El compositor de París siempre será París y de Felicia también se había impuesto como uno de los melodistas más brillantes y prolijos del período de entreguerras. Casimir Oberfeld habrá ofrecido así algunos de sus mejores éxitos a Maurice Chevalier, Fernandel, Arletty o incluso Mistinguett. También se le deben innumerables músicas de películas, operetas y revistas, sin contar los tangos, los hi-hats, los pasos dobles que han hecho bailar a toda una generación.
Nacido en Polonia, Casimir Oberfeld había elegido a principios de los años treinta instalarse en Francia, donde se convertiría en el más parisino de los parisinos. En 1943 fue deportado a Auschwitz, donde murió dos años más tarde, mientras que los nazis decidieron evacuar a los prisioneros que aún estaban en libertad.
Enterrado en la fosa común de un pequeño cementerio checo, su cuerpo fue identificado en 2011. Hoy, gracias a los esfuerzos de su hijo, sus cenizas están enterradas en el cementerio Montmartre de París. Casimir Oberfeld ha vuelto para descansar no en su tierra natal, sino en Francia, en su país de adopción y en su patria de corazón.