Señor Presidente, querido Bruno Racine:
Señoras, señores, queridos amigos:
Con particular emoción celebro hoy aquí y con vosotros el día 20e aniversario de la inauguración de este magnífico edificio de la Biblioteca Nacional de Francia.
Un lugar que el presidente François Mitterrand, volviendo a situar la cultura en el centro del proyecto republicano, había pensado como el corazón latiente de nuestra democracia.
Él que describía las bibliotecas, crisol de nuestros valores comunes, como uno de los verdaderos instrumentos del derecho de los pueblos y de los individuos al saber», «un arma en la lucha por la libertad»[1], había querido hacer del BNF una amplia biblioteca popular »[1].
Veinte años después, después del terrible desafío lanzado a nuestra República por los atentados de enero, esta ambición resuena con más fuerza que nunca.
En una sociedad confrontada con el cuestionamiento de los valores de libertad, tolerancia y laicismo, las bibliotecas, en primer lugar, la que François Mitterrand había pensado «la más grande y moderna del mundo»tienen un papel central que desempeñar.
Templos de la libertad de pensamiento y de publicación, son lugares de intercambio, espacios de encuentro, de debate y de diálogo, depositarios de la memoria de un pueblo y de la diversidad de su pensamiento. Los cuatro libros abiertos que se responden, pensados por Dominique Perrault, nos recuerdan este papel de las bibliotecas al servicio del intercambio y de la tolerancia.
Quisiera ante todo saludar el compromiso de la BnF al servicio de los valores de nuestra República en el marco de la movilización del sector cultural para dar una respuesta a la profunda crisis que atraviesa nuestro país, atacado en el centro de sus principios. En particular, a través de los recursos pedagógicos puestos a disposición de los profesores a raíz de las reflexiones llevadas a cabo por intelectuales y universitarios, entre ellos Mona Ozouf, gran figura republicana, y el homenaje rendido a los dibujos de prensa en el callejón Julien Cain, inaugurado la semana pasada, en presencia de las familias y de los familiares de los dibujantes de Charlie Hebdo asesinados.
Todos estamos profundamente convencidos de que la respuesta a este terrible desafío para nuestra República es ante todo cultural.
Por ello, la BnF, como todas nuestras instituciones culturales, debe redoblar sus esfuerzos para abrir sus puertas al conjunto de nuestros conciudadanos y tener más en cuenta sus prácticas y sus usos.
Esto pasa por una reflexión sobre el desarrollo del acceso y la diversificación de los públicos, pero también por lo digital que da un nuevo impulso a la ambición democrática del acceso de todos a las obras del espíritu.
Estos son los retos en el fundamento mismo del proyecto pensado por François Mitterrand, que deseaba que la BnF «[sea] a disposición de todos», [utiliza] las tecnologías más modernas de transmisión de datos»[1].
Como ha querido su inspirador, esta biblioteca, que es por supuesto la de los investigadores y de la preservación de las colecciones inestimables de nuestra historia, debe ser también la de todos nuestros conciudadanos. Es un reto importante para este «templo del saber», este «lugar de la erudición» que impresiona.
Para responder a este desafío y a esta ambición de apertura, se creó la biblioteca del alto jardín, que acoge cada año a 500.000 lectores cada año en condiciones de gran calidad.
La política de accesibilidad a los datos digitales, la política de acogida de los jóvenes o de sus familias y el trabajo con los actores de proximidad - la Universidad vecina, la Ciudad de París, los actores culturales - para anclar el BNF en su territorio.
La gran obra del emplazamiento Richelieu ofrecerá formidables posibilidades en términos de apertura. Es una oportunidad que no debe perderse. Al reinventar su sitio histórico, deseo que la BnF pueda proponer, en colaboración con el Instituto Nacional de Historia del Arte, un espacio orientado a la transmisión y el intercambio del saber y de nuestro patrimonio con nuevos servicios propuestos a los lectores. Si hace de este sitio un lugar decididamente abierto a la ciudad, a sus visitantes - mañana los visitantes del Louvre o del museo de las artes decorativas vecinos podrán enriquecer su descubrimiento gracias a la galería de las obras maestras del BNF por ejemplo. Un lugar abierto también a los grupos de jóvenes en tiempo escolar o fuera del horario escolar.
En el momento de esta reflexión sobre nuevos servicios y de esta dinámica comprometida para renovar y diversificar el público de la BnF, una de las palancas -no es la única- puede ser la palanca tarifaria: deseo que pueda, sobre este tema también, hacerme de aquí al verano propuestas.
El reto del atractivo y la adaptación a las expectativas del público no es exclusivo de la BnF. Debe estar en el centro de la reflexión sobre el futuro del conjunto de las bibliotecas de lectura pública. Nunca cumplen su misión democrática tan bien como cuando se adaptan, tanto por los servicios que ofrecen como por su accesibilidad, a las necesidades de la población.
Con 15 millones de usuarios y 16.000 puntos de lectura repartidos por todo el país, las bibliotecas son la primera red cultural en los territorios y el primer servicio público de proximidad. Es un recurso considerable para el acceso de todos a la cultura y al conocimiento.
Pero un servicio público sólo es eficaz si responde a las necesidades del público.
Hoy en día, las bibliotecas municipales abren un promedio de 14 horas por semana, y cuando están abiertas por más tiempo, es a menudo en los horarios de trabajo de la población. Responder a las expectativas es también estar abiertos cuando los franceses están disponibles: durante la pausa meridiana, por la noche, el sábado o el domingo.
Experiencias exitosas, en la red de la lectura pública muestran toda la pertinencia de una acción sobre los horarios de apertura. Sin embargo, no son generalizadas, ya que implican trabajos de organización pesados, con el personal, con los elegidos, con la calidad de los servicios que puede proponerse de manera global.
Para continuar la reflexión, a escala nacional sobre esta cuestión tras los trabajos del 8 de diciembre pasado, he decidido confiar a la senadora Sylvie Robert una misión sobre la adaptación de los horarios de apertura de las bibliotecas públicas a los ritmos de vida de la población. Al apoyarme en una consulta de numerosos representantes locales encargados de esta política y de los profesionales, espero de Sylvie Robert propuestas concretas para acompañar y apoyar a las colectividades en su política de lectura pública.
Ser accesible a todos, llegar a todos los públicos, no puede hacerse sin desarrollar una política digital ambiciosa, lo más cerca posible de los usos de nuestros conciudadanos.
Quiero reconocer el excelente trabajo de la BnF en este sentido, que ha estado a la vanguardia de la innovación durante 20 años: ahí fue donde el desafío fue mayor y los resultados más espectaculares se lograron.
La biblioteca digital Gallica, que en diez años se ha convertido en una de las bibliotecas digitales más grandes del mundo, con más de 3 millones de documentos en línea, de los cuales más de 500.000 son libros, y no menos de 14 millones de visitantes el año pasado.
La BnF también se ha convertido en la memoria de internet, de la que asegura el depósito legal para las páginas francesas.
En la actualidad hace accesibles cientos de miles de obras que no están disponibles en el marco del proyecto Relire.
Para ir más allá, hay que pensar en el enriquecimiento de los recursos en línea propuestos por la BnF. El préstamo digital es una innovación importante, que permite multiplicar por diez el alcance de las bibliotecas. La biblioteca nacional de Francia no puede mantenerse al margen de esta evolución.
Para ser pertinente, este enfoque deberá ser complementario y no concurrente con el adoptado por las bibliotecas territoriales y de enseñanza superior, como lo demuestra la firma de las 12 recomendaciones para el préstamo digital en biblioteca en diciembre pasado.
Por tanto, deseo que en los próximos meses me hagan propuestas sobre el papel que podría desempeñar la BnF en el desarrollo del acceso a los recursos a distancia.
La BnF logró el giro digital.
Al desempeñar un papel determinante en la difusión de metadatos en el marco de la política de apertura de los datos culturales públicos, se ha convertido en uno de los puntales digitales del ministerio.
Deseo que la BnF pueda poner toda su experiencia al servicio de la nueva agenda digital del Ministerio de Cultura y Comunicación.
Si numerosos organismos públicos, como la BnF, se han hecho con éxito con el reto digital, me parece indispensable hoy formalizar una agenda digital global y coherente para todos los operadores que dependen del Ministerio de Cultura y Comunicación.
En 15 años, el Ministerio de Cultura ha realizado enormes obras de digitalización y los equipos de todos nuestros establecimientos públicos se han preocupado por establecer las condiciones para la digitalización de nuestro patrimonio. Hoy debemos dar a conocer estas riquezas al gran público. El digital debe ser una de las palancas de la difusión de la cultura al mayor número posible de personas en todos los territorios.
Asimismo, esta agenda digital será orquestada por una célula digital que se está constituyendo en el seno del Ministerio. Se orientará decididamente hacia los usos y se anclará en el ecosistema digital.
Es mi ambición poder federar las iniciativas y las acciones hoy en día en los establecimientos y en el ministerio e inscribir en una dinámica colectiva la puesta a disposición de los datos públicos culturales y de los contenidos, respetando el derecho de autor, así como la continuación de la gran obra de la digitalización.
Esta estrategia deberá permitir también definir principios jurídicos que puedan guiar a los operadores en su relación con los grandes actores digitales, proponer una cartografía de las competencias digitales existentes o deseables, valorizar y dar a conocer los saberes faires culturales digitales. La apertura digital debe hacerse en la confianza, para que cada institución del Ministerio, con su especificidad, sus oficios y su experiencia de conservación, encuentra el mejor camino para valorizar y difundir las riquezas culturales y artísticas que son los bienes de todos nuestros conciudadanos
Sé que puedo contar con la BnF para ser una de las fuerzas motrices de esta ambición.
Para concluir, quiero rendir homenaje a todos los artífices de la realización de esta magnífica biblioteca junto a François Mitterrand, a sus sucesivos dirigentes, muchos de los cuales están entre nosotros esta tarde con un recuerdo conmovido por los que nos han dejado. También quiero saludar a todo el personal que trabaja diariamente para hacer de la BnF la «amplia biblioteca popular» soñada por François Mitterrand.
Gracias a usted, la biblioteca nacional de Francia ha sabido en dos décadas convertirse en una de las mayores bibliotecas modernas del siglo XXI, siguiendo los pasos de una larga tradición y de un pasado glorioso.
Gracias a usted, es cada día un poco más la biblioteca de todos los franceses, biblioteca digital más cercana a los usos de nuestros conciudadanos, que dará la razón a Pierre Nora que la describía en 1988 así: Esta biblioteca no es como las demás, su funcionamiento compromete el corazón de la cultura nacional ».
Le doy las gracias.
[1] 14 de julio de 1988, la construcción y el acondicionamiento de una o la más grande y moderna biblioteca del mundo....(que) deberá cubrir todos los ámbitos del conocimiento, estar a disposición de todos, utilizar las tecnologías más modernas de transmisión de datos, poder ser consultada a distancia y entrar en relación con otras bibliotecas europeas»