Para muchos franceses, el nombre de Arthur Conte sigue vinculado a la ORTF de la que fue presidente en 1972 y 1973. El público descubrió entonces a un hombre de gran fuerza intelectual, de gran autenticidad, apasionado y abierto al mundo. Permanecía profundamente apegado a su Rosellón natal: «Yo soy ante todo catalán», decía.
Sin embargo, la notoriedad que le valieron sus funciones en la televisión no debe hacer olvidar al periodista de prensa escrita, al escritor de una sorprendente prolixidad y al apasionado de la historia.
Arthur Conte era también un hombre de compromiso, ya que fue diputado de los Pirineos Orientales bajo la IVeme y la Veme República y Secretario de Estado de Industria y Comercio en 1957.