Catherine Delcroix nos dejó, después de luchar con fuerza y vigor contra la enfermedad durante muchos años.

Muy comprometida a lo largo de su carrera en defensa del interés general, supo elevar al máximo el lugar de las orquestas permanentes en el paisaje nacional del espectáculo vivo.

Muy profesional, conocía y dominaba perfectamente el funcionamiento de las orquestas y en particular el de la Orquesta Nacional de Île-de-France que administraba.

Por su libertad de pensamiento y de palabra, fue una ardiente defensora de estas instituciones, especialmente en sus compromisos sindicales, como presidenta del Synolyr - Sindicato Nacional de Orquestas y Teatros Líricos, y vicepresidenta de la Afo - asociación francesa de orquestas.

El mundo sinfónico pierde con ella a una militante de todos los momentos, enérgica y voluntaria. Mi pensamiento más sincero va a su familia, pero también a todo el equipo de la Orquesta Nacional de Île-de-France, músicos, administrativos y técnicos, así como a los miembros de las organizaciones profesionales que presidía.