Hace un año, el 25 de febrero, desaparecía Maurice André, inmenso trompetista tan querido para nuestro corazón. Decir su nombre, será siempre escuchar los sonidos maravillosos que sacaba de este instrumento celestial por excelencia, símbolo de aliento y de audacia, será siempre verlo actuar en concierto, pero también en los circos, los quioscos de música, con los artistas de variedades y para difundir el amor de su arte.

Nuevas generaciones de artistas se levantaron tras este antiguo menor convertido en virtuoso, que aprendieron con él la trompeta y la trompeta piccolo, cuya enseñanza introdujo en el conservatorio nacional superior de París. Nacieron nuevas composiciones musicales, inspiradas en él. El concurso de trompeta Maurice André, primero de los concursos internacionales de la Ciudad de París, continúa su camino desde 1979.

Durante cincuenta años ha sembrado felicidad. No lo olvidamos.