Los sucesivos dictámenes de la Academia de Ciencias (2013) y de las Academias de Medicina, Ciencia y Tecnología (2019) desaconsejan la exposición de niños menores de 2 años a las pantallas, en particular aquellos contra los que los niños son pasivos - como el de la televisión -, la sobreexposición que favorece el desarrollo de determinadas patologías (sedentariedad, obesidad, etc.). El seguimiento de la cohorte Elfe constituida por un grupo de 18.000 niños nacidos en 2011 permite describir, a escala nacional, el equipamiento de los hogares en pantallas y la frecuencia de exposición de los niños con las diferentes pantallas, pasivas o interactivas, durante los dos primeros años de vida.
Las pantallas están ampliamente presentes en su vida cotidiana: casi todos los hogares están equipados con ordenador, televisión, teléfono móvil y conexión a internet. Sin embargo, las actitudes frente a las pantallas son claramente divergentes, lo que demuestra que los niveles educativos varían según los medios sociales: a los 2 años, el 9% de los niños no consumen ninguno, mientras que el 4% consumen diariamente 3 ó 4 (televisión, ordenador o tableta, smartphone y videojuegos).
De todas las pantallas, la más familiar es la televisión: los niños de 2 años son 87% de los cuales la ven, 68% diariamente, y le dedican en promedio 6 horas y 50 minutos semanales. Por otra parte, es la pantalla que entra en la vida cotidiana de los niños más tempranamente: la mayoría de los niños comienzan a mirarla hacia 15 meses. Por otra parte, la frecuencia de la audiencia televisiva de los niños de 2 años varía según el nivel de diploma y la categoría socioprofesional de los padres, el nivel de ingresos del hogar, el tamaño de los hermanos y también la edad de los padres.
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