La conservación del patrimonio arqueológico mobiliario
Los objetos recogidos durante las operaciones arqueológicas se denominan «restos muebles» o «bienes arqueológicos muebles». Deben conservarse con cuidado, ya que son la memoria del sitio excavado. Al estudiarlos, a veces durante largos años, los investigadores podrán remontar la historia de los hombres.
La conservación preventiva
Sacados de la tierra, del agua, de una cueva donde se encontraban a veces desde milenios, los objetos arqueológicos pueden degradarse al contacto con el aire en cuestión de horas. La exposición a la sequía o la humedad, el calor o el frío, la luz o la contaminación pueden destruirlos. Para mantenerlos en buen estado, es indispensable tomar precauciones durante su extracción sobre el terreno, concederles cuidados adecuados durante el tiempo del estudio y almacenarlos en buenas condiciones. Estas medidas corresponden a lo que se denomina «conservación preventiva».
La conservación de los restos muebles se prepara desde la programación de una operación arqueológica, se pone en práctica durante toda la operación y continúa en los lugares donde se depositarán los objetos: depósitos, centros de conservación y de estudio, y museos.
El arqueólogo identifica los objetos y materiales más sensibles. Determina qué precauciones hay que tomar para mantener los vestigios en condiciones de ser estudiados y luego conservados a lo largo del tiempo. Puede recurrir al conservador-restaurador en arqueología, que está especializado en la conservación preventiva y la restauración de restos arqueológicos.
El conservador-restaurador en arqueología puede actuar sobre el terreno durante las operaciones arqueológicas para tomar muestras delicadas (una cerámica de tierra cruda en terreno húmedo, un vidrio roto en una multitud de fragmentos, un mosaico antiguo o un pavimento medieval, frescos derrumbados en el suelo...).
También interviene una vez finalizada la excavación aportando informaciones esenciales para la comprensión y la restitución de ciertos objetos tan degradados que ya no se pueden identificar. Les hace «hablar» para encontrar su pasado e interpretar el contexto en el que fueron encontrados. Por ejemplo, en un montón de óxido puede detectar una joya, un arma, un jarrón de metal, una herramienta, con sus decoraciones y elementos fabricados con otros materiales como el cuero, la madera o el textil. Analizando los microdepósitos recogidos en el fondo de un recipiente, se puede rastrear la composición de la bebida que contenía.
El conservador-restaurador preserva los objetos más frágiles realizando cajas y soportes adaptados. También realiza peritajes para la conservación preventiva y la restauración de vestigios a largo plazo en un depósito, un centro de conservación y estudio o un museo.
Conservar mejor para estudiar mejor: la conservación selectiva
En cada etapa de una operación arqueológica pueden adoptarse medidas de selección (prescripción, intervención sobre el terreno, entrega de los restos al Estado y almacenamiento definitivo). En ellas se evaluará el valor científico de la conservación de determinados bienes.
. Ficha La conservación selectiva1
. Ficha La conservación selectiva2
Conservación sostenible y política de los centros de conservación y estudio
El Ministerio de Cultura aplica en todo el territorio nacional una política de creación de centros de conservación y estudio, para reunir los restos muebles y la documentación arqueológica de un territorio que puede ir desde el municipio o la metrópoli hasta el departamento o la región.
Los centros de conservación y estudio permiten:
- acoger los vestigios cuya conservación perenne sea necesaria;
- garantizar una conservación preventiva eficaz;
- garantizar a los investigadores y estudiantes un acceso fácil para la continuación de los estudios iniciados, la realización de nuevas investigaciones y la publicación de los resultados de las operaciones arqueológicas;
- garantizar la gestión de los restos arqueológicos mobiliarios;
- realizar acciones de mediación de la ciencia dirigidas al público.
Llevada a cabo por las colectividades territoriales, el Estado, o en forma de asociación, la construcción de un centro de conservación y estudio debe responder a un pliego de condiciones que garantice la conservación de los restos.