Pedagogo, pensador y practicante apasionado de las ciudades del mañana, Philippe Panerai, arquitecto urbanista ilustrado, nos ha dejado.

Intrigado desde la adolescencia por la forma en que se forman las ciudades y se erigen los edificios, Philippe Panerai consigue integrar a mediados de los años 1960 la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de París en la sección de arquitectura. Durante su formación, que lo apasiona y lo revuelve a la vez, la enseñanza le parece entonces desfasada de las realidades probadas de la ciudad, se acerca al Atelier Arretche donde hace sus primeras armas prácticas antes de continuar sus estudios con Henri Lefebvre en el Instituto de Urbanismo de la Universidad de París.

Cuando 1968 llega, Philippe Panerai se compromete con sus compañeros para hacer valer una visión más moderna, más social también, de la arquitectura. El resultado será la creación en 1969 de la Escuela de Arquitectura de Versalles, que revoluciona la manera de enseñar y pensar la arquitectura. Joven profesor, defiende una visión de su disciplina donde arquitectura y urbanismo son inseparables. Lejos de los proyectos ficticios de edificios sobre un terreno del que se ignora todo, su enseñanza, su teoría y su práctica militan por una arquitectura que tenga en cuenta las especificidades de cada lugar, la importancia del parcelario como unidad constitutiva de la ciudad, las interacciones entre sus usuarios, la libertad de sus habitantes. A lo largo de su carrera, los numerosos libros que escribirá o co-escribirá para defender esta nueva concepción de la ciudad, del ilôt al barre, siguen siendo hoy referencia.

Convencido de que no se puede pensar en la ciudad sin contribuir a diseñarla, Philippe Pannerai amplió en los años 1990 su recorrido a la dirección de obra. Con la agencia Seura, luego en el seno de la agencia Philippe Panerai forma propuestas exigentes al servicio de las políticas públicas, para responder a los desafíos de la creación de barrios, de la renovación urbana y de la ordenación de los grandes territorios, lo que le valió obtener en 1999 el Gran Premio de Urbanismo. Fue también en este período cuando participó en la creación y definición de los programas de la nueva Escuela de Arquitectura de París-Malaqués, de la que ocupó con brillantez la presidencia de 2000 a 2003.

Tanto en su enseñanza como en su práctica, Philippe Panerai está atento a las diferentes escalas y a la multiplicación de los puntos de vista: una preocupación que le impulsa por los caminos del mundo y no dejará de alimentar sus reflexiones. Eternamente curioso, forja así su pensamiento en el encuentro con otras formas urbanas recorriendo, analizando y dibujando las ciudades, ya sean metrópolis mundiales como Guanzhou, El Cairo, Beirut o Brasilia, capitales regionales o bastidas del suroeste de Francia. Las universidades, en Estados Unidos, Brasil, Italia o España, lo invitan a ser profesor asociado.

Llevado durante todo su recorrido por el deseo de compartir, debatir, transmitir y formar, Philippe Panerai dedicó su vida a esbozar soluciones que acercan el espacio público a las esperanzas que sus habitantes han depositado. Hoy perdemos a un gran profesional, cuyos libros seguirán imprimiendo su marca en la trama de nuestros sueños urbanos.

Expreso mi más sentido pésame a su esposa, familia, asociados y seres queridos.