Conclusión
Una obra de arte total, cerrada sobre sí misma como un templo griego colocado sobre su base. Imagen de la filosofía arquitectónica de Auguste Perret.
La ciudad Beisson constituye hoy en día en el paisaje del barrio Saint-Eutrope, una señal urbana ineludible. Su singular perfil encarna la imagen de una ciudad que se abre, entre 1950 y 1960, a la modernidad.
Se distingue magistralmente de otros grandes conjuntos de viviendas sociales, caracterizados con demasiada frecuencia en la época por la monotonía, el vacío y el aislamiento, por su notable inscripción, actitud y escritura urbana y arquitectónica que se expresan en la homogéneneneidad y coherencia de su programa de conjunto: una escala razonable, una tipología única, un solo material, un solo ritmo.
Por estos principios, Louis Olmeta le confiere una dimensión cálida y humana, una fuerza identitaria innovadora y un esteticismo singular o se combinan la modernidad vanguardista de su época y el historicismo.
La calidad urbana de la ciudad Beisson revela la personalidad de un arquitecto desconocido que impone su escritura moderna en el tejido existente respetando el discurso arquitectónico local heredado de los valores clásicos. En este sentido, se une a la modernidad clásica de las construcciones del arquitecto Fernand Pouillon.
Su notable habilidad en el uso de proporciones, las referencias a la antigüedad y al clasicismo se recrean según un modernismo puro y sin arquetipos pintorescos superfluos que remite también al principio constructivo y estético del clasicismo moderno del arquitecto Auguste Perret para quien "el sentido eterno de las líneas y de las formas" preside su obra.
La operación obtiene antes del final de las construcciones una notoriedad nacional difundida en una de las mayores revistas de arquitectura especializada de la época, y aún hoy: Técnica y Arquitectura. La revista publica en 1961, un número especial dedicado a los logros más innovadores de la OTH, la oficina de estudios de París, adjunto a la realización del programa.
El redescubrimiento del patrimonio contemporáneo de la ciudad de Aix-en-Provence, es reciente.
La arquitectura del período de los Trento Gloriosas que hasta ahora no parece disponer de más que poco para enfrentarse al patrimonio clásico extremadamente rico y seductor de la ciudad histórica.
Pero el retroceso del tiempo hace que hoy la ciudad Beisson entre en la historia de la arquitectura francesa y se muestre como una construcción ejemplar del siglo XX.
Ilustra los valores de la estética de los años 1950-1960 alejándose de los clichés habituales vinculados a la teoría arquitectónica y urbana de este período: los del funcionalismo abstracto y de la producción de masa estereotipada.
Que este estudio permita preservar las cualidades patrimoniales del conjunto.
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