Con Françoise Seligmann, desaparecida a la edad de 93 años, perdemos una personalidad radiante, múltiple, de nuestro paisaje político y cultural.
Antigua resistente, figura histórica del socialismo cerca de Pierre Mendès-France, fue toda su vida a la vanguardia de los grandes combates de justicia de su siglo.
Periodista comprometida, fundó en 1946 La Française, periódico feminista en el que participó Albert Camus. Se ilustró junto a Claude Bourdet, fundador de France Observateur, convertido en Le Nouvel Observateur. Apasionada de historia (publicó cuatro libros de memorias sobre el período 1940-45), amante de la cultura, se sentó en los comités de administración del Teatro de la Ciudad y del Teatro musical del Châtelet. Generosa, había donado al museo Carnavelet 160 obras de la Belle Époque que ilustraban el universo proustiano, que habían pertenecido a su marido, el gran anticuario y coleccionista François-Gérard Seligmann.
Françoise Seligmann siempre ha sabido encarnar sus ideales de solidaridad, como lo demuestran el Premio Seligmann contra el racismo y la Fundación Seligmann para el «vivir juntos contra el racismo», que premian y apoyan proyectos llevados por centros escolares. Estos actos son sus mejores manifiestos.