Yann Le Masson murió el 20 de enero. El realizador de «Kashima Paradise» (1973), un monumento del cine directo que muestra a campesinos japoneses en lucha contra la construcción del aeropuerto de Tokio, murió en su barcaza. Este barouder de gran corazón, marinero en Europa, enseñando la óptica en Cuba, militante político, fue un gran jefe operador ante John Frankenheimer, Sydney Pollack o Michel Audiard.
Documentalista comprometido, sus principales películas han mostrado la actualidad que se convierte en Historia: una mirada y un método que habrán marcado profundamente el séptimo arte. Como «Sucre amer» (1963), la primera película europea en seguir una campaña electoral sobre el vivo, la de Michel Debré en La Réunion; en «J'ai huit ans» (1961), en plena guerra de Argelia. Siempre vivía cerca de los que filmaba: la forma más verdadera de hablar al mundo.