Señor Presidente de la Autoridad, estimado Roch-Olivier MAISTRE, Señorías, Señoras y Señores, 2012 será un año decisivo para la prensa francesa. Ya no es el momento de la transición o de los ajustes destinados a retrasar la inevitable evolución del oficio. Los editores tendrán que tomar decisiones económicas e industriales. El Estado acompañará y apoyará a la prensa en numerosos ámbitos y, en particular, en la distribución que cuenta, les recuerdo, todos los canales, con más del 80% del conjunto de las ayudas directas dedicadas a la prensa.

A pesar del reciente desarrollo de nuevas formas de difusión digital, o de la diversificación iniciada por algunos grupos, el papel sigue siendo el motor de la explotación de la prensa escrita . Sigue siendo un medio esencial de difusión de ideas y opiniones entre cada uno de nuestros conciudadanos.

Como ustedes saben, he querido mantener en 2012 un presupuesto de intervención en favor de la prensa a un nivel históricamente elevado, superior en más del 60% a la dotación que le dedicamos en 2008,
antes de los Estados generales de la prensa escrita. La preservación de esta dotación habla por sí misma y demuestra la importancia que los poderes públicos conceden a la vitalidad de una prensa plural y diversificada.
Este mantenimiento se justifica por las necesidades del sector que se percibe que comienza a sufrir de nuevo las consecuencias de la crisis financiera del verano de 2011, en particular en el ámbito de las inversiones publicitarias.

Lo que observamos, en el ámbito digital o de la distribución que nos reúne hoy, es la aceleración lógica de un fenómeno al que nos enfrentamos con realismo, y la energía de toda la profesión, desde hace tres años. El compromiso del Estado y los esfuerzos de la profesión han permitido amortiguar el impacto de la crisis de 2008 y establecer las estructuras favorables a la aparición de nuevos modelos: en materia de distribución, con la reforma de los servicios de mensajería y el fomento del desarrollo de nuevos canales de distribución como el transporte; en el ámbito industrial de la impresión, o en los del desarrollo digital, la revalorización de las prácticas y la formación profesional de los periodistas.

A pesar del reciente desarrollo de nuevas formas de difusión digital, o de la diversificación iniciada por algunos grupos, el papel sigue siendo el motor de la explotación de la prensa escrita . Sigue siendo un medio esencial de difusión de ideas y opiniones entre cada uno de nuestros conciudadanos.
Como ustedes saben, he querido mantener en 2012 un presupuesto de intervención en favor de la prensa a un nivel históricamente elevado, superior en más del 60% al que consagramos en 2008, antes de los Estados generales de la prensa escrita. La preservación de esta dotación habla por sí misma y demuestra la importancia que los poderes públicos conceden a la vitalidad de una prensa plural y diversificada.
Este mantenimiento se justifica por las necesidades del sector que se percibe que comienza a sufrir de nuevo las consecuencias de la crisis financiera del verano de 2011, en particular en el ámbito de las inversiones publicitarias.
Lo que observamos, en el ámbito digital o de la distribución que nos reúne hoy, es la aceleración lógica de un fenómeno al que nos enfrentamos con realismo, y la energía de toda la profesión, desde hace tres años. El compromiso del Estado y los esfuerzos de la profesión han permitido amortiguar el impacto de la crisis de 2008 y establecer las estructuras favorables a la aparición de nuevos modelos: en materia de distribución, con la reforma de los servicios de mensajería y el fomento del desarrollo de nuevos canales de distribución como el transporte; en el ámbito industrial de la impresión, o en los del desarrollo digital, la revalorización de las prácticas y la formación profesional de los periodistas.
En este contexto, la gobernanza profesional y las instancias de regulación de la distribución desempeñan un papel determinante en el seno de un sistema de distribución cuyos particularismos «a la francesa» no escapan a nadie.

El fortalecimiento de estas instancias es oportuno y me complace instalar hoy con vosotros la Autoridad de Regulación de la Distribución de la Prensa, pilar del nuevo dispositivo con el Consejo Superior de las Mensajeros de la Prensa (CSMP)y cuya misión será no solo resolver las diferencias y facilitar el ritmo de las reformas deseadas por la profesión haciendo ejecutorias las decisiones del Consejo Superior.
Ambas instituciones tendrán la delicada tarea de trazar un camino entre la continuación y la finalización de las reformas necesarias, y a veces retrasadas, y la defensa de los principios fundamentales de un sistema que garantice en Francia, quizás más que en otros lugares, el pluralismo y la diversidad de opiniones . Los principios de solidaridad entre familias de prensa, la mutualización de medios, la neutralidad de trato, y la garantía de un acceso equitativo al conjunto de la red son para algunos de ellos frágiles bajo la presión de dificultades agravadas por una coyuntura desfavorable. No olvidemos, sin embargo, que han hecho de la riqueza y la diversidad del paisaje de la prensa francesa. Las empresas de prensa tienen algunos deberes colectivos con respecto a un sistema único en Europa que ha contribuido significativamente a su crecimiento durante muchos años.
La crisis ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema y, si bien es evidente la necesidad de redimensionar el sector y viabilizar sus equilibrios económicos, sería especialmente contraproducente imaginar que se puede hacer sin los principios fundacionales que quedan, a pesar de las tensiones, principios de futuro. La búsqueda legítima de beneficios a corto plazo no debe ser el pretexto para la explosión del sector. Más que nunca, los editores deben poder mutualizar sus medios industriales y concentrarse en el núcleo de su oficio: producir una información de calidad.
Por tanto, estoy particularmente atento a todo lo que pueda a la vez debilitar o reforzar esta lógica industrial, a la que el Estado dedica tantos esfuerzos.  Por eso me siento especialmente orgulloso y honrado de recibirle hoy, unos nueve meses después de haber anunciado la necesidad de revisar el dispositivo de regulación de la distribución y mi deseo de establecer una nueva autoridad independiente - un tiempo récord, si se considera que esta revisión debía pasar inevitablemente por la reforma de una de las leyes fundadoras de la posguerra, que forma parte de las que se acercan «temblando» como señaló el Presidente Legendre cuando presentó su proyecto de reforma de la Ley Bichet ante el Senado el pasado mes de mayo.
La rapidez con que se ha llevado a cabo esta reforma, y la unanimidad con la que ha sido acogida, demuestran el fundamento de un enfoque que ha sabido articular la necesidad de urgencia con el respeto de equilibrios indispensables para el respeto de los intereses de cada uno de los actores, de los editores, a los difusores, pasando por los mensajeros y los depositarios.
Esta reforma que crea la nueva Autoridad Reguladora va a remodelar en profundidad nuestra manera de considerar la evolución de un sector de distribución que no había experimentado cambios importantes en los últimos sesenta años, y que debe adaptarse a las nuevas condiciones del mercado.
Esta transformación profunda de la distribución de la prensa debe ser acompañada, alentada, orientada: es el papel asignado al Consejo Superior de las Agencias de Prensa. Ha cumplido plenamente su misión en los últimos tres años. Con el fin de reforzar la regulación del sector en torno al Consejo, hemos querido facilitar su adaptación a los nuevos retos del mercado y decidido añadirle una nueva autoridad reguladora independiente, la Autoridad de distribución de la prensa.
En particular, permitirá crear un nuevo marco de solución de controversias entre los agentes de la profesión. A la vista de los numerosos debates que agitan a la profesión, cada uno sabe lo valiosa que será esta nueva autoridad.
Como en el caso de otras evoluciones estructurales fundamentales ocurridas desde el fin de los Estados Generales, la reforma de la gobernanza y de la regulación de la distribución de la prensa ha seguido etapas intermedias que han permitido hacer un diagnóstico compartido y presentar soluciones adaptadas a los retos.
La modernización de la distribución de la prensa vendida en el número y su indispensable regulación fueron uno de los grandes proyectos de los Estados Generales de la prensa escrita. Al clausurarlas en enero de 2009, el Presidente de la República se pronunció a favor de una reforma ambiciosa del organismo regulador. Esta última debía reflejarse en la revisión de su composición, sus competencias y el fortalecimiento de su independencia. Pidió entonces al Presidente de la Autoridad de la Competencia que le presentara propuestas en este sentido.
En su informe, Bruno Lasserre recomendaba la creación de una autoridad administrativa independiente en forma de un colegio reducido de cinco miembros, único marco adecuado que permita, en su opinión, ejercer a la vez una misión de regulación sectorial eficaz y una misión de solución de diferencias que no sea discutible.
En el esquema preconizado por Bruno Lasserre, los miembros del colegio no tenían ningún vínculo con los intereses del sector. Los profesionales sólo debían intervenir en comités consultivos estatutarios y grupos de trabajo para preparar las decisiones del órgano colegiado.
La elección de una autoridad administrativa independiente reflejaba claramente un anclaje de la regulación en la esfera pública, independiente tanto del Estado como de los actores y empresas afectados por la regulación.
Esta elección representa una verdadera innovación para el sector de la distribución de la prensa. En el horizonte, encontramos un modo de regulación que es el de sectores tan diferentes como el audiovisual a través del CSA, las telecomunicaciones y los correos a través del ARCEP, la energía a través del CRE, o los mercados financieros a través de la AMF.
Sin embargo, la profesión en su conjunto ha expresado sus reticencias a este modo de regulación. La Comisión lo consideraba susceptible de desestabilizar un sector ya frágil. La Comisión lo consideraba un freno en la aplicación de las importantes reformas iniciadas por la profesión bajo la égida del Consejo Superior de Correos de Prensa al término de los Estados Generales de la Prensa Escrita.
Según la profesión, la regulación del sector por una autoridad administrativa independiente en la que el poder de decisión y el peritaje escapaban a los editores no constituía la mejor respuesta frente a las evoluciones, que sin embargo consideraba indispensables, del sistema cooperativo de distribución de la prensa y de su red.
Bajo el patrocinio del Ministerio de Cultura y Comunicación, la concertación prosiguió, pues, entre los editores y el Consejo superior de los servicios de prensa para definir una vía intermedia, una posición equilibrada, una posición que tenga en cuenta a la vez las recomendaciones del Libro Verde de los Estados Generales de la prensa escrita y las recomendaciones del informe del Sr. Bruno Lasserre.
Es en el respeto de esta vía intermedia de regulación del sector - la más sabia y más respetuosa de los equilibrios que han sido el origen del desarrollo de la prensa en los últimos sesenta años - que la Autoridad fue creada.
Asocia estrechamente una instancia profesional y una autoridad administrativa independiente, dando al mismo tiempo una definición precisa de las misiones y competencias de cada una.
Pretende responder al deseo de la profesión de conservar su indispensable experiencia en la regulación de la distribución de la prensa. También tiene la intención de responder a la necesidad de un control objetivo de las decisiones del órgano profesional y de un arbitraje de las controversias por una autoridad independiente.
Concedo especial importancia a esta iniciativa destinada a mejorar la regulación del sistema de distribución de la prensa. A través de una regulación más eficaz de la venta por número, conseguiremos sentar las bases para una adaptación de la cadena de distribución a los retos de la sociedad digital y de la información en tiempo real. En este período de cuestionamiento de los equilibrios que han regido el sector durante tantas décadas, el conjunto de los profesionales de la prensa, desde los mensajeros hasta los difusores, pasando por los depositarios, necesitan una herramienta de referencia sólida en la que apoyarse.
Este fue el sentido de la reforma del 20 de julio de 2011 presentada y aprobada por el Senado en primera lectura el 6 de mayo de 2011.
La creación de la Autoridad de Regulación de Distribución de la Prensa, que reúne a Sylvie Hubac, Gérard Pluyette y Roch-Olivier Maistre, que asumirá la presidencia, es un avance considerable que ha podido alimentarse de esta dinámica de consenso. Evita los grandes legados democráticos surgidos de la Liberación; facilita considerablemente el desarrollo económico en torno a una regulación dinámica, indisociable de las nuevas ambiciones para la distribución de la prensa, esta herramienta esencial para el debate y la democracia en nuestro país.
Doy las gracias a los miembros de la nueva Autoridad por aceptar este reto tan emocionante.