Pierre Bergé era un hombre excepcional, que durante su vida prestó a nuestra sociedad todo el genio, la generosidad, la audacia y el humanismo que lo habitaban, y que hoy nos los deja como herencia.
La cultura era el corazón de su vida. Era, en sentido fuerte, una razón de ser. Alimentado por las artes desde su infancia, especialmente por la literatura, elegirá poner su propia existencia a su servicio. Una serie de encuentros estructurantes en su juventud, entre ellos los del pintor Bernard Buffet y del escritor Jean Giono, sellarán esta vocación.
Ésta encontrará que desplegarse en toda su fuerza y en toda su grandeza en la relación que mantuvo con el creador Yves Saint-Laurent, marcada por una aventura profesional fuera de lo común, a través de la cual el talento emprendedor de Pierre Bergé acompañó el talento del creador.
Cofundador y dirigente de la casa Yves Saint-Laurent durante 40 años, Pierre Bergé permanecerá como una figura de la alta costura. Pero estaba enamorado de todas las artes. Y las habrá servido todas. Trabajó para el espectáculo vivo como Director del Teatro del Ateneo, y Presidente de la Ópera Bastilla en particular. Para la prensa, a través de su compromiso, entre otros, en el seno de Têtu y más recientemente de Le Monde. Gran mecenas, Pierre Bergé apoyó numerosos proyectos museísticos y patrimoniales. Contribuyó a la reapertura de la casa de Jean Cocteau.
Hombre de acción incansable, Pierre Bergé se comprometió también en el terreno ciudadano. Presidente fundador de la SIDACTION, se erigió siempre, más ampliamente, en defensor de los derechos humanos y del respeto de la dignidad de las personas.
Era un hombre de coraje, de convicción y de gran generosidad: que se había comprometido siempre por lo que amaba y a los que amaba. Comprometido por la justicia, por las artes, por la belleza, habrá trabajado en el fondo toda su vida por una causa: el humanismo.
Expreso mi más sentido pésame a su esposo, familia y amigos.