Con Michel Crespin desaparece una figura emblemática y fundadora de las artes de la calle.
Director y escenógrafo urbano, diseñador de políticas artísticas y culturales, Michel Crespin no ha dejado de luchar por el reconocimiento popular e institucional de las artes de la calle, de las que seguirá siendo una de las personalidades más eminentes. Abarcando todas las formas artísticas, desde las artes feriales hasta los espectáculos monumentales, supo comprender y valorizar la singularidad de estas escrituras y de estos artistas que eligieron el espacio público como terreno de expresión privilegiado. Michel Crespin era un formidable constructor, un visionario capaz de construir proyectos que, aún hoy, son los pilares esenciales de las artes de la calle.
Con El acantilado de los Locos en el Jura, en 1980, Michel Crespin plantea el acontecimiento que quedará en la memoria como uno de los manifiestos fundadores de las artes de calle. Con la complicidad de Jean Digne, otra figura fundadora del movimiento, reúne estos nuevos Saltimbanks de los tiempos modernos, constituyendo así la primera referencia de las artes de la calle que dará cuerpo, algunos años más tarde, al primer Goliat de las Artes de la Calle, editado por Hors Les Murs. Funda en 1982, con el apoyo de Fabien Jannelle, en Noisiel, Lugares Públicos, primer centro de creación dedicado a las artes de la calle que se instalará después en Marsella, luego el Festival internacional del teatro de calle de Aurillac que dirigirá hasta 1993, y más recientemente la Cité des Arts de la Rue en Marsella, con Pierre Berthelot, codirector de la compañía Generick Vapor.
El compromiso de Michel Crespin era también su preocupación por la transmisión. Al sentar las bases de la FAI AR (Formación Avanzada e Itinerante de las Artes de la Calle), diseñó una formación original, en consonancia con la identidad de las artes de la calle, alimentándose de las experiencias de varias generaciones de artistas, pero también abierta al mundo y a las múltiples experiencias innovadoras que invierten el espacio público hoy en Europa. Interviene y enseña en numerosas instituciones, universidades y escuelas superiores de teatro mucho más allá de nuestras fronteras.
Esta escena total, generosa, y para todos, esta «ciudad, escena abierta a 360 a a» que Michel Crespin había hecho suya, para dársela mejor a los demás, pierde hoy su mayor Saltimbank. Como una invitación a los miles de artistas, ya presentes en este espacio, a quienes corresponde colmar esta ausencia, continuando esta aventura artística y ciudadana siempre renovada de acercamiento del arte y del público.
Expreso mi más sentido pésame a su familia y a sus seres queridos.