Director singular, para siempre vinculado a la escena teatral de Le Mans, François Tanguy se ha extinguido. En sus escenografías de equilibrio científico, François Tanguy hacía dialogar juegos de sombras y luces, músicas fascinantes y potencia poética para ofrecernos, durante más de treinta años, espectáculos de aura única.

Nacido en Caen, es en Le Mans que François Tanguy se instala y dirige desde los años 1980 la compañía del Théâtre du Radeau antes de crear La Fonderie, en 1992. Por la magia del colectivo, este antiguo garaje se convierte en un lugar vibrante dedicado al arte, al intercambio, a la experimentación y a la resistencia frente a las ideas recibidas. «No hago teatro para que mis espectáculos muestren puntos de vista sobre las cosas, el punto de vista es el espectáculo mismo» confiesa así. Entre las aventuras teatrales que se sucedieron, espectáculos conmovedores, eminentemente libres nos quedan en la memoria como Juego de Fausto (1987) y Cantos de cabra (1991) y Choral (1994), Batallas del Tagliamento (1996) y Las Cantatas (2001) y Coda (2004) Passim (2013) Sobresalto (2016) o ítem (2019). Más allá de los muros de la Fundición, el teatro audaz de François Tanguy también logró cruzar las fronteras durante varias giras internacionales.

En cada una de sus obras, François Tanguy supo reinventar códigos y un lenguaje para defender, lo más cerca posible del público, un teatro que no es «una simulación, sino una realidad, sensible, sensorial». Con el nombre de un viento, su última creación, Por autanpodría resumir el aliento que no ha dejado de recorrer la obra de un hombre de teatro hambriento de movimientos, encarnación e ideas. Programado esta temporada en el festival de Otoño, en Rennes, Estrasburgo, Perpiñán, Caen y Besançon, Por autan nos permitirá recuperar el tiempo de una velada lejos del mundo el estilo y el pensamiento de este gran señor del teatro.

Sala de espectáculos, la Fundición es también un lugar de militancia, abierto al mundo entero y listo para acogerlo. Para hacer de él un espacio de circulación de las ideas, François Tanguy mezcla en primer lugar a propósito en sus espectáculos el recurso a los textos antiguos al eco de los modernos. Dramaturgos o no, de Shakespeare a Kafka pasando por Hölderlin, los europeos de ayer y hoy tienen derecho a ello. El silencio se invita también a veces, como en 1995 cuando François Tanguy toma parte en la huelga de hambre iniciada por Cartoucherie tras el descubrimiento de las masacres de Srebrenica. Atento a las evoluciones y a las vicisitudes del mundo circundante, François Tanguy ha velado por vincular siempre su práctica teatral y sus convicciones políticas para entregar al espectador una obra absoluta, poética, comprometida.

Hoy perdemos a un artista entero, humanista y sin concesiones. Doy mi más sentido pésame a Laurence Chable, su co-directora, a su familia y a sus seres queridos.