Cru bordelais de excepción del año 1936, Philippe Sollers se ha extinguido: dejando atrás tantos libros como años y el recuerdo de una malicia incisiva que mueve las líneas.
Como un prolegómeno con una vida de cambios, Philippe Sollers pasa su adolescencia saliendo de las casillas donde se le empuja a entrar. Deja Talence por una educación jesuita en Versalles, abandona luego a los religiosos para abrazar estudios de comercio que abandona muy rápidamente para consagrarse a lo que será la «pasión fija» de su vida: la literatura. Pero para él, ella se siente más que se estudia. Prefiere frecuentar a los escritores vivos en el café que a los muertos en los bancos de la universidad y, cercano a Francis Ponge, se deja convencer de publicar una primera novela que actúa como un golpe en el paisaje literario francés al atardecer de los años 50: Una soledad muy extraña.
Admirado por Mauriac, Ponge, Aragón por esta primera novela cuya escritura asombra y la libertad decoiffe, Philippe Sollers hace su entrada en literatura con sobre los hombros el peso del prodigio que se espera - lo lamentará más tarde - el milagro siguiente. Será Tel Quel, revista literaria donde se encuentran contemporáneos y clásicos desconocidos en torno a los cuales se debaten todos los intelectuales franceses de las burbujeantes décadas de 1960 y 1970. Si Philippe Sollers nunca deja de escribir, pronto se convierte, junto con su esposa Julia Kristeva, conocida a los ojos de todos como un incansable animador de los debates intelectuales posteriores al 68, para quien interesarse por Mao, Sade y Juan Pablo II no es nada incompatible.
A l'aventure Tel Quel, sucede, en 1983, la creación de una nueva revista: L'Infini - guiño quizás a los Paradis non ponctués que lo habían inscrito quince años antes en la estela de la nueva novela. En la colección epónima de las Ediciones Gallimard, que él imagina como una resistencia del tiempo largo de la escritura literaria a la inmediatez de las breves informaciones, descubre nuevos autores, de Philippe Forest a Yannick Haenel, de Catherine Cusset a Cécile Guibert, y también hace hincapié en los textos críticos. Durante dieciocho años, escribe cada mes en El mundo de los libros, dirigido por la amiga de una vida, Josyane Savigneau. Su erudición se encarna en La guerra del gusto, suma de todas sus luchas. Él mismo novelista de éxito desde el triunfo de Mujeres, en 1983, ensayista y pronto periodista no se deja encerrar en ningún estilo y a menudo hace dialogar en sus textos realidad y ficción.
En el último tercio de su vida literaria, Sollers abre la puerta a su intimidad. Eternamente burlón, siembra sin embargo la duda en la mente de su lector titulando sus memorias Una verdadera novela, luego - en 2021 - su autobiografía Agente secreto. Se descubre, como en su correspondencia publicada en 2017 con Dominique Rolin, un amante doble y sincero, un parisino de la tierra, un dandy más simple de lo que parece.
Gran agitador de la vida de las ideas y de las palabras desde los años cincuenta, Philippe Sollers puso mil vidas en sus palabras y vivió su vida como una verdadera novela.
Expreso mi más sentido pésame a su esposa, Julia Kristeva, a su familia y a sus seres queridos.