Discurso de Frédéric Mitterrand, ministro de Cultura y Comunicación, con motivo de la entrega del Carruaje de orà Jafar Panahi - Quincena de los realizadores
Señor presidente del jurado:
Señoras y señores:
Estimado amigo(a)s:
Jafar Panahi «será» en Cannes este año. Estará en nuestros pensamientos, él
estará en nuestras mentes, estará en nuestros corazones. Él «estará» también porque
envió hace 5 días la copia de su última obra, Esto no es un
película - rodada con la complicidad del cineasta Mojtaba Mirtahmasb, en
condiciones semiclandestinas. Se adjunta una palabra personal que comienza
así: Nuestros problemas son nuestras fortunas. La comprensión de este
paradoja prometedora nos invita a no perder la esperanza y a continuar
nuestro camino». ¿Qué añadir a estas palabras de valentía y esperanza?
Cuando se impide a un creador expresarse, cuando un artista no puede
más dar a conocer sus obras, es mi deber, es del deber del
Ministro francés de Cultura y Comunicación, de hacer oír la
voz de la Libertad, la voz de los que no abdican, la voz de los que
no ceden. Jafar Panahi fue condenado arbitrariamente en su país,
ese país en el que quiso seguir trabajando, ese país en el que
popularidad es considerable, este país que ama y escribe
admirablemente las páginas de vida de mujeres y hombres.
Debido a que la imagen cinematográfica es universal, los derechos de los
que lo hacen vivir y de quienes lo inventan. Jafar Panahi es
hoy vigilado, encarcelado, humillado, por el solo hecho de haber querido
hacer películas en su propio país.
El director del Globo Blanco, el de Sang et Or, ambos
premiados, aquí mismo en Cannes, el director que ha sido premiado en
numerosos festivales en el mundo, es hoy un símbolo de la
Libertad y el espíritu de resistencia. Las medidas autoritarias que lo abruman
Actualmente han hecho que no pudo viajar a Berlín este invierno para presentar
su última película, Off Play. Bajo arresto domiciliario, solo puede asistir
impotente a las absurdas consecuencias de un juicio injusto. Figura de la
«Nueva ola» iraní, heredero de Abbias Kiarostami, Jafar Panahi
se ha deteriorado en los arrecifes de la ceguera y la intolerancia.
Hace poco menos de un año, en el Festival de Cannes, leí la carta que era
logrado transmitirnos de su célula. Hoy quiero reafirmar
mi apoyo personal a Jafar Panahi, a su familia y también a los equipos
artistas que trabajaron a su lado. Pienso en otro joven
director, Mohammad Rasoulof, también condenado a seis años de prisión,
cuya película Bé Omid e Didar (Adiós) es, se mostrará en la selección
«Una cierta Mirada». Esta doble presencia dice bastante cuánto el
cine, cómo el Festival de Cannes son un espejo del mundo y una
ventana de esperanza.
Como una gran parte de la familia del cine, como una gran parte
de los intelectuales, considero que el tratamiento del que es objeto
atentado inaceptable contra la libertad de pensamiento y la libertad de creación. Es
inconcebible que Jafar Panahi pase los próximos años de su vida
en el encierro y la noche del mundo. Es tan inconcebible que
los iraníes y nosotros, que lo amamos y lo apoyamos, seamos privados de su
mirada, de ese ojo que escucha las vibraciones de la sociedad iraní
de hoy.
Por lo tanto, me alegra especialmente que la Quincena de Realizadores
a este ausente luminoso, a este cineasta de la audacia, a este hombre de
valor y honor la Carroza de oro que le corresponde.
Que su mirada pueda continuar ejercitándose, que pueda todavía nosotros
maravillarse y hacer vivir uno de los cines más notables de nuestra
tiempo. La mirada de Jafar Panahi es primero su lucha, pero es
también y sobre todo el nuestro hoy.