Con la desaparición de Violette Verdy a la edad de 82 años, el mundo de la danza está de luto.

Como bailarina ante todo, pero también como coreógrafa y directora de compañías, pocos artistas habrán establecido como ella puentes tan sólidos - y tan fieles - entre Francia y América. Desde Roland Petit hasta George Balanchine, pasando por Jérôme Robbins, los coreógrafos más grandes de ambos lados del Atlántico habrán creado para ella papeles que, incluso hoy, son una referencia.

Es también en los Estados Unidos y en Francia donde Violette Verdy desarrollará las otras facetas de su compromiso con la danza. Primero, entre 1977 y 1980, como directora de danza del Ballet de la Ópera de París, donde fue la primera mujer en dirigir esta prestigiosa casa; luego, entre 1980 y 1984, como directora del Boston Ballet.

Violette Verdy, una pedagoga nacida, seguía enseñando al más alto nivel a los 82 años, contribuyendo a difundir el método Balanchine. Profesora en Bloomington, donde vivía, acababa de animar en 2015 una pasantía en su ciudad natal de Pont-l'Abbé, en Finisterre.

Era una artista carismática, cuyo arte y forma no ha dejado de ser una fuente de inspiración para todos los bailarines, generación tras generación.