Desde mayo de 2015, crímenes terroristas de extrema violencia perpetrados por el grupo Daesh se suceden contra la antigua ciudad de Palmira, sus símbolos y sus defensores. La serie de fotografías publicadas por el grupo yihadista muestra hasta qué punto estos ataques planificados y escenificados sirven a una estrategia de terror cultural.
Quiero ante todo rendir homenaje a Khaled Assaad, eminente arqueólogo, asesinado cruelmente el 18 de agosto por bárbaros. Saludo la memoria de aquel que fue durante medio siglo el jefe de las antigüedades de Palmira y, hasta el final de su vida, un resistente que se erigió con valentía contra la destrucción de nuestras raíces comunes. El crimen sin nombre del que fue víctima después de un mes de secuestro es una tragedia para el mundo entero que pierde con él una parte considerable de la memoria viva de Palmira. Pero más allá del inmenso conocimiento que ha querido transmitir, es sobre todo esta lucha por la libertad que nos deja en herencia.
Condeno con fuerza e ira la destrucción el domingo pasado del templo de Baalshamin, uno de los más importantes santuarios de Palmira, que data de 2000 años. Es un crimen contra nuestro patrimonio común, una pérdida monumental para la humanidad. Más allá de sus crímenes contra los civiles y su desprecio por la dignidad de la persona humana, Daesh ha emprendido una verdadera purga cultural, como lo demuestran los saqueos y saqueos de 300 lugares históricos de Siria durante los últimos cuatro años.
Ningún acto terrorista puede destruir la historia, pero debemos prepararnos para el futuro. Hago votos por la unidad de la comunidad internacional para fortalecer, por una parte, nuestra lucha contra el tráfico de obras de arte que irriga el terrorismo y encontrar, por otra parte, todos los medios propicios a la preservación de los lugares que los oscurantistas han emprendido aniquilar.
Francia hará todo lo posible por movilizar a investigadores y arqueólogos para conservar la memoria del patrimonio mundial en este contexto de gran tensión. El Presidente de la República encargó en este sentido a uno de los establecimientos del Ministerio de Cultura y Comunicación, en la persona de Jean-Luc Martínez, presidente del museo del Louvre, que reflexionara sobre los medios de proteger los bienes culturales durante los conflictos armados.