Tras la desaparición de Jacques Chirac, el jueves 26 de septiembre, el ministro de Cultura, Franck Riester, le rindió homenaje.
Jacques Chirac vivía para Francia.
En cada momento, en cada una de sus elecciones, estaba guiado por el amor de su país y la voluntad de servirle.
Nos ha ofrecido a todos un modelo de compromiso, y somos muchos los que hemos forjado nuestras convicciones observándolo defender las suyas. Con los franceses había sabido establecer una relación basada en el respeto, la confianza y el afecto.
Nuestro país y nuestra cultura le deben mucho.
Jacques Chirac sabía el valor de la cultura; su capacidad de pacificar, de calmar, de acercar, de permitirnos comprender mejor al Otro. Su pasión por Japón y las civilizaciones orientales eran bien conocidas. Se le debe la entrada de las artes extra-occidentales al Museo del Louvre, y luego la creación del museo del quai Branly, al que dio su nombre y que ofrece a las artes de África, Asia, Oceanía y las Américas el estuche que merecen.
Nuestros compatriotas pierden hoy un ser querido; Francia, un gran presidente; el mundo, un artífice del diálogo entre los pueblos.