Con Claude-Michel Cluny, desaparecido a los ochenta y cuatro años, perdemos a un autor que puso la poesía en primer lugar. Poeta, pero también novelista, crítico y editor, fue ante todo un descubridor de autores y un contrabandista de textos, trabajando sin descanso por una sola causa: la poesía.

No buscando agradar, no desdeñando ser desagradable en la ocasión, sedujo a los lectores desde su primera colección de poemas «Desórdenes», y su primera novela «La bala al salto». Su obra prolífica, a la vez cruda y exigente, ha sido premiada en numerosas ocasiones: Gran Premio de la Academia francesa poesía en 1989, Premio Renaudot ensayo en 2002, Premio europeo Leopold Sédar Senghor en 2012.

Infatigable globe trotter, acompañó varias grandes aventuras editoriales de su tiempo, como la que va de las «Cartas francesas» a «Orfeo», la colección de poesía tan importante para el descubrimiento de talentos venidos de todo el mundo.