Señoras y señores, Queridos amigos,

Me alegra mucho que nos hayamos reunido esta noche, en la calle de Valois, para celebrar juntos este décimo aniversario del relanzamiento de los Álbumes de los jóvenes arquitectos, reunidos con los jóvenes paisajistas desde 2005 por el Ministerio de Cultura y Comunicación.

El mayor logro de los Álbumes de Jóvenes Arquitectos y Paisajistas es haber sabido imponer su nombre, su ritmo, en definitiva su particular garra, a todos los actores del mundo de la arquitectura. La popularidad de los «AJAP» se confirma sesión tras sesión; vuestra presencia esta noche no es más que una prueba más de ello.

Los álbumes de jóvenes arquitectos y paisajistas constituyen un potente estímulo para la creación. Su papel de estímulo para la innovación en las técnicas de construcción, así como en las soluciones de planificación urbanística y paisajística, es una realidad hoy bien establecida. En el período de sesiones anterior se había movilizado a 300 equipos para competir por la oportunidad. Aunque las cifras no lo son todo, éste revela el entusiasmo que provoca entre los jóvenes profesionales, muy atentos a esta cita. Este último constituye una plataforma de lanzamiento de primera calidad para obtener un espacio de expresión privilegiado en una esfera profesional más amplia.

«No todos los buenos candidatos han sido seleccionados, pero solo se han seleccionado buenos candidatos»: tomo prestada esta buena palabra de Christian Hauvette, gran Premio Nacional de Arquitectura, presidente del jurado para la sesión 2009-2010 y arquitecto de gran talento cuya desaparición hizo perder a la arquitectura francesa uno de sus representantes más brillantes, y a quien quiero rendir hoy un sincero homenaje.

Christian Hauvette ha sabido captar aquí la complejidad del desafío que debe afrontar en cada sesión el jurado de los AJAP. Los jóvenes arquitectos y paisajistas premiados se han enfrentado en diversos grados a la experiencia de cara a cara con el espacio, a esbozar, a estructurar, a cruzar, a liberar, a veces trabajando con agencias prestigiosas. Los jóvenes profesionales de los álbumes fueron seleccionados por su capacidad para familiarizarse con las prácticas, los ritmos y los sesgos arquitectónicos, digerirlos también, reinvertirlos, criticarlos en caso necesario.

En diez años, desde el relanzamiento de los álbumes en 2001, ¿qué podemos constatar?

En primer lugar, una profunda diversificación de los campos de la creación, en dirección al diseño, los acondicionamientos interiores, la escenografía... En la pequeña escala, que es también una escuela de la humildad, se confirman a menudo las experiencias.

Desde varias sesiones, también se puede observar que la interdisciplinariedad es cada vez más practicada y asumida por los candidatos. Es en muchos casos constitutiva de su identidad creativa; multiplica sus capacidades de intervención, en un campo donde la arquitectura, el urbanismo y el paisaje inician un diálogo estimulante con las artes plásticas o digitales, filosofía, música o poesía. Me alegra que estas nuevas generaciones hayan hecho suya esta apertura de mente, que contribuye a hacer de la arquitectura una escritura universal, sin fronteras ni prejuicios. La arquitectura francesa necesita esta frescura para seguir avanzando.

Esta tarde quisiera también reconocer el trabajo formidable realizado por todos los expertos, todos los arquitectos, profesores, representantes institucionales de la arquitectura y del paisaje, actores de la difusión y críticos, Lamentablemente, no puedo citar todos los nombres, que han demostrado una implicación inquebrantable en el trabajo de selección de los expedientes que acudieron al Ministerio de Cultura y Comunicación.

El éxito de cada sesión se debe también a las miradas profesionales y agudas de los miembros de los jurados sucesivos, que han dedicado su tiempo, su energía y su talento crítico al servicio de la causa de la arquitectura, acompañando la renovación permanente de sus horizontes. En particular, quisiera rendir homenaje al compromiso de sus Presidentes desde 2001: Michel Delebarre, Ian Ritchie, Edith Girard y Michel Desvigne, Francis Soler y Olivier Philippe, y por último Pascal Cribier y el fallecido Christian Hauvette para el último período de sesiones de 2009-2010.

Detrás del éxito de los Álbumes de jóvenes arquitectos y paisajistas está también el Círculo de patrocinio que acompaña a largo plazo a los ganadores en su búsqueda a veces ardua de la primera orden de importancia. Se trata de una palanca indispensable, aportada desde diciembre de 2002 por mi ministerio, para un concurso que vale en primer lugar por su papel de dispositivo de apoyo. A este respecto, deseo expresar mi agradecimiento a todos los representantes electos, promotores y organismos de difusión que encarnan esta fuerza de movilización y la solidaridad del mundo de la arquitectura. Son ellos los que hacen posible estas aventuras profesionales que son tantas aventuras humanas.

A menudo se evoca el «impulso» aportado por los AJAP a los jóvenes arquitectos y paisajistas: son más que eso. Expresan también la confianza que tiene el Ministerio de Cultura y Comunicación en la joven creación y en los oficios de la arquitectura y del paisaje en su conjunto. Ilustran una convicción que llevo desde mi llegada al ministerio: los arquitectos y los paisajistas tienen en sus manos las llaves de un «humanismo con rostro urbano». La diversificación y la interdisciplinariedad creciente que mencioné a propósito de los ganadores de los últimos años son, creo, un signo muy fuerte: tienen en efecto todos los mapas en mano para abordar la complejidad de un siglo XXI arquitectónico donde los contextos económicos y sociales se cruzan más que nunca con las exigencias medioambientales y ciudadanas, llamando a soluciones pragmáticas. Todas las energías y competencias son necesarias para que puedan imaginar tejidos urbanos y paisajísticos de calidad, al servicio del atractivo de nuestros territorios y de nuestros entornos de vida. Es todo el objeto de la reflexión que animará las Entrevistas del Patrimonio y de la Arquitectura, los días 9 y 10 de noviembre próximo bajo la dirección del arquitecto Nicolas Michelin, uno de los primeros promotores de una arquitectura «discreta y duradera».

Me alegra que todos los ganadores de los AJAP hayan manifestado estas mismas preocupaciones cualitativas, que se encuentran en cada uno de sus proyectos. No puedo sino felicitarme por la evolución de los programas de enseñanza de las escuelas nacionales superiores de arquitectura, que integran estos temas en sus talleres. También ellas, en 10 años, han sabido adaptarse y hacer de sus formaciones de excelencia una escuela de responsabilidad, de conciencia ciudadana y de innovación. Este es el propósito de la política de apoyo a la creación arquitectónica que lleva a cabo mi ministerio, cuya vocación es mantener este nivel de responsabilidad, fidelidad y continuidad en sus compromisos. Me comprometo sin descanso a velar por que los profesionales que sois puedan ejercer sus profesiones y expresar sus talentos en las mejores condiciones, al servicio de esas ambiciones que todos compartimos.

Desde hace tres décadas, y desde la reactivación de los AJAP hace diez años, los ganadores de este dispositivo de apoyo y promoción que son los Álbumes se han convertido a menudo en nombres de referencia en el mundo de la arquitectura, por su fuerza de convicción, sus prejuicios, su ética también. Lo mismo sucederá, estoy seguro, para los ganadores más recientes y los de marzo próximo, que tendrán que afirmarse en un universo profesional difícil, y que podrán beneficiarse del trampolín que la exposición itinerante diseñada para ellos por la Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio les ofrecerá en 2012, a partir de octubre. Los Álbumes, que distinguen a arquitectos y paisajistas franceses o extranjeros, también se han convertido en una fuente de proyección internacional, en beneficio de los ganadores.

Los AJAP también nos ayudan a trazar, por así decirlo, la ya larga historia de las tendencias del mañana - la de una arquitectura que se ha rediseñado después de la guerra sobre necesidades y esperanzas nuevas.

Así es la historia de los grandes conjuntos urbanos, señales monumentales de la Reconstrucción y de las aspiraciones sociales de las que han sido portadores. Su legado, incluso en las dificultades que tuvieron los arquitectos para asumirlo y superarlo, fundó la arquitectura contemporánea francesa. Comprender este período determinante de la Reconstrucción y de las Treinta Gloriosas es comprender una de las bases de nuestra sociedad contemporánea. Por todas estas razones quiero saludar con gran orgullo el lanzamiento de la obra colectiva Los grandes conjuntos. Arquitectura del siglo XX. Doy las gracias a los autores de este libro, y en particular al fotógrafo Alex MacLean que ha realizado para nosotros un pedido especial sobrevolando para la ocasión el territorio de la Isla de Francia en helicóptero. En el momento en que el Estado y las colectividades territoriales se comprometen a definir los contornos del Gran París del mañana, en particular en el seno del Taller internacional del Gran París, cuyos trabajos apoyo plenamente, En efecto, me parece indispensable poder disponer de una herramienta de referencia ambiciosa sobre lo que ha sido una de las mayores aventuras económicas, urbanas y arquitectónicas de nuestro país, y que determina aún hoy el campo de posibilidades de nuestra sociedad.

Ya se llamen Aillaud, Zehrfuss, Dubuisson, Beaudoin, Bossard o Pouillon, entre muchos otros nombres, nuestros mejores arquitectos se han enfrentado a la cuestión de la vivienda masiva. Lo hicieron en la urgencia de la construcción, animados por el deseo de renovar el pensamiento arquitectónico y urbano de su época. Por sus éxitos, por sus fracasos también, los grandes conjuntos han moldeado nuestros contextos urbanos; forman parte de la narración de nuestras ciudades. Recordar su interés patrimonial es contribuir a sacar a la luz este pasado próximo y sus paradojas, para poder tener plenamente en cuenta lo que su herencia implica - en beneficio de los elegidos y de los usuarios, pero también de los arquitectos, urbanistas y paisajistas del mañana.

Por último, quiero saludar también muy calurosamente a los Grandes Premios nacionales de arquitectura, que el Comité se ha reunido esta mañana en el Ministerio, y a los que había pedido que tuvieran a bien hacer converger sus reflexiones sobre el Gran París y sobre el patrimonio del siglo XX. Quisiera, por otra parte, rendir un homenaje especial a esta ocasión a Jean-Louis Veret, que nos dejó hace algunas semanas y que había nutrido de toda su inteligencia y de su capacidad de escuchar las anteriores sesiones.

El trabajo de reconocimiento iniciado desde hace diez años a través del sello «Patrimonio del siglo XX» continúa. Me ha parecido importante hacer un balance de esta primera década: he lanzado un primer estudio destinado a evaluar el impacto de esta etiqueta entre los elegidos y el público. Mañana, en la Ciudad de la Arquitectura y del Patrimonio, se celebrará un coloquio dedicado precisamente al patrimonio del siglo XX, que permitirá restituir y debatir las experiencias llevadas a cabo en la región desde hace 10 años: sólo puedo invitaros a ir allí.

Todas estas acciones sirven al mismo fin: renovar nuestra mirada sobre un patrimonio arquitectónico sobre el que carecemos de perspectiva. Es toda la dificultad del pasado próximo: aquel con el que a menudo se quiere romper, destacarse, aquel que sin embargo sigue siendo determinante en la invención y la reinvención de nuestra vida cotidiana. Tomar el tiempo de la mirada patrimonial, es precisamente darse los medios de ese retorno sobre sí mismo, de la distancia y de la reflexión, para medir mejor las huellas del pasado y anticipar las continuidades y las rupturas que harán nuestros territorios del mañana.

Le doy las gracias.