Señor Prefecto de Región, querido Daniel Canepa, Señor Ministro de Asuntos Religiosos de la República argelina, querido Bouabdallah Ghoulamallah, Señor Embajador, querido Missoum Sbih, Señor Rector del Instituto Musulmán de la Mezquita de París, Querido doctor Dalil Boubakeur, Señor arquitecto de la Mezquita de París, querido Francis Dubois, Señoras y señores:

En pleno Barrio Latino, tejas verdes y lozas, un minarete
maravillosamente hecho a mano, un jardín paisajístico: la Mezquita es a la vez un
familiar y un remanso de recogimiento en el corazón de París, un lugar de
tranquilidad para los fieles como para todos sus visitantes.

Votando en 1920 el principio de la construcción de una casa del Islam
en la capital francesa, la Cámara de Diputados había querido
Homenaje a los muertos musulmanes por Francia durante el Estreno
Guerra Mundial. Con una subvención del Estado y una suscripción levantamiento
entre los musulmanes de toda África del Norte, la creación del Instituto
musulmán de la Mezquita de París, inaugurada por Moulay Youssef, sultán
de Marruecos, y Gaston Doumergue, Presidente de la República, representa
desde hace 85 años la amistad franco-musulmana.

Es también un monumento histórico frágil, que vive a merced de las afluencias
considerables, especialmente durante las grandes fiestas musulmanas, y él le
carecía de un techo extraíble para proteger, en su caso, a los fieles de
tiempo en el patio central.

Se trata de una intervención delicada, para no desnaturalizar el patio y
en general el proyecto arquitectónico de los años 1920 de un monumento
histórico que Maurice Tranchant de Lunel, inspector general de los Beauxarts
en Marruecos bajo Lyautey, había diseñado inspirándose en la mezquita El-
Qaraíyyín de Fez, y del minarete de la Zituna de Túnez. Saludo a los
título la obra de Francis Dubois, arquitecto de la Mezquita de
París y François Jeanneau, arquitecto jefe de los Monumentos
históricos, que representan en este sentido una exigencia que está en el
valores defendidos por mi ministerio al servicio del patrimonio.

La Mezquita de París goza por otra parte de un fuerte compromiso importante
del Estado y en particular del Ministerio de Cultura. Pienso en los
restauraciones en curso de las paredes del recinto, de las decoraciones, de los mosaicos,
del hammam también, y a los trabajos en curso para las carpinterías,
zelliges, fuentes y suelos del patio central.

Naturalmente, quiero agradecer sinceramente la generosidad de
donantes para el inicio de los trabajos que nos reúne hoy, y
de los cuales la Caja de Depósitos y Consignaciones será el director de obra. Soy
feliz que este compromiso viene a servir a un lugar que juega un papel tan
importante para el diálogo entre las tres religiones de la revelación,
tan bien puestas de relieve, en particular, por el
Mohamed Arkoun.

Le doy las gracias.