Con gran emoción me he enterado esta mañana de la muerte de Pierre Boulez. Una inmensa figura de la música contemporánea se extingue hoy. Un director de orquesta y un compositor excepcional, que habrá marcado profundamente su siglo. Recuerdo la retrospectiva que le dedicó la Filarmónica de París-Cité de la Musique el año pasado - una Filarmónica de la que, por otra parte, fue uno de los principales iniciadores.

 

Pierre Boulez, es el compositor del Martillo sin maestro, de Pliegue según pliegueo de Respetos. Es una obra inspirada también en Mallarmé, Char o Michaux. Es el jefe de ingeniería, que encantó el Festival de Bayreuth en 1976 con su dirección de la Tetralogía de Richard Wagner, o la Ópera de París con la creación integral de Lulu de Alban Berg. Es el compositor y el teórico serialista, el inventor del «tiempo liso», liberado de la medida. Es el padre del IRCAM y del Conjunto Intercontemporain.

 

Boulez habrá seguido también el más fecundo de los diálogos con los artistas de su tiempo: Patrice Chéreau, Maurice Béjart, Pina Bausch o Bartabas, espíritus libres como él. Era un formidable pedagogo, cuyas «lecciones de música» en el Collège de France o delante de aprendices músicos, pretendían en primer lugar «darse reglas para el placer de transgredirlas».

 

Provocativa y secreta, rica de sus revoluciones permanentes y de sus afinidades electivas, la obra de Boulez narra la búsqueda y el itinerario, entre acuerdos y desacuerdos, de un niño del siglo en busca de nuevas armonías.

 

Expreso mis condolencias a su familia, a sus seres queridos y a todos los que han tenido la suerte de trabajar con él.