Financiación de las industrias culturales
La financiación de las industrias culturales frente al digital
I. Contexto
Las industrias culturales [1] abarcan diferentes sectores de peso económico: los más importantes por el peso económico son la televisión y la prensa escrita; luego la edición de libros y el cine; finalmente, mercados más pequeños: la radio, la música grabada, videojuegos, moda y diseño.
Las industrias de contenidos (música grabada, libro, cine, videojuegos) se describen como economías de «prototipo», caracterizadas por el riesgo y la especulación o la incertidumbre. Aunque las empresas de estos sectores aplican estrategias para reducir esta cuota de riesgo (aumento de las inversiones en marketing, aumento de la producción), ninguna puede garantizar de antemano el éxito de ninguna de sus producciones. El máster de una grabación fonográfica, de un videojuego o el negativo de una película es a la vez el prototipo y la serie.
De hecho, tres tipos de costes caracterizan a estas industrias: los relacionados con la producción (gastos de creación de contenidos), que representan costes fijos importantes; los relacionados con la reproducción (fabricación), costes variables, y, por último, los costes vinculados a la promoción, que son elevados.
El modelo económico de estos sectores - excepto el videojuego, que no posee derechos de propiedad literaria y artística - se basa esencialmente en remuneraciones directas basadas en la venta unitaria de soportes (físicos o digitales) correspondiente al derecho exclusivo de prohibir o autorizar, y sobre recursos indirectos a tanto alzado correspondientes a los regímenes de licencias legales (remuneración equitativa, canon por copia privada) denominados derechos afines.
El desarrollo digital ha modificado profunda e irreversiblemente los ecosistemas de estos sectores. Si bien el impacto sobre la producción de contenidos es esencialmente tecnológico (sin influencia notable en general, en la creación de nuevas estéticas), no ocurre lo mismo con la distribución y el consumo de los contenidos: la desmaterialización ha abierto posibilidades casi ilimitadas en términos de reproducción, difusión e intercambio en las redes.
Con una mayor abundancia de las obras, accesible en una casi inmediatez y simultaneidad, el paso a lo digital ha modificado profundamente las cadenas de valores de cada uno de los sectores cuestionando el predominio de los productores de contenidos (la parte superior)titulares del derecho de prohibir o autorizar la explotación, a favor de los difusores (el aval).
Tratándose de estos últimos, ya se trate de grandes grupos de telecomunicaciones (proveedores de acceso a Internet - ISP) o de industriales de la informática o del software (Apple, Amazon, Google...), su entrada en estos sectores tiende a trastornar el funcionamiento tradicional de «remontada de las recetas» históricamente instalado. Las industrias de contenidos cambian a un sistema de audiencia, en el que el acceso al consumidor y, en particular, el aumento de la renta media por usuario (ARPU) es el reto esencial. De hecho, los contenidos culturales se convierten en «productos de llamada» y el desarrollo de terminales, en particular no interoperables (iPod, iPad, ...), el medio de conservar a los compradores en un solo universo.
El valor tiende así a desplazarse hacia el exterior de las vías culturales tradicionales. El mercado de la publicidad en línea se ha desarrollado considerablemente. Actores como Google se han beneficiado claramente del aumento de la audiencia de Internet.
La desmaterialización de los contenidos, combinada con el aumento del rendimiento de las redes y la apropiación rápida y masiva de los terminales, ha favorecido además los usos ilícitos de los contenidos y, de hecho, una economía rentable de la piratería para algunos actores. En cuanto a la pérdida de ingresos para los sectores de las industrias culturales, en particular la música de la grabación y del cine, es igualmente probable que los usos ilícitos hayan contribuido por la mitad a esta caída [2], la otra se debe principalmente a la dificultad inicial de los actores, en particular de los productores, que han tenido que favorecer ofertas legales ricas y accesibles para los consumidores.
Desde el punto de vista del consumidor, esta transformación de los sectores podría representar en primer lugar un progreso, habida cuenta de la multiplicación de los usos permitidos por la desmaterialización. Sin embargo, si este último actúa como «polizón», puesto que ya no contribuye a la financiación de la creación, esto tendrá a medio plazo un impacto en la oferta, amenazando la diversidad de las expresiones artísticas y la renovación de los talentos.
II. Principales medidas adoptadas por los poderes públicos en apoyo de las industrias culturales
Las políticas públicas en materia de regulación de la difusión de las industrias culturales también están fuertemente afectadas por lo digital. Tanto si se trata en particular del derecho de propiedad intelectual como del derecho de la competencia, estas últimas se aplican más que nunca a escala europea e incluso internacional, lo que dificulta especialmente el ejercicio de la regulación nacional. Sin embargo, en Francia se han puesto en marcha varias iniciativas.
1. Garantizar la protección de los derechos y favorecer el desarrollo de la oferta legal
El proceso «Creación e Internet», iniciado con la firma de los Acuerdos del Elíseo el 23 de noviembre de 2007, implicó dos elementos: por una parte, proteger el derecho de autor en las redes digitales y, por otra, favorecer el desarrollo de una oferta legal diversificada y atractiva de contenidos culturales en línea.
El capítulo «protección de las obras» se tradujo, a partir del 1 de octubre de 2010, en la aplicación de la «respuesta gradual» destinada a prevenir la descarga ilegal, misión de la Alta Autoridad para la Difusión de Obras y la Protección de los Derechos en Internet (HADOPI) junto con su misión de fomentar el desarrollo de la oferta legal.
Al mismo tiempo, se han adoptado medidas específicas para cada uno de los sectores de las industrias culturales a fin de mejorar las condiciones de circulación de las obras. En el ámbito de la escritura, la traducción habrá sido, en particular, la aprobación de las leyes 2011-590, de 26 de mayo de 2011, sobre el precio del libro digital, y n ( 2012-287, de 1 de marzo de 2012, sobre la explotación digital de los libros no disponibles del siglo XX.
En el ámbito del cine, esta industria está mejor equipada para hacer frente a [3] a los usos desmaterializados. Además, la firma de un acuerdo sobre la cronología de los medios de comunicación en julio de 2009, así como la publicación del Decreto nº 2010-1379, de 12 de noviembre de 2010, relativo a los servicios de medios audiovisuales a la carta, han permitido a esta industria hacer frente a las dificultades que encuentra.
En el ámbito del videojuegoAdemás de los mecanismos de apoyo gestionados por el Centro Nacional de Cine y de la Imagen Animada (CNC), en 2011 se confió a D. Patrice MARTIN-LALANDE una misión de peritaje y mediación para determinar si debía crearse un régimen jurídico propio de este sector. La mediación debe continuar en 2012, dirigida por D. Philippe CHANTEPIE.
2. Apoyo estructural a las empresas (en particular las PYME y las empresas pequeñas y medianas)
El Instituto para la financiación del cine y las industrias culturales (IFCIC)
El Ministerio de Cultura y Comunicación (MCC) y el Ministerio de Economía, Industria y Empleo han confiado al 49 % del sector público, IFCIC, una institución de crédito de derecho privado una misión de interés general: contribuir al desarrollo, en Francia, industrias culturales, facilitando para estas empresas el acceso a la financiación bancaria. El IFCIC ofrece a los promotores de proyectos y a los bancos una garantía del 50 al 70 %. En el sector de la música grabada, el IFCIC garantiza en directo anticipos (préstamos a bajo interés) para apoyar la asunción de riesgos de las PYME y TPE independientes y asegurar su «re-bancarización» en el sector bancario tradicional. En efecto, casi un anticipo de dos facilita la concesión de un préstamo complementario.
A 31 de diciembre de 2011, el saldo vivo total de los préstamos garantizados y anticipos concedidos por el IFCIC ascendía a 836 millones de euros, es decir, 388 millones de euros en riesgo. Los créditos a corto plazo para la producción cinematográfica y audiovisual representan alrededor del 80 % del saldo pendiente garantizado.
a) Fondos de garantía
Se trata, en particular, de:
- Fondo Cine Audiovisual: dotado por el CNC, este fondo concede sus garantías en favor de los productores, distribuidores, exhibidores e industrias técnicas de la imagen;
- Fondo Industrias Culturales: dotado esencialmente por el MCC, reforzado por contribuciones de organismos profesionales, otorga sus garantías a todos los demás sectores de la cultura.
El ejercicio 2010 estuvo marcado por la creación de un nuevo fondo de garantías dedicado al teatro privado y, en diciembre, por la creación de un fondo de garantía para la producción cinematográfica europea dotado por el programa MEDIA de la Unión Europea.
b) Fondos para anticipos
La autorización bancaria del IFCIC se amplió para permitirle prestar directamente a determinadas empresas a las que la garantía del IFCIC no bastaba para acceder al crédito en buenas condiciones. El MCC confió así al IFCIC la gestión de un fondo de anticipos a las industrias musicales dedicado a las empresas independientes del sector musical (productores, editores y distribuidores) y destinado a apoyar sus inversiones de desarrollo o adaptación a la evolución de sus mercados. Desde entonces, siguiendo el modelo de este fondo, se han creado otros dos fondos para permitir anticipos reembolsables a los jóvenes creadores de moda (FAJEC) y a las empresas de prensa diaria y asimiladas de información política y general (FAREP).
3. Crear las condiciones para que los grandes actores digitales contribuyan a la financiación de la creación
Mientras que los actores de los sectores de las industrias de contenidos se enfrentan a graves dificultades, actores ajenos a estos sectores o situados al margen capturan una parte creciente del valor vinculado a la creación y difusión de contenidos. Algunos de estos actores contribuyen, directamente (Orange contribuye así a un fondo de la Sociedad de autores y compositores dramáticos - SACD) o indirectamente (en particular a través del canon por copia privada), a la financiación de la creación, pero según modalidades que a veces se consideran inadecuadas y por importes que a menudo se consideran insuficientes [4].
En cuanto a los actores multinacionales como Google, Apple, eBay o Amazon, realizan ingresos y beneficios considerables, especialmente en Francia, pero contribuyen poco o nada a la financiación de la creación y, más ampliamente, son poco gravados en el Hexágono ya que, en el marco de una optimización fiscal (legal), han instalado sus sedes en países con fiscalidad ventajosa. Así, según las estimaciones realizadas en el seno del Consejo Nacional del Digital (CNN), los cuatro grandes actores de la red que son Google, Apple, Amazon y Facebook no pagan actualmente más que 4,5 millones de euros en concepto de fiscalidad francesa, contra 500 millones de euros si estuvieran sujetos al impuesto de sociedades.
La aplicación de nuevas modalidades de contribución a la financiación de la creación de obras por parte de estos actores digitales debe ser objeto de un profundo peritaje.
Notas:
[1] Según la UNESCO, estas actividades se refieren a la creación, producción y comercialización de bienes y servicios cuya particularidad reside en la intangibilidad de sus contenidos de carácter cultural, generalmente protegidos por el derecho de autor.
[2] Fuente: La industria del disco. Nicolas CURIEN, François MOREAU. Referencias El descubrimiento, septiembre de 2006, pp. 64-65.
[3] Informe «creación y Internet» Patrick ZELNIK, Jacques TOUBON, Guillaume CERUTTI, enero de 2010.
[4] Fuente: informe «Creación musical y diversidad en la era digital», septiembre de 2011.
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