Discurso de Frédéric Mitterrand, Ministro de Cultura y Comunicación, con motivo de la entrega de las insignias de Chevalier en la orden de la Legión de Honor a Nouri Bouzid

Querido Nouri Bouzid:

«Levantar el velo. Deslizarse hasta lo más profundo hasta ver y mostrar lo invisible». Esta es la definición que das de tu cine, ese cine tan singular y poderoso donde los personajes son perseguidos en su soledad. Y, sin embargo, todos conocen aquí sus compromisos, sus luchas, su sed de libertad nunca extinguida.

A través de vosotros, quiero rendir homenaje a estos creadores y a estos «combatientes de la libertad» tunecinos, tanto a los de ayer como a los que quieren consolidar hoy la democracia en Túnez. Ese Túnez que nos ha dado una lección de valor y abnegación en los últimos meses. Esta Túnez a la que, como ustedes saben, me unen tantos recuerdos y realizaciones comunes.

Tu alma rebelde, la arrastraste a los callejones de la medina de Sfax donde naciste. El descubrimiento de Rocco y sus hermanos de Visconti marca el descubrimiento de otro cine, alejado de los melodramas egipcios; su deseo de expresar lo que el niño ha sufrido le orienta hacia la realización. En 1968 ingresó en el IDHEC antes de que los acontecimientos de la primavera le llevaran a Bruselas para continuar sus estudios en el Instituto Nacional Superior de las Artes del Espectáculo (INSAS).

Su regreso a Túnez es el de un «gran encierro» (Michel Foucault): está detenido y encarcelado durante más de 5 años, pagando un precio muy alto por su compromiso. Vuestra lucha contra todas las formas de opresión y tabú tiene sin duda su origen en esta experiencia de la cárcel y de la violencia política.

Después de ver al asistente del cineasta italiano Pasquale Festa Campanile durante varios años, realizas tu primer largometraje, L'homme de cendres en 1986. Afrontando con valentía lo que no se dice y los tabúes de la sociedad tunecina, usted escenifica a un viejo judío que forma parte de su imaginación de niño mientras acampa los traumas de la infancia. La película es criticada, atacada, quemada en lugar público, a menudo con vehemencia. Presentada en el festival de Cannes, reconocida por el Tanito de Oro de las Jornadas Cinematográficas de Cartago, la película encuentra la estima y el éxito internacional. Es el acta de nacimiento de Bouzid el rebelde y el polémico; es también el comienzo de la carrera internacional de una gran figura artística del Magreb.

Las películas que siguen están marcadas por la audacia y la insolencia. Desde los zuecos de oro en Bezness pasando por Halfaouine, el niño de las terrazas, cruzan límites y se enfrentan al tabú de la sexualidad. El trauma íntimo se une a menudo al trauma colectivo, la diferencia una manera de interrogar la realidad de la vida cotidiana y de la norma. En las tunecinas (1997), se pregunta el lugar de la mujer frente a la modernidad y la tradición. En Muñecas de arcilla (2003), describe la vida cotidiana entre el trabajo forzado y la deshumanización a través de los ojos de un niño, deconstruyendo la mitología, tan fuertemente arraigada, del hombre fuerte. Fruto de largas investigaciones, sus realizaciones hacen respirar los códigos culturales, los «pequeños hechos verdaderos» - los dialectos, a los que, lo sé, está muy apegado - que dan fuerza a la imagen. Ciertamente, usted es entomólogo de la sociedad tunecina, con la mirada penetrante de quienes rechazan la norma, con la singular agudeza de quienes observan desde el punto de vista de los parias y de los marginados.

En 2006, usted se sumerge en el caldero de la actualidad más candente al abordar la cuestión del islamismo y de los aprendices terroristas en Making of. La película obtiene más de 25 premios en festivales internacionales. A sus ojos, lo sé, «filmar y luchar se conjugan» y con esta distinción pienso en todas aquellas y todos los que han filmado, a costa de su vida, la «revolución» en marcha.

Usted ha sido pionero y precursor: los jóvenes blogueros y los jóvenes tunecinos que utilizan las redes sociales, creando a través de ellos un movimiento ciudadano, son en cierto modo sus herederos, lavados como usted del miedo y de la vergüenza que «disciplinaron» las mentes.

También, querido Nouri Bouzid, por su larga carrera al servicio de un cine ambicioso y no conformista, por su libertad culta y su rechazo de todas las censuras, por la proyección que ha dado a los cines del Magreb en el mundo, en nombre de la República Francesa, y en virtud de los poderes que nos han sido conferidos, le entregamos las insignias de caballero de la Legión de Honor.