Discurso de Aurélie Filippetti, Ministra de Cultura y Comunicación, con motivo del Foro SGDL «El autor y la creación en Internet», el 25 de octubre de 2012
Señor Presidente de la Sociedad de la Gente de Letras, querido Jean-Claude BOLONIA,
Señoras y señores autores, queridos amigos.
I. Los derechos de autor no son solubles en la economía digital.
Ayer y hoy tuvieron la oportunidad de debatir los problemas relacionados con la creación en el entorno digital. Son múltiples, a la vez jurídicas, económicas y técnicas. Todas ellas nos remiten al modelo que queremos defender para la creación y su difusión. La defensa y el desarrollo de la creación, así como el acceso de la mayoría a las obras del espíritu, constituyen retos fundamentales para el futuro de los autores y, más en general, de nuestras industrias culturales.
Ahora bien, hoy las innovaciones digitales interrogan en profundidad no sólo la producción de las obras, a través del acto singular que las une a su creador, sino también la relación entre autores, industrias creativas y usuarios. Como ustedes saben, en este contexto inédito, el Gobierno ha trazado la perspectiva de un Acto II de la excepción cultural. Sobre la base de una amplia concertación, lanzada en el marco de la misión confiada a Pierre Lescure, se tratará de inventar el futuro de los mecanismos de financiación de la creación, promoviendo el derecho de autor, desarrollando las ofertas legales y garantizando la participación concreta de los nuevos actores digitales en la economía de la creación. Se trata fundamentalmente de encontrar un nuevo equilibrio entre el imperativo de un acceso ilimitado a los contenidos », establecido por las redes y sus usuarios, y el respeto indispensable del derecho de los creadores sobre sus « obras », que sigue siendo un principio de gran modernidad, hoy como hace dos siglos.
Estoy convencida de que los problemas vinculados a la desmaterialización de las obras no son insuperables, puesto que la mayoría de las reglas fundamentales de nuestro derecho son transferibles al universo digital.
Los derechos de autor no son solubles en la economía digital. No se trata de un postulado de principio, sino de una constatación razonable, puesto que se decide hacer escapar el debate a las capillas que quisieran encerrarlo en un camino sin salida. Tiene que adaptarse, por supuesto, pero puede, porque es flexible. El sector del libro ha sabido demostrarlo de manera particularmente convincente, inventando nuevos modelos de regulación de los que Pierre Lescure no dejará de inspirarse.
A este respecto, tres principios esenciales deberían servir de base a nuestra política en la materia:
- El primero es un amplio acceso a las obrassin racionamiento, simple y técnicamente estable, razonable desde el punto de vista de los precios.
- El segundo es la control de los derechohabientes sobre sus contenidosprincipio compatible con determinadas disposiciones del derecho exclusivo pero hostil a las medidas de excepción o de desposeimiento brutal de los creadores.
- El tercer es la preferencia por el diálogo y los acuerdos contractualesnegociados con la mediación de los poderes públicos, garantes del interés general y sancionados por la norma.
Quisiera referirme a estos tres principios a la luz de algunos de los grandes temas que hemos tratado con ustedes.
II. Primer principio: preferencia por las soluciones negociadas
Los trabajos que he querido relanzar para adaptar el contrato de edición al libro digital me parecen emblemáticos de la preferencia por las soluciones negociadas. Pierre Sirinelli, que desde hace un año ha desempeñado su papel de mediador entre autores y editores, ha querido continuar este delicado trabajo sobre bases de negociación ampliadas.
La relación contractual entre el autor y su editor, que es la base de la dinámica económica de la industria editorial, debe seguir prevaleciendo ampliamente en la era digital. Sin embargo, esta relación debe ser transparente y equilibrada. Reconocer el papel central del editor en la promoción de la creación en Internet significa también reconocer su fuerte responsabilidad frente al autor, su necesaria solidaridad con el creador. Si bien es importante preservar la capacidad de los editores para explotar directamente los derechos exclusivos de los autores, es igualmente esencial que los autores participen equitativamente en todos los frutos de esta explotación y de sus nuevos modelos.
Espero que este imperativo de equilibrio prevalecerá en sus discusiones y que podría pronto hacer sancionar por la ley el acuerdo que usted ha celebrado y que yo deseo.
III. Segundo principio: acceso amplio, fácil y económico a las obras.
Si bien la atención a los creadores está en el centro de la misión confiada a Pierre Lescure, el fácil acceso a diversos contenidos digitales constituye otro objetivo principal de esta misión. A este respecto, las bibliotecas digitales son un elemento determinante del desarrollo de la oferta legal.
El proyecto de explotación digital de los libros no disponibles que los autores llevan realizando desde hace dos años con los editores, la Biblioteca Nacional de Francia y el Ministerio es ejemplar desde este punto de vista. Ciertamente, nos hemos opuesto colectivamente a Google y a su ambición de constituir, para su beneficio, un gran monopolio sobre los libros no disponibles del mundo entero. Pero al mismo tiempo hemos sabido reconocer el carácter positivo de esta iniciativa para multiplicar el acceso a los libros para un gran público. Nos la apropiamos inventando un modelo original de valorización, permitido por el digital y aceptamos flexibilizar sensiblemente el derecho exclusivo.
Desearía que esta iniciativa, emblemática de nuestro método, pudiera valer también a la vista de las novedadespara que las bibliotecas públicas puedan ofrecer fácilmente a sus lectores los libros digitales del momento. Se trata de un reto capital para mí, como para los representantes de las colectividades territoriales comprometidos con la perennidad de la política de lectura pública. En muchos países se están celebrando debates animados, pero hasta ahora no se ha llegado a una conclusión satisfactoria. Por ello, la idea de un recurso a la ley y a un derecho de préstamo digital comienza a surgir y sé que la Comisión Europea está interesada. Quiero poder evitarlo, pero esto requiere que encontremos colectivamente el camino para garantizar el acceso de las bibliotecas a la oferta de los editores, respetando sus derechos.
Por supuesto, nuestro firme compromiso con el acceso sólo será válido si es compatible con una remuneración justa de la creación.
Esto pasa, en primer lugar, por dispositivos que permitan garantizar precios atractivos, sin afectar a la remuneración de los autores. Esta es, por ejemplo, la ambición de la decisión francesa de alinear los tipos del IVA de los libros impresos y digitales. Por ello, la fiscalidad digital, en sus diferentes componentes, es un trabajo emblemático de la excepción cultural. La determinación de la Comisión Europea de sancionarnos en este asunto no tiene igual que la de Francia de mantener su posición legítima y responderemos en este sentido a la carta de emplazamiento que acaba de dirigirse a nosotros.
Esto exige también, por parte de los editores, maestros del valor, una conciencia muy clara de su responsabilidad frente al conjunto de la cadena del libro. El autor que crea la obra, el librero que la da a conocer al público o el bibliotecario que garantiza el acceso a la gran cantidad esperan todos esta solidaridad por parte del editor. Soy particularmente sensible a este punto, que tuve la oportunidad de recordar, al intervenir en la asamblea general del SNE en junio pasado.
IV. Tercer principio: preservar el control de los derechohabientes sobre sus contenidos.
Usted ha abordado las incertidumbres que pesan sobre sus derechos debido a la multiplicación de los proyectos de excepciones y su inquietud es legítima. ¿Los progresos realizados en el ámbito de las tecnologías de la información y la comunicación imponen una nueva reflexión sobre la pertinencia de las excepciones a los derechos de autor?
El sistema de excepciones se basa en un equilibrio fundamental entre los derechos de autor y las libertades que deben poder disfrutar los usuarios. Este equilibrio es frágil y se ve cuestionado periódicamente por la evolución de las técnicas y prácticas sociales. El examen de algunas de las excepciones al derecho de autor figura en el programa de trabajo de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), en particular en lo que respecta a la discapacidad y las bibliotecas. Debemos estar atentos a la evolución de estos trabajos para no romper este equilibrio.
Asimismo, no ignoro que el Ministro de Educación Nacional tiene la intención de avanzar rápidamente hacia una reforma de la excepción pedagógica. Si la aplicación, muy compleja, de esta excepción resultante de la Ley DADVSI, exige ciertamente ser revisada, deseo que lo sea en el marco de un indispensable diálogo interministerial al que, naturalmente, ustedes estarán asociados.
La excepción cultural que defendemos no puede ser una excepción francesa, so pena de ser inaudible en los foros europeos e insignificante con respecto a las estrategias internacionales de los actores digitales. La práctica decisoria de las instituciones de la Unión Europea muestra que los objetivos de armonización del mercado interior dictan agendas en las que las consideraciones de política cultural suelen pasar a un segundo plano. Es necesario que nuestras propuestas puedan ser compartidas con nuestros socios europeos y suscitar su adhesión. No me cabe duda de que los diversos intercambios que hayan podido tener con ocasión de estos dos días organizados por la SGDL nos ayudarán en esta tarea de convicción, enriqueciendo nuestra reflexión común.
Ante ustedes, quiero reiterar mi apego, como ministro de Cultura y Comunicación, al lugar de los autores en el ecosistema de la creación, la defensa de la libertad de creación, de la diversidad de formas y de modos de escritura. El apego a todo lo que permite a los autores ser escuchados y reconocidos, son otros tantos valores en el centro de mi acción.