Me adhiero de todo corazón a la pena de Senegal, que pierde a un embajador tan querido como renombrado: el percusionista de leyenda Doudou Ndiaye Rose, desaparecido a la edad de 85 años.

Fue declarado «Tesoro humano vivo» por la Unesco en 2006, ya que encarnaba este arte ancestral del tambor y la cultura senegalesa, tan cálida y abierta al mundo.

Era esta doble dimensión, musical y humanista, concedida a una presencia escénica a la vez majestuosa y electrizante, lo que hacía su aura única. Permanecerá en el corazón de los músicos que tuvieron la oportunidad de tocar o colaborar con él.

Era un fiel amigo de Francia, cuyos colores había llevado durante las celebraciones del Bicentenario de la Revolución francesa en París, en 1989. Con su ejército de bateristas, había interpretado entonces una «Marsellesa» renovada y vibrante.

Expreso mi apoyo a su familia, y a todos los amantes de los ritmos que suben desde lo más profundo del corazón humano.