Damas y caballeros,
Queridos amigos:
No puedo comenzar estos votos sin evocar la memoria de quienes perdieron la vida en el atentado terrorista de Uagadugú el viernes por la noche. Y pienso en particular en la fotógrafa Leía Alawi. El anuncio de su muerte me ha conmovido tanto más cuanto que hace poco descubrí su trabajo, notable, en la Casa Europea de la Fotografía. Me imagino que muchos de ustedes han visto su hermosa serie, «Los marroquíes». Es de una gran artista, militante infatigable de la causa humana, de la que hoy estamos privados. Pienso también en las víctimas pakistaníes del atentado de esta mañana en la universidad de Bachan Khan en Charsadda - jóvenes, estudiantes. Cada día, el terrorismo manifiesta su odio hacia la cultura, y por eso, juntos, debemos hacer frente.
Así que aquí, donde todo comenzó, es donde quise entrar en el año 2016. Y me alegra mucho hacerlo con vosotros esta mañana, que testimoniáis con vuestra presencia, fiel y numerosa, vuestra adhesión al Ministerio de Cultura y Comunicación.
Aquí, en particular, dos hombres trabajaron para cambiar el destino de los artistas y de los franceses, concibiendo la primera política de la cultura que se proponía hacerla accesible a todos. Serán ochenta años en unos meses, y estos dos hombres eran Jean Zay y Georges Huisman.
Por tanto, es aquí donde quiero retomar el «interrogante decapante» que uno de mis predecesores se atrevió a lanzar, un día de noviembre, en el hemiciclo de la Asamblea Nacional: «un ministerio de la cultura, señoras y señores, ¿para qué? »
Esta pregunta no es nueva. Francia se honra, y mi Ministerio con ella, de tener mujeres y hombres de cultura interesados en interrogarse, regularmente, sobre la vocación de la calle de Valois, sobre el sentido de su intervención y la amplitud de su campo de acción.
Pero si la vuelvo a poner, es porque los tiempos han cambiado.
Por supuesto, existen limitaciones inéditas que cambian de forma duradera nuestra forma de actuar. La transformación digital no sólo choca con los fundamentos de nuestras políticas, sino que cambia radicalmente el terreno en el que las hemos construido. Junto con la mundialización, algunos la consideran una hidra de dos cabezas, difícil de controlar o reorientar, ya que sus mecanismos parecen incomprensibles para muchos.
El ciclo de descentralización ha llegado a su fin. Este término, junto con el necesario control del gasto público, pone de manifiesto la acción en favor de la cultura como lo que es: una opción política.
A estas limitaciones inéditas, que a veces no tienen nada de poético, me he esforzado por responder, desde que el Presidente de la República me confió la responsabilidad de nuestro Ministerio. Nos han exigido inventiva. Volveré sobre ello. Pero es en otro lugar donde hay que buscar la razón para hacer surgir de nuevo el interrogante decapante.
Así que un ministerio de cultura, damas y caballeros, ¿para qué?
A esta importante cuestión, el año 2015 habrá aportado la respuesta más trágica y a la vez más llamativa.
Dos veces nuestro país fue golpeado. Herido en su carne, fue también herido en sus valores, en lo más profundo de lo que es y de lo que lo funda.
En enero fue especialmente la libertad de expresión. Fue también la laicidad.
En noviembre fue la vida cultural, en su apertura y en su simplicidad misma.
Dos veces nuestro país se levantó. Se volvió hacia el Estado. El servicio público de la cultura, como todos los servicios públicos, estuvo a la altura de estos dramáticos acontecimientos. Permítanme hoy rendir homenaje a quienes estuvieron presentes - y siguen estando presentes - en la redacción de Charlie Hebdo en enero, entre los profesionales de la música en noviembre. Permítame saludar a todos los que garantizan la seguridad de los lugares de cultivo. Su trabajo es a veces poco conocido; con una conciencia profesional sin igual, han demostrado lo valiosos que son, por no decir irremplazables.
En dos ocasiones, los franceses, sacudidos, se volvieron hacia el Estado. Y también se dirigieron a los intelectuales, a los artistas, a la cultura. Porque quieren comprender; porque quieren expresarse; porque quieren volver a experimentar esos vínculos, que nos unen, que nos unen, a pesar de todo, a pesar de todo. Estos vínculos con los que formamos una nación, los esperan también de la cultura; los buscan en la vida cultural de nuestro país.
Porque no han olvidado que en Francia el Estado hizo la Nación y lo estableció por la lengua y la literatura. Sin una política cultural, a Francia le falta algo para vivir como nación.
Entonces, un Ministerio de Cultura, ¿para qué?
La cuestión, como todos sabemos aquí, no tiene nada que ver con la utilidad. Tiene que ver con el sentido de lo que hacemos. Me corresponde a mí, a nosotros colectivamente, responder. El año 2016 será, para la cultura, una hora de verdad.
Porque si no respondemos a esta inmensa expectativa, ¿quién más lo hará?
Si no respondemos con el arte, que cuenta tan bien lo que somos, lo que podemos ser, o lo que debemos evitar a toda costa, ¿quién más lo hará?
Si no respondemos con la cultura, es decir, con la capacidad de dejarse interpelar, maravillar, perturbar, ¿quién más lo hará?
Si no respondemos con cultura, entonces los defensores del repliegue y de la identidad petrificada responderán por nosotros. Y lo harán persiguiendo con su venganza la creación contemporánea, llamando a la vuelta al orden moral, atacando la libertad de los artistas, a los propios artistas. Han demostrado ampliamente su habilidad para hacerlo este año. A fuerza de desenterrar las raíces, a las que tanto les gusta referirse, acabarán por hacernos árboles muertos.
No les dejemos el campo libre. Estemos a la altura de la promesa que lleva la cultura.
Esto plantea otra pregunta: ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Cómo podemos hacerlo el próximo año? ¿Qué método debemos recordar, qué horizontes y líneas de fuerza debemos consagrar en 2016 y en los años venideros?
Tendremos la oportunidad de debatirlo juntos, en el marco de las Asambleas de la Cultura, que pienso iniciar, en toda Francia, en primavera. Deseo que reúnan ampliamente a los artistas, a los actores culturales, a las colectividades territoriales, sin las cuales no podemos actuar. Próximamente tendré ocasión de evocarlo ante los miembros del Consejo de las colectividades territoriales para el desarrollo de la cultura. Debemos reflexionar juntos sobre la manera en que realizamos y aplicamos nuestras políticas artísticas y culturales para que lleguen a todos y en todo el territorio. Ha llegado el momento de afirmar el lugar y el papel de la cultura en la Francia que queremos y en el mundo que viene.
Sin embargo, esta mañana expondré ante ustedes las prioridades de mi Ministerio y de sus instituciones públicas. Están divididas en tres movimientos: democratización, renovación, independencia y pluralismo de los medios de comunicación.
La democratización es la primera necesidad. Se habla mucho de ello desde hace mucho tiempo. Se trata de hacer, de hacer cada vez más y de hacer otra cosa. Porque las prácticas culturales de los franceses han cambiado. La práctica amateur, las nuevas escrituras, el lugar del internet y de la televisión, el financiamiento participativo, la experimentación... Estas prácticas se inventan también fuera de las instituciones. Los franceses esperan que se les reconozca y se les dé espacio. Por eso prefiero el término participación al término democratización. Partamos de lo que son y a lo que aspiran. No se trata de decir que todo vale. Pero en una palabra, no esperemos a que vengan. Vayamos hacia ellos.
Por eso he hecho del desarrollo masivo de las acciones «fuera de los muros» una prioridad principal de los establecimientos públicos para el año que se abre. Allí donde la cultura no está suficientemente presente, en los territorios prioritarios, en las zonas rurales y periurbanas, el desarrollo de una oferta adaptada debe alimentar el deseo de venir a nuestros museos o teatros. Así contribuiremos a romper las barreras psicológicas que mantienen alejados de la cultura a una parte de nuestros conciudadanos. Si «Lire en Short», el festival del libro para la juventud, tuvo tanto éxito en 2015 - y agradezco a los organizadores -, es porque quería que se instalara en bases de ocio, como en Cergy-Pontoise, o en la playa, como en Marsella. En Clichy-Montfermeil, donde vamos a construir una Villa Medici de un género nuevo, deseé que se estableciera, a partir de 2016, una programación «antemuros». Este año le dedicaremos un millón de euros. Pero hay que ir más allá. He pedido a los establecimientos nacionales y a todos los operadores culturales que trabajen activamente en nuevas ofertas «fuera de los muros» para acercarse lo más posible a nuestros conciudadanos.
Por eso he hecho de la adaptación de las bibliotecas a los modos de vida de los franceses otra prioridad. Las mediatecas son el primer lugar de cultura que frecuentan. En nuestro país hay más de ellas que oficinas de correos. Los bibliotecarios están haciendo un gran trabajo para que la cultura y la lectura sean accesibles para todos. Al ampliar los horarios, por la noche o el domingo, modernizando su oferta, les daremos un lugar aún más central. Estaremos al lado de las comunidades que emprendan este camino.
Por eso he firmado con los grandes profesionales del sector inmobiliario un acuerdo para que cada edificio recién construido en Francia acoja una obra de arte. «Un edificio, una obra» va más allá de la extensión del 1% cultural. Es una manera de situar la obra de arte en el centro del lugar más cotidiano - el lugar de trabajo, el lugar de vida - de sensibilizar a todos sobre el arte contemporáneo, apoyando a los artistas de nuestro país.
Por eso quiero hacer evolucionar las misiones de los conservatorios y devolverles un lugar central en las acciones de educación artística y cultural, en la apertura de las estéticas enseñadas, en la diversidad y la ampliación de los públicos acogidos.
Por eso he querido estructurar nuestra política de arte vivo para la infancia y la juventud en los años venideros con «Generation Belle Saison», que toma el relevo de 18 meses de experiencias concretas y exitosas en este ámbito.
Estos son algunos ejemplos que demuestran que la democratización no es un encantamiento ni un deseo piadoso. Habría que mencionar también el acceso privilegiado, reservado a los públicos escolares y a los más alejados de la cultura, un día a la semana, en tres museos emblemáticos de Francia. Por último, habría que insistir en el reconocimiento de la práctica amateur en la ley o en el desarrollo sostenido de la educación artística y cultural, a la que dedicaremos, incluso el año próximo, medios suplementarios. Todo ello responde al mismo espíritu, a la misma ambición: tender cada vez más a la participación de todos en la vida cultural de nuestro país, comenzando por los más jóvenes.
Para que los franceses se sientan parte de la vida cultural y se refuercen los vínculos con los que formamos una Nación, es necesario también que ésta refleje más las riquezas que los bloqueos de nuestra sociedad. En una palabra, para nosotros se trata de alentar y favorecer la renovación - François Mitterrand decía la ruptura con el orden establecido. Esta es la segunda prioridad que abordaremos en 2016.
La renovación es ante todo la juventud, la gran prioridad de este quinquenio. En 2015, con las Asambleas de la Joven Creación, construimos nuevas medidas en favor de la generación de artistas que viene: apoyo al acompañamiento, a las residencias, a las incubadoras culturales, a los terceros lugares... En 2016, se trata de ponerlas en práctica. Le dedicaremos más de siete millones de euros. Las instituciones de educación superior cultural, que seguiremos reformando, desempeñarán un papel esencial.
La renovación es también diversidad. Instalé un Colegio de la Diversidad el mes pasado cuya vocación es hacer progresar esta obra. Para mí es un reto esencial. El Ministerio, las instituciones públicas y las empresas públicas bajo su tutela deberán ser ejemplares, como en el caso de la igualdad entre mujeres y hombres.
La renovación pasa finalmente por la reflexión que llevaremos sobre el museo del mañana. ¿Cómo renovar las interacciones con el público? ¿Qué forma podría adoptar la relación con las obras? ¿Cómo evolucionan los oficios? Estas son las preguntas que tendremos que hacernos para dibujar el museo del siglo XXI.
Participar en la vida cultural de nuestro país es también participar en su vida democrática.
En esta perspectiva, garantizar la independencia y el pluralismo de los medios de comunicación es un reto fundamental. Sin periodismo y sin periodistas, no hay conversación nacional.
Seguiremos trabajando en ello aplicando la reforma de las ayudas a la prensa: queremos ayudar más y ayudar mejor allí donde se juega el pluralismo y el futuro de la prensa. Mi Ministerio emprenderá un amplio trabajo de reclasificación de la prensa revista, para que la ayuda postal se dedique prioritariamente a la prensa de Información Política y General y a la prensa del Saber y del Conocimiento a partir del 1 de enero de 2017.
En lo inmediato, la redistribución del esfuerzo del Estado nos ha permitido llevar a cabo dos obras: la ampliación de la ayuda a los periódicos de escasos recursos publicitarios a todas las revistas de Información Política y General, y la creación de un fondo de apoyo permanente a los medios de comunicación comunitarios.
Reforzar el pluralismo de los medios de comunicación es también preparar su futuro. Por lo tanto, estaremos al lado de los nuevos medios de información que quieren despegar, mediante el apoyo a la innovación, la reforma del fondo estratégico, una beca para la creación de nuevos medios, mediante la puesta en marcha de un programa de incubadoras y de investigación. Tendré ocasión de volver sobre este plan en favor de la emergencia y la innovación.
Reforzar el pluralismo de la información es también la vocación del proyecto de cadena de información pública, llevado a cabo por France Télévisions con el concurso de los demás actores del sector audiovisual público. No ignoro las reticencias, ni siquiera las preocupaciones sobre la forma que adoptará. Por mi parte, había hecho de la descodificación de la información uno de los ejes principales de la hoja de ruta que había preparado para la nueva presidencia en 2015. En efecto, considero que el servicio público tiene una singularidad que reivindicar.
El pluralismo y la independencia de los medios de comunicación a veces necesitan estar mejor garantizados por la ley. A fortiori en un contexto de concentración de los medios de comunicación como el que vivimos hoy en todo el mundo. Con Patrick Bloche, a quien saludo, trabajaremos en el próximo año en una propuesta de ley en este sentido.
Porque son en esencia el objeto de investigación y de trabajo de los historiadores, los archivos participan también en la conversación nacional: son indispensables para una interpretación científica, serena y apaciguada de lo que constituye nuestra historia. En las próximas semanas tendré también la oportunidad de presentarles mi política en favor de los archivos.
Así pues, damas y caballeros, responderemos al deseo de los franceses de participar en la conversación nacional. De este modo, daremos una nueva fuerza a los vínculos que nos unen: es mediante la participación de todos en la vida cultural, por el lugar que se concede a la juventud y a la diversidad como lo lograremos. ¿Lo habremos logrado a finales de 2016? No, sin duda. Pero debemos esforzarnos por hacerlo nuestro principal objetivo. Mi Ministerio se comprometerá a ello con carácter prioritario el año próximo y en los años venideros.
Y si hoy puedo comprometerlo en este camino, es porque he obtenido recursos en consecuencia. Estamos entrando en el año 2016 con un crecimiento presupuestario del 2,9%. El Primer Ministro lo había prometido y ha cumplido su palabra. Esto demuestra que el Gobierno en su conjunto comparte conmigo la voluntad de hacer de la cultura una prioridad. Es una señal tanto más fuerte cuanto que los márgenes de maniobra son extremadamente limitados y que el Estado debe reforzar los medios que consagra a la protección de los franceses y a la lucha contra el desempleo.
Estos recursos nos permiten hoy asegurar la financiación de la diversidad del cine francés, en particular con la extensión del crédito fiscal.
Nos permiten reforzar nuestro atractivo en materia de creación audiovisual.
Nos permiten ayudar a France Télévisions a corregir sus cuentas, sin poner en tela de juicio sus compromisos en favor de la creación, gracias a 25 millones de euros suplementarios.
También nos permiten reforzar la financiación del espectáculo vivo - que sufre mucho en este momento - reformando y aumentando en particular nuestras ayudas a los equipos artísticos, conjuntos y compañías. A ello hay que añadir un crédito fiscal especial. Volveré sobre ello, a partir de mañana, con motivo de las Bienales del Espectáculo Vivo en Nantes.
Estos recursos son, sobre todo, hombres y mujeres que dedican su vida a la cultura en el seno del Ministerio. El Gobierno ha emprendido una gran reforma territorial, que implicaba de hecho una reorganización de nuestros servicios desconcentrados. Sé que esta reforma ha suscitado preocupación. Pero he luchado para que se preserve la capacidad de acción de las direcciones regionales. Su presencia se reforzará incluso a nivel departamental, y nuestros nuevos DRAC dispondrán de medios suplementarios. Cuando se quiere aplicar una política ambiciosa, hay que dotarse de los medios necesarios.
Si hoy puedo comprometer a mi Ministerio en esta política ambiciosa, es porque en 2015 consolidamos las políticas culturales que las necesitaban e iniciamos un amplio movimiento de modernización cuando era necesario. Y si he llevado a cabo estas reformas, es ante todo para acompañar a los artistas, valorizar su trabajo y permitirles vivir de él.
Es para los artistas y para que se conviertan en ellos que hemos estabilizado el régimen de la intermitencia. Para que puedan vivir mejor de su trabajo, el Primer Ministro ha aceptado la creación del fondo para el empleo, que representa otros tantos medios para apoyar la actividad creadora en su estructuración y en su funcionamiento. Por supuesto, seguiré con atención las negociaciones que se iniciarán entre los interlocutores sociales para la renovación del convenio sobre el seguro de desempleo. Deseo que en 2016 la crisis de la intermitencia quede definitivamente atrás.
Es para los artistas, otra vez, que he estado trabajando desde 2015 para adaptar la excepción cultural y la diversidad cultural a la era de la transformación digital.
Pienso en el acuerdo que firmamos para un desarrollo equitativo de la música en línea. Un estreno mundial.
Pienso en los acuerdos que hemos alcanzado para luchar contra la piratería y en nuestro trabajo para apoyar el desarrollo de la oferta legal.
Me refiero a la lucha que estamos librando en las instancias comunitarias para preservar y modernizar los derechos de autor.
Pienso en los acuerdos celebrados entre los productores y France Télévisions, que beneficiarán de forma duradera a la creación audiovisual.
Y pienso, por supuesto, en los créditos fiscales, que ya he mencionado. Facilitarán la transición a lo digital, por una parte, y la relocalización de los rodajes, por otra, en un universo cultural cada vez más competitivo.
También para los artistas presenté el proyecto de ley sobre la libertad de creación, la arquitectura y el patrimonio, aprobado en primera lectura por la Asamblea Nacional el pasado mes de octubre.
Es una gran ley para los artistas, porque consagra en nuestros textos la libertad de creación y la libertad de difusión. Separará lo artístico de lo político, inscribiendo en la ley de manera duradera la acción del Estado con ellos y con todos los que los acompañan.
Es también una gran ley para los arquitectos, que participan en la vida creativa de nuestro país y acondicionan el espacio cotidiano en el que vivimos. Les dará una nueva libertad. Nuestra Estrategia Nacional de Arquitectura la acompañará.
Por último, es una gran ley, una ley de progreso, para el patrimonio. Porque no lo olvido. Soy plenamente consciente de su importancia. Ocupa un lugar esencial en la vida cultural de los franceses. El patrimonio nos reúne; participa en la identidad y en la vida cultural de los territorios; contribuye a hacerlos más atractivos.
Al crear las ciudades históricas, protegeremos mejor estos barrios notables, testigos de nuestro pasado, y los valoraremos más. Muchos centros de las ciudades medianas, que se vacían, se empobrecen y se ven amenazados hoy en día, encontrarán el apoyo que esperan. Y no dudo que las ciudades históricas pronto tendrán, en el espíritu de los franceses, el mismo valor y la misma importancia que los monumentos históricos.
Protegiendo los bienes muebles que les son unidos, creando los dominios nacionales, devolviendo todo su lugar a la dimensión científica de la política pública de la arqueología preventiva, modernizamos nuestra política del patrimonio y de la arqueología.
Todavía hay preguntas, lo sé. El debate sobre el proyecto de ley continuará en 2016 - lo presentaré al Senado el próximo mes - y tendremos otra oportunidad de mejorar el texto. Pero no lo duden: esta ley reforzará los fundamentos de nuestras políticas y contribuirá a hacer crecer la vida cultural.
Todos estos trabajos, mis queridos amigos, los hemos emprendido y realizado en apenas dieciocho meses. Y quiero decir hoy mi orgullo de poder apoyarme en una administración ministerial de altísima calidad, capaz, en tan poco tiempo, de llevar a cabo tantas reformas esenciales. El camino, como dije, no se detendrá ahí. Lo escribiremos juntos. Habrá obstáculos. Pero no tengo miedo de la magnitud de la tarea.
Tengo confianza, porque creo que es necesaria en vista de lo que esperan nuestros conciudadanos de la vida cultural de nuestro país. Esperan que siga haciéndolos cada vez más libres; esperan que siga dando espesor a ese vínculo, a veces un poco abstracto, que nos hace una Nación.
Georges Huisman, a quien mencioné en el preámbulo de este discurso, pronunció un día un gran discurso sobre la política cultural que quería llevar a cabo, bajo la autoridad de Jean Zay. Fue en 1937, Salle Pleyel. Insistió en la necesidad de establecer nuevas relaciones entre el arte y el Estado, constatando que se habían perdido muchos actos. Insistía finalmente, multiplicando los ejemplos concretos, en la necesidad de dar a todos el gusto del arte, evocando en particular la figura de Ernest Gaillard, «curador incomparable» del Museo de Cambrai. Gaillard fue uno de los primeros en tener esta preocupación de hacer accesible a todos la historia de la escultura, recurriendo a los medios de que disponía, desde moldes de obras famosas a conferencias abiertas a todos. Hizo de su museo un «hogar de cultura», en particular para los obreros, que irradiaba mucho más allá de las fronteras de la ciudad. Huisman creía en estas innovaciones, creía en estos gestos, porque hay que aprovechar, decía, del ocio y de la reducción del tiempo de trabajo, «para preparar a las nuevas generaciones a disfrutar de una cultura que la riqueza artística de Francia y el talento de sus creadores pueden distribuir con tanta magnificencia. »
Casi podría aceptar esas palabras.
Por lo tanto, les deseo un año 2016 al servicio de esta ambición y de esta generosidad.
Les deseo un año creativo, un año inventivo, un año cultural rico y denso.
Les deseo un año 2016 en el que las artes nos sigan empujando, interpelando y reuniendo.
Le doy las gracias.