Daniel Fabre, el académico brillante y compañero de viaje de larga data del Ministerio de Cultura y Comunicación, nos dejó el 24 de enero de 2016. Quiero rendirle homenaje hoy.

Nacido en 1947, Daniel Fabre era director de estudios en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Desde su participación en el grupo de trabajo que sentó las bases, en 1978, de la política del patrimonio etnológico, hasta su interés precursor en el patrimonio cultural inmaterial en el decenio de 2000, ha estado estrechamente asociado a la labor de mi Ministerio.

Le debemos en particular, junto con Jean Guilaine, la fundación del centro de antropología de Toulouse y, en 2001, la del laboratorio de antropología e historia de la institución de la cultura (LAHIC)unidad de investigación llevada por el CNRS y la misión del patrimonio etnológico del Ministerio.

Sus investigaciones, orientadas en primer lugar hacia las tradiciones orales en las sociedades rurales pirenaicas, lo llevaron luego hacia la producción social de las identidades sexuales, la emergencia de la escritura en las sociedades de la oralidad y el enfoque antropológico de la literatura. A la cabeza del LAHIC desempeñó un papel de primer plano para la puesta en marcha de numerosos programas de investigación que ponen en cuestión la institución cultural y, muy especialmente, las actividades patrimoniales: La fábrica de los héroes (con Pierre Centlivres y Françoise Zonabend, 1998), investigaciones sobre los monumentos históricos (Domesticar la Historia, 2000 y Los monumentos están habitados, con Anna Iuso, en 2010), Las emociones patrimoniales en 2013) o la institución arqueológica (Los imaginarios arqueológicos, dirigido por Claudie Voisenat en 2008).

En el seno del ethnopôle GARAE de Carcasona, que presidía, siempre manifestó un gran interés por la mediación cultural dirigida a todos los públicos, permaneciendo fiel al amor de los bellos textos y a una exigencia intelectual sin concesiones.

Quiero expresar mi más sentido pésame a su familia.