Es una mujer libre y provocativa, aventurera de verbo alto, que acaba de desaparecer a los ochenta y un años.

Periodista y escritor insolente, en la línea de los húsares, Geneviève Dormann tenía como única brújula sus placeres y sus rabias. Le gustaba polemizar en las columnas del Figaro literario, del Point, de Marie-Claire. También le gustaban mucho las justas en directo, en la radio, donde sabía como nadie hacer la risa inteligente.

Entre sus numerosas novelas y ensayos, «Le Bal du dodo» le valió el Gran Premio de la novela de la Academia francesa en 1989. Ella, sin embargo, era tan poco académica.

Mis pensamientos están con su familia y sus seres queridos.
París, 13 de febrero de 2015