Señor presidente de la Academia de las Artes y Técnicas del Cine, estimado Alain Terzian, Señoras y señores, queridos amigos productores y productoras de cine,

Estoy encantado de volver a veros esta noche, por dos razones: en primer lugar, constituís las fuerzas vivas de un cine francés que ha conocido en 2011 un año excepcional, y al que conocéis mi profundo apego, como Ministro de Cultura y Comunicación. Por tanto, este éxito es vuestro, y es bueno saludarlo cuando se conoce, como yo, la extraordinaria complejidad de vuestro oficio. Sois de los que «confundís vuestros sueños con realidades», como había formulado justamente Daniel Toscan du Plantier. Es también en homenaje a su memoria y a su visión que me alegra estar con vosotros, para que podáis seguir soñando y hacer del cine francés un crisol de nuestra creación y de nuestra proyección artística y cultural.

El año pasado estuvo lleno de buenas sorpresas.  No sólo el número de entradas en salas ha alcanzado niveles récord, con más de 215 millones de entradas, y después de dos años consecutivos de aumento, sino sobre todo las películas francesas han tomado una parte preponderante y creciente. En 2011, su asistencia aumentó en un 21,4%, alcanzando casi 90 millones de entradas, el nivel más alto desde 1984. Recuerdo para los más jóvenes de entre nosotros, que hace 20 años, apenas alcanzamos los 40 millones de entradas para las películas francesas.

Otro signo de buena salud es el creciente número de películas francesas en los primeros puestos de la taquilla: 20 películas más allá del millón de entradas, 35 más allá del medio millón. Es la prueba de que el éxito ya no es el único hecho de algunas locomotoras, ciertamente indispensables, como Intocables, sino que se comparte cada vez más, y que diversidad puede rimar con éxito popular.

Esta diversidad se expresa también en la selección de las películas nominadas al Césares, ejercicio muy difícil, este año aún más que los demás. De La Guerre se declara, en Polisse, pasando por el Ejercicio del Estado, Pater, 17 Girls... y muchos otros: la diversidad no es tanto económica como artística, y el cine francés puede abrirse continuamente, gracias a la audacia y al apoyo de los productores, a jóvenes talentos, garantes de su vitalidad y de su renovación.

El volumen de producción alcanza también cotas máximas, con 272 películas producidas en 2011, llevadas en particular por las coproducciones internacionales extranjeras y las películas francesas que se han beneficiado de la autorización de producción directa.

Aunque no constituye un fin en sí mismo, y no debe hacerse en detrimento de la solidez de la financiación de las películas, este crecimiento constituye también una garantía de la diversidad de nuestro cine. En mi opinión, no es casualidad que esta apertura a las asociaciones internacionales coincida con los éxitos excepcionales que algunas películas encuentran en el extranjero: Intocables en Alemania, pero también la extraordinaria aventura de The Artist, de Cannes, a los Globos de Oro, a los Bafta, a los Goya también ayer y, esperemos que todos, a los Oscar el próximo domingo, en muy buena compañía con Une vie de chat, que también está en la final, no lo olvidemos. Este reconocimiento internacional es un vector importante de proyección, no sólo económica, sino también y sobre todo para las obras y los artistas.

Este éxito internacional, a la vez crítico y popular, es también, en mi opinión, una invitación que se os hace: la de acoger y acompañar a los talentos y proyectos de todo el mundo, con la misma valentía que os caracterizan por obras hexagonales, especialmente en el marco de la ayuda a los cines del mundo, que acaba de ser autorizada por la Comisión Europea.

La producción cinematográfica francesa está pues globalmente bien, y los Césares 2012 celebran esta diversidad y esta vitalidad.

No puedo evitar pensar que esta salud es también el signo del buen funcionamiento de nuestra política cinematográfica, en la diversidad de los dispositivos que le son propios: apoyo directo a través del Anticipo sobre ingresos - que contribuyó a que aparecieran obras como el Apollonide, el Ejercicio del Estado o incluso Le Havre - los apoyos automáticos, el crédito de impuestos; pero también los apoyos indirectos, a través de la inversión cine canales de televisión. Mientras que algunas obras como la Guerra Declarada no han podido beneficiarse de preavisos, deseo aquí saludar la audacia y el compromiso de algunas emisoras, como France 3, que ha sabido descubrir en The Artist un potencial fuera de lo común.

Sin embargo, ante ustedes esta tarde no deseo derramar en el angelismo ni en la autocelebración. Soy consciente de que nos enfrentamos colectivamente a retos que exigen firmeza en principios fundamentales, flexibilidad para adaptarnos a los nuevos modos de explotación de las obras, pero también y sobre todo, la conciencia colectiva de una responsabilidad compartida en la buena salud del sector cinematográfico.

En mi opinión, la firmeza se aplica a los pilares que conforman nuestro sistema de financiación de las obras, especialmente en la época en que se desarrollan los modos de explotación de las obras en línea. Ustedes conocen mi compromiso total en la defensa del derecho de autor y del principio según el cual la explotación de una obra debe abrir una remuneración para sus autores y derechohabientes. En este contexto, la vaguedad que reina en torno a las propuestas de algunos, consistente en favorecer los intercambios no comerciales entre internautas, en particular gratuitos, me parece peligrosa, perjudicial para el sector, y contraproducente a medida que trabajamos para mejorar la oferta de contenidos legales en línea.

Esta firmeza se aplica también a la defensa de la cronología de los medios de comunicación, principio clave en torno al cual se articulan los mecanismos de prefinanciación de las obras. Esta defensa no impide, sin embargo, el derecho a la experimentación, a adaptaciones concebidas para el bien de las películas, por ejemplo para las obras que han fracasado en su estreno en sala, o las mal financiadas por las emisoras. Vuestra capacidad de diálogo y de evolución, en el marco de la concertación interprofesional, constituye la mejor defensa del principio de cronología de los medios de comunicación, demostrando así su plasticidad a quienes, en Francia o en Europa, lo pondrían en entredicho.

Terminaré mencionando dos temas sobre los que tenemos una responsabilidad colectiva y que suscitan mi gran vigilancia.

El primero se refiere a la situación de las industrias técnicas del cine. Sigo prestando mucha atención a su situación, tras la liquidación judicial de Quinta Industries y de las empresas que lo componen. Estamos atravesando un verdadero drama social, pero también patrimonial, con la desaparición de LTC. Mi ministerio, y en particular el CNC, cuyo trabajo ha sido notable, se ha movilizado plenamente, desde el anuncio de esta liquidación judicial, para responder al conjunto de retos planteados, para Quinta Industries, y sus asalariados que han sido admirables, sino también para los productores que recurren a sus prestaciones. Una de las prioridades era permitir en las mejores condiciones la finalización y la salida en sala de las películas tratadas por Quinta industries, y a medio plazo garantizar la conservación de las obras almacenadas por el grupo. Creo que en este punto hemos avanzado mucho, y ahora estamos decididos.

En términos más generales, las industrias técnicas se enfrentan a la rápida transición de la industria cinematográfica a la digital. Los poderes públicos les acompañan en esta transformación, a través de dispositivos de apoyo ya existentes, pero también en el marco de los programas de digitalización de las películas de patrimonio, para hacer de lo digital no solo un medio de valorizar y difundir las obras, sino también una oportunidad para nuestras industrias.

También conozco sus preguntas, así como las de las industrias técnicas, ante los riesgos de deslocalización de los rodajes en el extranjero. Créanme que estoy plenamente comprometido a revalorizar los mecanismos que hemos establecido, como el crédito fiscal, para poder remediarlo. Está en juego nuestra responsabilidad política.

Pero en cuanto al futuro de nuestras industrias técnicas, hago un llamamiento a la responsabilidad de todos: para evitar revivir el drama de Quinta Industries, es necesario responsabilizar las prácticas en el conjunto del sector, y hacer jugar una transparencia y una solidaridad global, entre cada eslabón de la cadena de valor del cine en Francia.

Diré también unas palabras sobre los debates actuales sobre el convenio colectivo del cine.

El convenio colectivo de la producción cinematográfica es un tema importante, que os moviliza, y el Estado a vuestro lado, desde hace años. Es necesario que este sector disponga de un convenio colectivo amplio, lo he tenido ocasión de decirlo en varias ocasiones, en particular en el marco del consejo nacional de las profesiones del espectáculo.

Recientemente se firmó un texto por una sola organización patronal y por casi todas las organizaciones sindicales de asalariados, en particular por lo que respecta a los técnicos. El procedimiento de ampliación aún no ha comenzado, esta firma es todavía demasiado reciente. Por consiguiente, no me corresponde pronunciarme sobre esta Convención.

Quisiera simplemente subrayar que el Estado siempre ha pedido el consenso más amplio, habida cuenta de los problemas culturales, económicos y sociales vinculados a la adopción de un convenio colectivo. Pienso en la diversidad de la creación, que redunda en interés de todos preservar absolutamente, pienso en los retos económicos y sociales del mantenimiento de la producción en Francia, para el empleo de los asalariados afectados.

Sepa que estaré muy atento a la continuación del proceso, al respeto de un equilibrio entre los intereses de todas las partes interesadas, pero también a la preservación de lo que constituye la fuerza del cine francés, a saber, su creatividad y su diversidad.

Gracias, y les deseo una gran cena.