Eva Kleinitz había asumido sus funciones en 2017 en Estrasburgo y había sabido impulsar un viento nuevo a una de las casas líricas más antiguas de Francia, plenamente convencida del papel fundamental de la cultura en el equilibrio de la sociedad. Así, había concebido un proyecto en el que la exigencia artística estaba vinculada a un amplio capítulo cultural destinado a poner al alcance de todos ese arte singular que es la ópera, lugar de encuentro del patrimonio y de la creación donde se mezclan música, danza, dramaturgia y puesta en escena.
A los 47 años, su rica carrera la había guiado entre las más grandes casas europeas, desde el Teatro Real de la Moneda en Bruselas a la Ópera de Stuttgart, pasando por el festival de Bregenz en Austria, y luego la Ópera Nacional del Rin, desde hacía solo dos años. Profesional reconocida por sus pares, presidió la red Opéra Europa y fue una ardiente militante de una cooperación europea de las casas líricas. En Estrasburgo encarnaba maravillosamente los lazos franco-alemanes y, más en general, la idea de la cultura a escala europea.
Su personalidad entrañable y luminosa le había permitido desarrollar colaboraciones inéditas que superaban las divisiones estéticas tradicionales y contribuían a una mayor democratización de la cultura.
Franck Riester, ministro de Cultura, toma parte en el dolor de todos los que la conocieron y expresa sus más sinceras condolencias a su familia y a sus allegados.