Señor Presidente del Establecimiento Público del Palacio deFontainebleau, Señor Director General, Señora Directora, Señor Director Central de la Policía Judicial, Señor Director Regional de la Policía Judicial de Versalles,Queridos amigos

Hemos guardado poca memoria del efímero reinado de JÉRÔME
en el reino de Westfalia, este reino creado por su hermano mayor
NAPOLEÓN, cuyo único nombre hace pensar en el célebre tratado que puso
bases de una nueva Europa, en 1648. JEROME fue el soberano entre
1807 y 1814: siete años - una cifra simbólica - solo siete años
durante los cuales reinó, sin ser nunca coronado oficialmente, durante
cuyos atributos reales fueron tanto más mostrados cuanto que se referían a
un poder de poco peso, incluso de poca realidad. Era un poco como
un príncipe de teatro o de comedia, un soberano sin corona, un príncipe
de Aquitania al reino abolido...
Este carácter fugaz y transitorio del reino de Westfalia nos hacía
más sensibles aún a la nostalgia de la desaparición de estas dos espadas,
Robados del Museo Napoleón de Fontainebleau hace 15 años,
en la noche del 30 al 31 de diciembre de 1995. Eran los emblemas perfectos
de un reino casi soñado.
Pero la novela no estaba terminada. Y al romanticismo napoleónico sucedió una
investigación digna de una novela policíaca de muy alta factura, que nos muestra a
qué punto, como a menudo, la realidad supera la ficción.
Porque las espadas, ya sabes, fueron encontradas después de pacientes
investigaciones, una investigación y un seguimiento minuciosos por parte de la Oficina
Central de lucha contra el tráfico de bienes culturales (OCBC) y en particular
por su director, el coronel Stephane GAUFFENY que tenemos el
placer de recibir hoy, así como de sus hombres, por supuesto, con el
Cooperación de los agentes de la Dirección Regional de la Policía Judicial
Versalles y su director, Philippe BUGEAUD, bajo la autoridad
vigilante del Director Central de la Policía Judicial, Christian LOTHON,
Saludo también la presencia entre nosotros hoy.
Quiero agradecer a cada uno de ellos por su dedicación ejemplar que
hecho posible este feliz desenlace. Quisiera saludar también la
memoria del Comandante Bernard DARTIES, Jefe Adjunto de la OCBC, para
su movilización y participación en este asunto.
Este éxito demuestra la notable eficacia de los servicios de policía y
manifiesta que sabe devolver a la nación, al público, obras maestras de
nuestras colecciones que les habían sido robadas fraudulentamente.
Para esta ceremonia de entrega de las dos espadas, justo antes de su regreso
en el Museo de Fontainebleau, la elección de este salón Jérôme, aquí en el Ministerio
de la Cultura y de la Comunicación, se imponía como una evidencia, y
me gustaría abrir personalmente para marcar de la manera más
solemne - y al mismo tiempo la más amistosa - mi apego a
la integridad de nuestro patrimonio y mi agradecimiento a sus defensores
arduos y meticulosos. Por un breve momento, se nos da
contemplar estas espadas junto al retrato del príncipe, en aquel lugar que fue su
salón bajo el Segundo Imperio, mucho tiempo después del tumulto de la epopeya
napoleónico, donde él se había ilustrado, en su juventud manejando otros
armas, espadas y espadas, hasta que un reino sea recompensado.
Estas dos espadas de gala, piezas de orfebrería excepcionales de la mano
de Martin-Guillaume BIENNAIS, dan testimonio de
mejores maestros de arte, y solo podemos admirar el trabajo hecho
de su empuñadura y de su vaina, así como de la finura de las piedras que
sertissent (me parece que se trata de «crisoprasas», una forma de
cuarzo - hablo bajo el control de especialistas, especialmente los de la
policía judicial que son, creo, «Orfebres» en la materia... ). Estos
obras maestras, me alegro de que encuentren nuestras colecciones y que
pronto podrán ser admirados de nuevo en el Castillo de
Fontainebleau.
Estas dos espadas, la «espada real de la ceremonia», simple accesorio de
desfile, como su nombre lo indica, y la «espada real de Westfalia»,
que encontramos en varios retratos de Jerónimo, hacen pensar un poco en
los del Juramento de los Horacios de DAVID, pero no son
solo los atributos fastuosos de la apariencia del poder. Se
querían también, creo, símbolos de la unión de la fuerza y del derecho,
la espada del guerrero y la de la justicia. Ilustran, a su
contrariada por la Historia, esta Francia «madre de las artes, de las armas
y de las leyes» cantada por DU BELLAY, cuya
año el aniversario (450 años de la muerte). Ilustran el famoso fragmento
de Blaise PASCAL titulado «Justicia fuerza»: «La justicia sin fuerza es
impotencia; la fuerza sin justicia es tiránica». Quiero añadir
que hoy ante investigadores tan sagaces y eficaces como
las fuerzas del orden, la cultura habría sido impotente...
Estas dos armas de gala son pues fragmentos de Historia de Francia
que nos devuelva, un poco a la imagen de lo que ha conservado de inacabado
la epopeya napoleónica, así como su último sobresalto
fue el Segundo Imperio.
Querido Jean-François HEBERT, esperando quizás una espada
académico - por mi parte, como cualquier ministro, pienso más bien,
A veces, con la espada de Damocles... pienso en ello y luego me olvido...- Te ayudo
por lo tanto, confie muy calurosamente estas dos espadas y me consuelo de
estas «despedidas de Fontainebleau» o más bien de estas
Fontainebleau, conservando al menos el retrato de Jerónimo en este
salón que lleva su nombre y donde tengo el gran placer de recibir
funcionarios que, por su dedicación y eficacia, han merecido
de esta epopeya nacional que ayudaron a conocer mejor la Historia.
Le doy las gracias.