblioteca que expondrá los diferentes elementos que deben tenerse en cuenta para lograr mejorar las condiciones y los horarios de apertura de una biblioteca. A partir de ahora, el Ministerio distribuye en este Salón un folleto «Bibliotecas: abrir más, abrir mejor» que esboza de manera sucinta una serie de pistas prácticas sobre el tema.

En segundo lugar, deseo que se pueda entablar con las colectividades locales un debate sobre el funcionamiento de la dotación globalizada de descentralización dedicada a las bibliotecas: por mi parte, cuando la cuestión de la ampliación de los horarios de apertura se integra en un proyecto global de mejora del nivel de servicios y de adaptación a los usos de la biblioteca que puedan hacer referencia -no sé si hay que hablar de etiqueta, pero es un poco la idea- Me parece legítimo que el Estado pueda intervenir en apoyo financiero, durante un período bien determinado, para hacerse cargo parcialmente de los costes adicionales vinculados a esta búsqueda de excelencia en la adaptación a las necesidades de los usuarios: se trata de dar el impulso. Este dispositivo, si los diputados lo consideran oportuno, y el día de debate político del otoño podrá ser la ocasión de profundizar en este punto-, podría elaborarse en concertación con el ministerio encargado del interior y de las colectividades locales.

La 3eme iniciativa está relacionada pero relacionada con la cuestión de los horarios de apertura. Se refiere a la situación particular de las plazas de lectura en París y en la Pequeña Corona, donde la demanda es extremadamente fuerte. Propongo hoy a las dos bibliotecas nacionales, a las colectividades territoriales y a nuestros socios de la enseñanza superior y de la investigación, la constitución de un grupo de trabajo encargado de proponer, de aquí a finales de año, medidas de coordinación de las acciones e incluso de los horarios de las bibliotecas. Se trata de ver cómo mutualizar lo mejor posible los medios para prestar un mejor servicio.

El reto de las bibliotecas de hoy, después del digital y de la calidad de servicio cuyos horarios, reside en la adaptación a las necesidades de públicos múltiples, a veces alejados de la cultura.

Como ustedes saben, precisé, en la última conferencia sobre cultura y discapacidad, querer hacer del acceso a los libros una directriz importante de mi acción. Saludo, por otra parte, a los representantes de la edición adaptada que encontraréis en el stand «Leer de otro modo» del Ministerio de Cultura. La Biblioteca Nacional de Francia desempeña ahora un papel primordial gracias a la creación del servicio digital PLATÓN destinado a los públicos discapacitados. Gracias a este nuevo servicio y al trabajo realizado con los editores y con el medio asociativo, varios miles de libros pueden ser objeto cada año de una adaptación en formatos legibles por las personas con discapacidad. Me alegra que los trabajos de aproximación informática con el Instituto Nacional de los Jóvenes Ciegos también estén a punto de concluir.

Sin embargo, no podemos quedarnos ahí porque estamos muy atrasados. El anteproyecto de ley sobre la creación, sometido a debate interministerial, contiene disposiciones para mejorar el funcionamiento de la excepción por discapacidad, que son objeto de concertación con los autores, los editores y las asociaciones de adaptación. He escuchado las preocupaciones a este respecto y las levantaremos, una a una, mediante este trabajo de concertación, porque todos estamos de acuerdo en el objetivo de mejorar la accesibilidad a las obras.

Para mí es importante que las bibliotecas tengan los medios para integrar esta prioridad de la acción, más allá de las acciones que ya proponen. Por ello, deseo que el Centro Nacional del Libro oriente la dotación que consagra a la constitución de los fondos de las bibliotecas, es decir, un millón de euros, a fondos dedicados a las personas impedidas de leer, en primer lugar a las personas con discapacidad, personas detenidas porque se conoce la gran pobreza de las bibliotecas penitenciarias. Sin embargo, sabemos lo importante que es el libro para la reinserción social.

Sobre todos estos temas, como habrán comprendido, mi objetivo es proponer herramientas, poner a disposición métodos, dotar a la red de lectura pública de instrumentos comunes, especialmente gracias a los formidables recursos de la biblioteca pública de información y de la biblioteca nacional de Francia. No se trata en modo alguno de imponer ni de sustituir a los entes territoriales.

Desde hace más de 30 años, la lectura pública es el laboratorio de la asociación y de la competencia compartida entre el Estado y las colectividades.

III. La biblioteca como ejemplo de la competencia compartida entre el Estado y las colectividades locales

En este contexto, el papel del Estado se asegura cotidianamente mediante una serie de instrumentos:

       - las ayudas de la dotación general de descentralización que reúnen cada año más de 80 millones de euros para la inversión de las bibliotecas de las colectividades, con una sugerencia de evolución de esta herramienta, si las colectividades locales lo consideran pertinente, para tener más en cuenta los retos actuales;

           - el dispositivo de los contratos territorio lectura gracias al cual el Estado contractualiza con cerca de un centenar de colectividades territoriales en torno a acciones de desarrollo de la lectura,

           - o también las redes de expertos de los consejeros para el libro y la lectura de los DRAC; Me permitiréis detenerme un momento, porque creo su papel emblemático en lo que se refiere a la asociación del Ministerio con las colectividades locales. A través de la instrucción de los proyectos de construcción o de modernización de las bibliotecas, pero también a través del conocimiento fino de los territorios, los consejeros de libro y lectura aportan información, asesoramiento, apoyo para la ayuda a la decisión. Al formar parte de una red nacional, pueden difundir las buenas prácticas que surgen de los territorios de las diferentes regiones. Creo que es una experiencia valiosa, sobre todo para los municipios más pequeños. Hoy quiero darles las gracias por su trabajo diario.

         - Último «instrumento» de los conservadores de Estado puestos a disposición de las colectividades, es decir, más de un centenar de profesionales de alto nivel destinados a la dirección y al pilotaje de grandes proyectos de las bibliotecas francesas más importantes.

Esta ambición de modernización y evolución de las bibliotecas puede, por supuesto, apoyarse también en la acción estructurante de las dos bibliotecas nacionales de que dispone Francia: la Biblioteca Nacional de Francia y la Biblioteca Pública de Información.

En cuanto a la Biblioteca Nacional de Francia, me complace anunciar que el Estado y la BnF firmarán próximamente el nuevo contrato estratégico plurianual que fijará los grandes ejes del establecimiento para los próximos tres años. La cuestión de la cooperación con las bibliotecas, tanto de lectura pública como universitaria, recorre el conjunto de estos objetivos, ya se hable del nuevo depósito legal digital o de la editorial de los recursos digitalizados, por ejemplo.

En cuanto a la Biblioteca Pública de Información, su futura directora, Christine Carrier, tendrá por misión dar un nuevo impulso a la dirección de la obra de renovación de la biblioteca contratada por su predecesor, pero también, y lo quiero porque es una de las razones profundas de la existencia de este establecimiento, reactivar su papel de animación y de lugar de recursos al servicio de la red de la lectura pública.

Espero que estas dos instituciones puedan hacerme propuestas conjuntas de aquí a finales de año para garantizar la coherencia de sus diferentes acciones de cooperación destinadas a las bibliotecas francesas.

Probablemente ya no haya un modelo único de biblioteca, sino más bien múltiples modelos capaces de prestar diferentes servicios. Si bien puede que no exista un modelo francés, hay realizaciones francesas, de gran calidad y de las que podemos estar orgullosos. Quisiera aprovechar esta oportunidad para saludar a este respecto la iniciativa de Livres-Hebdo que, desde hace cuatro años, ha tenido la feliz idea de poner en visibilidad las acciones más dinámicas de bibliotecas a veces muy modestas pero también muy emprendedoras. Es sin duda una manera sensata de rendirles homenaje y de contribuir a que sus iniciativas se difundan ampliamente. Por tanto, insto a los servicios del Ministerio, y en particular a los DRAC, a dar a conocer esta iniciativa y a sacar a la luz las candidaturas.

Terminaré este discurso evocando el honor que se hace este año a nuestro país con la acogida, en Lyon en el mes de agosto, del 80º Congreso mundial de las asociaciones de bibliotecarios y de bibliotecas, la IFLA, que debería reunir a más de 3500 bibliotecarios, procedentes de más de 100 países. Es un hermoso testimonio de estima por todo el trabajo emprendido desde hace treinta años en favor de nuestras bibliotecas. Podemos estar orgullosos de ello.

Por tanto, me permitiré pedir prestado a la presidenta de la IFLA, Sinnika Sippila, una máxima que creo que puede guiar nuestra acción: «bibliotecas fuertes hacen sociedades más fuertes».

Y teniendo en cuenta los resultados electorales de la tarde pasada, no puedo concluir mi discurso aquí sin decirles hasta qué punto llamo a los poderes públicos y a los profesionales que tienen el amor del libro compartido a una vigilancia republicana, en las próximas semanas y meses, en todos los municipios, para que el libro conserve su fuerza emancipadora.

Le doy las gracias.