Cuento nacional
Un Estado reconstructivo y centralizador
Las destrucciones masivas provocadas por la Segunda Guerra Mundial en el parque inmobiliario francés, ya vetusto, sumen al país en una crisis de la vivienda sin precedentes. La reconstrucción de las ciudades, el reasentamiento de los damnificados y la lucha contra la insalubridad se convierten en la prioridad nacional frente a un millón quinientos mil damnificados, a los que se añaden más de trece millones de tugurios heredados de antes de la guerra. Ante la urgencia, el Estado debe poner en marcha no sólo una política de reconstrucción, sino también una política de construcción para resolver la crisis de los Mal alojados. Para dotarse de los medios necesarios, crea en 1944 un poderoso ministerio que centraliza todas estas operaciones: el Ministerio de Reconstrucción y Urbanismo (M.R.U.).
Sin embargo, al destruir las infraestructuras urbanas, la guerra permitió hacer tabla rasa del pasado, medio radical para que los teóricos y los técnicos se liberaran de las limitaciones del parcelario y del edificio antiguo.
Para hacer frente a la magnitud de la tarea, la modernización de la industria de la construcción es primordial. El Ministerio promueve y promueve todos los proyectos encaminados a racionalizar las técnicas de construcción mediante la normalización de las superficies y la utilización de materiales prefabricados. Establece obras experimentales a través de concursos en los que arquitectos, empresarios y urbanistas son incitados a trabajar juntos con el fin de mejorar el confort del hábitat reduciendo al mismo tiempo su coste, sin sacrificar la calidad arquitectónica.
Frente al debate nacional que se instaura entre los defensores de una reconstrucción "histórica" y los que preconizan el cambio, el ministerio bajo la dirección de Eugenio Claudio Petit alienta la modernidad y la aplicación de las teorías del Movimiento moderno. El ministro rechaza que "Francia se convierta en un gran museo para turistas extranjeros" y afirma: "(...) es necesario tener el valor de construir la arquitectura de nuestro tiempo".
La intensa actividad constructiva durante el período de los Treinta Gloriosos transformó el paisaje urbano más que ningún otro período de la arquitectura francesa.
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