Deseo ante todo agradecer vivamente a la UNESCO, en particular a su directora general, querida Audrey Azoulay, y a su subdirector general para la cultura, querido Ernesto Ottone. Se ha dado cuenta de la hazaña de reunirnos hoy. Felicito calurosamente a todos mis homólogos, movilizados como nunca ante esta crisis sin precedentes.
El sector cultural se ha visto gravemente afectado por esta crisis. Fue uno de los primeros en sufrir los efectos y será sin duda uno de los últimos en reanudar una actividad «normal».
El Gobierno francés se ha comprometido a que los actores de la cultura se beneficien de las medidas de urgencia establecidas en el marco de un plan de apoyo global y transversal por un importe global de 110000 millones de euros.
También he pedido que se adopten medidas sectoriales, con carácter subsidiario y complementario, para tener en cuenta las situaciones particulares de todos los agentes culturales. Este plan específico se reforzará próximamente con un importe de 22 millones de euros. A ello se suman las iniciativas de los entes territoriales y de los agentes privados.
Todavía estamos en el centro de la crisis, pero ahora debemos imaginar colectivamente el próximo mundo. Este mundo tendrá, más que nunca, necesidad de Cultura. Permitidme, desde esta perspectiva, compartir con vosotros algunas convicciones.
Debemos prestar toda nuestra atención a los artistas y a los creadores: son la fuente y la esencia misma de las artes y de la cultura. Sin embargo, en muchos aspectos constituyen el eslabón más frágil. En Francia, un primer plan de emergencia específico ha proporcionado un apoyo y un acompañamiento indispensables a nuestros creadores, cuya actividad se ha detenido tan brutalmente. Sé que la UNESCO también está atenta a esta situación.
Esta crisis plantea también la cuestión del lugar de lo digital en nuestras sociedades. La oferta cultural en línea experimenta en este momento una formidable efervescencia, que habrá que seguir alentando. Pero la preocupante proliferación de los Infox (fake news) a la que asistimos muestra también hasta qué punto el digital puede ser portador de desinformación. Por lo tanto, debemos seguir movilizados en este tema y garantizar el acceso a una información pluralista e independiente, indispensable en toda democracia.
Por otra parte, en las circunstancias actuales, la UNESCO ha recordado hasta qué punto es esencial el acceso a una información de calidad.
En términos más generales, debemos reafirmar los principios y objetivos de la Convención de 2005 sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales. La crisis actual demuestra la gran importancia de las políticas de apoyo a los sectores culturales y creativos en todas las etapas de la cadena de valor. Confirma la necesidad de integrar la cultura en el centro de las políticas de desarrollo sostenible.
Por último, unas palabras sobre el patrimonio, material e inmaterial, que constituye un factor de resiliencia y cohesión tan valioso en el contexto actual. Deseo, pues, rendir homenaje a la experiencia excepcional de la UNESCO al servicio de la protección y la valorización del patrimonio de la humanidad.
Estimados colegas:
La respuesta a una crisis de esta magnitud sólo puede ser global. Para seguir haciendo resonar la cultura en toda su diversidad, debemos ciertamente cambiar nuestros hábitos, nuestros marcos nacionales, unir nuestras fuerzas, nuestras ideas y dar prueba de solidaridad.
La UNESCO constituye para ello un foro natural de intercambios y de acción.