Una nueva explotación de la encuesta Prácticas culturales del DEPS cruzada con la red comunal de densidad que permite aproximar características según el lugar de residencia de la población. Éstas se basan en la observación de una quincena de prácticas relacionadas con el ocio cultural (salidas al museo, al espectáculo, en festival, a la biblioteca o al cine), medios de comunicación (escuchar la radio, podcasts o ver la televisión) y ordinarios (actividades de autoproducción como hacer manualidades, tejer, jardinería o cocinar). El estudio moviliza también indicadores de proximidad de las personas a los equipamientos culturales según el tipo de territorio donde residen.
Los habitantes de las zonas urbanas densas y de las zonas rurales dispersas y muy dispersas se distinguen por las actividades de ocio que practican en su tiempo libre.
La salida cultural al museo o al espectáculo, ligada en parte a un efecto de equipamiento, es menos apreciada por los habitantes del campo, que son más numerosos en escuchar la radio y ver la televisión que los del urbano denso. Aunque las bibliotecas y los cines son los primeros equipamientos culturales de proximidad, su frecuentación sigue estando vinculada al nivel de diploma y a la categoría socioprofesional, acumulados a un claro efecto territorial. Por el contrario, la frecuentación de festivales, presentes en todo el territorio, no tiene un efecto territorial que discrimine a los campesinos. Al igual que otras actividades de autoproducción como el bricolaje, la jardinería o el trabajo de aguja, los campesinos y los cuadros están, en general, más comprometidos en la práctica que los urbanos o los obreros. A las características sociales de los individuos se añade, pues, un efecto territorial más o menos acentuado según las actividades. La lejanía de los centros urbanos, donde se concentran la oferta cultural y los servicios, explica en parte este efecto territorial, que, sin embargo, afecta menos a los cuadros y a los diplomados del nivel superior.
Observación de unas 15 prácticas:
El ocio cultural de salida depende de la oferta territorial y de la movilidad de los individuos: un efecto territorial neto en detrimento de los habitantes de los espacios rurales.
- La salida al espectáculo: un ocio urbano determinado por el capital cultural más que por un efecto territorial.
Un poco más de cuatro de cada diez personas asistieron a un espectáculo vivo.
Los efectos del diploma y de la categoría socioprofesional son particularmente fuertes para esta práctica.
Los centros urbanos intermedios y las pequeñas ciudades tienen la tasa más baja de salidas al espectáculo, donde se sitúa casi un tercio de la oferta.
- La frecuentación de una biblioteca: determinada por el capital cultural y marcada por un claro efecto territorial.
Primer equipo cultural de proximidad en el territorio (15.700 en 2021), los lugares de lectura pública se distribuyen casi por igual entre los espacios urbanos y rurales: el 80% de la población reside a menos de 5 minutos en coche de una biblioteca.
En 2018, poco más de una cuarta parte de la población frecuentó una biblioteca o mediateca en los últimos doce meses. Las mujeres y los jóvenes lo hacen más que el resto de la población. El efecto del diploma y de la categoría socioprofesional es igualmente marcado para esta práctica aún ampliamente asociada al libro, al saber y al conocimiento.
Los habitantes de las zonas rurales con asentamientos dispersos o muy dispersos, y entre ellos los menos diplomados, son menos numerosos los que frecuentan una biblioteca o una mediateca que sus homólogos residentes en espacios más urbanizados.
- La salida al cine: determinada por un fuerte efecto de edad, de diploma y de categoría socioprofesional y una práctica sobredeclarada por los habitantes de los grandes centros urbanos.
Segundo equipo cultural de proximidad, el cine está presente en todo el territorio metropolitano con más de 2.000 equipos, más de 6.000 pantallas y más de un millón de sillones.
Casi dos tercios de la población acudieron al cine en 2018. En promedio, el 85% de la población vive a menos de 15 minutos en coche de un cine y el 15% a más de 15 minutos. Sin embargo, el tiempo de acceso es mucho más largo para los habitantes de las zonas rurales.
En materia de frecuentación cinematográfica, se observa un efecto territorial que discrimina a los habitantes del campo con hábitat disperso y muy disperso (-6 puntos de diferencia con respecto a la media) pero también para los habitantes de los pueblos y de los centros urbanos intermedios y de las pequeñas ciudades (-4 puntos de diferencia). Por el contrario, los habitantes de los grandes centros urbanos declaran esta práctica en relación con el conjunto de la población (+ 5 puntos de diferencia).
- La salida al museo: una práctica eminentemente apreciada por los habitantes de la ciudad densa.
Como en el caso del espectáculo, el efecto territorial es especialmente marcado para los habitantes de los grandes centros urbanos: su tasa de práctica es 8 puntos superior a la de la población general.
El ¾ de la población habita a menos de 15 minutos y ¼ a menos de 5 minutos de los lugares museísticos o de exposición más cercanos.
Los tiempos de acceso son, por supuesto, más elevados para los habitantes de las zonas rurales con asentamientos dispersos o muy dispersos: más de 15 minutos para el 62% de ellos.
- La participación en un festival: una práctica sin efecto territorial que discrimina a los campesinos.
Casi el 20% de la población ha participado en un festival durante los últimos doce meses en 2018.Se trata de una de las prácticas culturales que más ha progresado en los últimos cincuenta años.
Si esta práctica es más popular entre los jóvenes - más de una cuarta parte de los jóvenes de 15 a 24 años han participado en un festival en los últimos doce meses en 2018 -, graduados de la enseñanza superior (30%) y ejecutivos (29%), no se observa ningún efecto territorial significativo que distinga a los rurales de los urbanos.
El ocio mediático, un efecto marcado de las diferencias territoriales:
La radio : un medio de comunicación más apreciado por los habitantes de los territorios rurales que por los grandes centros urbanos.
- Casi el 60% de la población escucha la radio todos los días.
- Un poco más de un tercio de los jóvenes de 15 a 24 años dice que escucha la radio casi todos los días, en comparación con el 71% de los jóvenes de 40 a 59 años y el 59% de los mayores de 60 años.
- Sin embargo, la estructura de la población en las zonas rurales se caracteriza por un fenómeno de envejecimiento. La edad media de las personas que residen en estos diferentes tipos de espacio también puede explicar estas diferencias.
A vecesPodcast: un formato preferido por los más jóvenes y los más graduados.
- Los jóvenes de 15 a 24 años de los territorios rurales están más comprometidos en la escucha de podcast que sus homólogos de los espacios urbanos intermedios o de los grandes centros urbanos.
- Independientemente del lugar de residencia, los hombres declaran una práctica superior a la de las mujeres, un resultado que sin duda habría que señalar a las prácticas de lectura, inversamente más intensas, en las mujeres que en los hombres - y eminentemente relacionado con el nivel de diploma de los individuos.
- Se observa un efecto territorial en la difusión de la práctica: los graduados del superior son más numerosos que escuchan podcasts en los grandes centros urbanos (casi una cuarta parte de ellos lo hacen) que en el rural disperso y muy disperso (19%).
A vecesLa televisión: una actividad abandonada por los habitantes de la ciudad densa.
- Casi ocho de cada diez personas dijeron que veían la televisión casi a diario en 2018.
- Una práctica marcada por un fuerte efecto de edad, de diploma y de categoría socioprofesional: los más jóvenes ven menos la televisión que sus mayores, cualquiera que sea el lugar donde residan, los menos graduados lo hacen mucho más que los graduados de la enseñanza superior y más de ocho empleados o obreros de cada diez lo hacen todos los días o casi siete ejecutivos de cada diez.
- Los habitantes de los centros urbanos intermedios y de las pequeñas ciudades, así como de los cinturones urbanos, son los que registran las mayores tasas de práctica.
A veces
Las aficiones lúdicas y ordinarias, universos de prácticas diferentes para los rurales y los urbanos:
En materia de ocio ordinario, se observa una desinversión de las categorías populares para las prácticas de autoproducción, históricamente ligadas a la capacidad de los hogares populares para mejorar sus condiciones de vida, mientras que los ejecutivos y los más diplomados, por el contrario, son los que más invierten en estas prácticas. La distribución territorial del ocio ordinario contribuye, según los casos, a acentuar o a atenuar la inversión en las prácticas.
Actividades de las agujas: actividades femeninas y domésticas más practicadas por los campesinos.
- En promedio, el 14% de las personas practica el tejido, el bordado o la costura, de las cuales el 24% son mujeres.
- Las mujeres de las zonas rurales con asentamientos dispersos y muy dispersos y las de las aldeas rurales son más numerosas que las mujeres de las zonas urbanas.
- La tasa de práctica varía también según el nivel de diploma de la persona: la práctica del tejido, del bordado o de la costura está más extendida entre los no graduados (trabajos de necesidad) y los graduados de la enseñanza superior (valorización de estas prácticas en las redes y plataformas digitales) en las zonas rurales con viviendas dispersas y muy dispersas.
Bricolaje o decoración: una práctica masculina, más invertida por los rurales que los urbanos.
- La mitad de la población (52%) declara haber hecho manualidades o decorados en los últimos 12 meses en 2018: casi dos tercios de los hombres y menos de la mitad de las mujeres.
- El bricolaje y la decoración son, pues, actividades mucho más difundidas entre la población que los trabajos de aguja, pero marcadas también por un efecto de género y una práctica sobredeclarada por los campesinos.
- El bricolaje supone a menudo poder disponer de un espacio dedicado (un banco de trabajo o una sala reservada a esta actividad), lo que puede explicar en parte la desigual distribución de esta práctica entre rurales y urbanos.
Jardinería: un ocio más rural que urbano.
- En 2018, algo menos de la mitad de la población ha estado cultivando huertos en los últimos 12 meses, ya sea en huertos o en establecimientos recreativos.
- La diferencia entre las poblaciones que residen en las zonas rurales dispersas y muy dispersas y los grandes centros urbanos va del simple al doble.
- Esta práctica no parece estar más extendida entre las clases populares que entre los cuadros.
Cocinar: una práctica cada vez más distintiva.
- En 2018, más de la mitad de la población (54%) declara haber cocinado buena comida o probado nuevas recetas en los últimos doce meses. Las mujeres lo hacen más que los hombres.
- Los habitantes de los grandes centros urbanos y de los cinturones urbanos son los que más se dedican a ellos, mientras que los de los pueblos rurales lo hacen menos.
- En general, los directivos están más comprometidos en la práctica que los empleados o los obreros, pero esta diferencia se observa menos en las zonas rurales que en las urbanas.
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Edwige Millery y Lea García
Colección Cultura estudios, p.36, noviembre 2023
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