La catedral de San Pedro de Montpellier, propiedad del Estado, posee un notable cuadro ejecutado hacia 1670 por el pintor Giovanni Battista Carlone (1603-1684), originario de Génova. Restaurado, acaba de ser instalado en la capilla Deydé, restaurada en 2019.
La obra representa la sagrada Familia cuando sale de Tierra Santa para ir a Egipto, huir de las persecuciones de Herodes y escapar de la Masacre de los Inocentes. La Virgen María y el Niño Jesús están encaramados sobre un asno sostenido por José, precedido por un ángel que le muestra el camino. Sobre un fondo de arquitectura de ruinas a la antigua y en medio de una vegetación exuberante de palmeras datileras, ángeles graciosos acompañan el cortejo y recogen frutos a los árboles para alimentar al niño y a sus padres, dando a la escena su otro título, El milagro de los dátiles.
Tras un préstamo en el Museo Fabre de Montpellier en 2019, para elexposición De mármol blanco y colores dedicado a la capilla Deydé, el cuadro fue transportado en junio de 2020 a Marsella ante el Centro Interdisciplinario de Conservación y Restauración del Patrimonio (CICRP). Se ha beneficiado de una estudio completo y de una restauración fundamental que duraron más de dos años.
Confiado a manos de conservadores-restauradores cualificados, pudo beneficiarse de la experiencia de los equipos del CICRP y de los medios técnicos del taller de pintura, especialmente para fotografías bajo diferentes luces.
Si bien la obra estaba globalmente en un estado de presentación adecuado, había sufrido sin embargo alteraciones que reducían a la vez su estabilidad física y su aspecto estético. El lienzo estaba muy relajado, a pesar de la presencia de un rentoilage realizado a mediados del siglo XX al mismo tiempo que el montaje en un bastidor fijo de madera: el rentoilage se ha conservado, pero el chasis sustituido por una estructura de aluminio más ligera.
El principal trastorno fue la presencia de una gran pieza de incrustación en la parte baja, que se había colocado para sustituir una zona lacunar. El lienzo antiguo había sido probablemente cortado para adaptarse a la forma de un altar o de un tabernáculo, y, en el siglo 19, el motivo había sido completamente pintado para completar la imagen, bastante torpemente porque los pies de los personajes y las patas del burro se ajustaban mal a la anatomía inicial. Finalmente se decidió conservar esta adición, ya que no planteaba ningún problema importante para la tensión de la tela y forma parte de la historia de la obra.
La limpieza también ha puesto de manifiesto la seis generaciones diferentes de barniz, y tres repintados más o menos desbordantes, lo que atestigua las anteriores campañas de restauración. La retirada progresiva de estos repintados fue seguida de una masilla de las lagunas por un revestimiento blanco, luego el retoque ilusionista en las carencias para dar continuidad de lectura a los motivos, y finalmente la colocación de un nuevo barniz protector.
El marco de madera doradaque data de principios del siglo XIX y muy pesado, se quedó en Montpellier, pero fue objeto de una limpieza y de una reanudación de los dorados antes del montaje del conjunto.
La obra fue colocada en las paredes capilla Deydéhoy consagrada a san Roque, después de haber procedido al traslado de otros dos grandes cuadros. Aunque se presentaba desde finales del siglo XIX en la nave lateral izquierda, recupera así su ubicación original, tal como estaba colgada en el siglo XVII. Aunque los detalles finos de la pintura de Carlone no se pueden ver de cerca, el visitante de la catedral puede admirar mejor el movimiento que anima la escena, con el dedo del ángel guiando a la vez a la Sagrada Familia y apuntando hacia el coro de la catedral.
La restauración del cuadro fue realizada por Iris Brunner, Marie Connan y Josef Vojtek, conservadores-restauradores especializados en pintura de caballete, bajo la dirección del Estado (Drac Occitanie, conservación regional de los monumentos históricos), propietario de la obra. El coste total del estudio, las obras y la instalación ascendió a 92.593 euros.
La restauración fue seguida por un comité científico asociando Alain Chevalier, director del museo de la Revolución francesa - dominio de Vizille (Departamento de l'Isère), y Pierre Stépanoff, conservador del patrimonio en el museo Fabre de Montpellier, ambos especialistas de la pintura antigua.
