Me entristece saber que Francois Dagognet nos ha dejado.
Es una gran figura de la filosofía, de trayectoria notable y singular, que desaparece.
Filósofo y médico a la vez, discípulo de Georges Canguilhem e inspirado por Gaston Bachelard, François Dagognet se distinguía tanto por su eclecticismo como por su pluma alerta: nos habrá dejado una cincuentena de obras que tratan tanto de química como de estética o de filosofía del trabajo, pero también de biología y medicina, que era el centro de su trabajo de investigación.
Habrá demostrado toda su vida un gusto inmoderado por el saber y el descubrimiento, la precisión de los conocimientos, una voluntad de comprender lo real y de describirlo, poniendo las cosas y los objetos en el centro de su búsqueda filosófica para comprender el mundo.
Quien se decía «materólogo» más que «materialista» juzgaba que para comprender el espíritu había que pensar primero el objeto, porque la interioridad está totalmente en exterioridad. Veía al filósofo como un viajero más que como un explorador de las profundidades y reivindicaba el derecho a abrazar lo real en su totalidad.
Hemos perdido a un filósofo de las ciencias, pero también a un gran amante del arte contemporáneo, porque decía, «los artistas son físicos».
Mi pensamiento va a su familia y a sus seres queridos, así como a todos los que han conocido su filosofía, porque ahora son huérfanos de un pensamiento incansable audaz y entusiasta. Echaremos de menos su curiosidad insaciable.
París, 4 de octubre de 2015
Communiqué de presse