Ministro, escritor, analista de la vida política, François Léotard nos ha dejado.

Gran servidor de la República, François Léotard se compromete muy joven en política a la memoria de su padre André, consejero del Tribunal de Cuentas y alcalde de Fréjus. Admirador de Jean Moulin, ex adolescente rebelde, entra en la ENA con la convicción de que la vida política francesa debe modernizarse y encuentra en Valéry Giscard d'Estaing un eco de sus convicciones. Ya alcalde de Fréjus en 1977, luego diputado, continuó también en París una carrera en la alta función pública, comprometiéndose con fuerza en la vida política del país.

Ministro de Cultura y Comunicación en 1986, defendió durante su mandato la protección del patrimonio en los territorios, alentó el mecenazgo, promovió la educación artística y promulgó la Ley de 1986 relativa a la libertad de comunicación, que se ha adaptado regularmente a la evolución del paisaje y de los usos, y que sigue siendo el fundamento de nuestro derecho sobre la comunicación audiovisual y electrónica.

Hombre de Estado, el hermano del difunto Philippe Léotard, al que calificaba de diamante en bruto, siempre ha sido un hombre de cultura. Literario desde la infancia, admirador de Kafka, dedicó la segunda parte de su vida a la escritura. Desde ensayos políticos hasta novelas de terror, lleva durante casi veinte años a su lector a tierra desconocida y se esfuerza por levantar con las palabras el velo de las apariencias.

En su último libro, Pequeños elogios para sobrevivir en tiempo de nieblaIlustrado por Milan Kundera, François Léotard tomaba con ironía el contrapeso de los clichés cotidianos - como para guiarnos hacia el mañana menos sombrío que su compromiso político llamaba.

Expreso mi más sentido pésame a su familia y a sus seres queridos.