Con Carlo Fruttero desaparece un escritor admirable como Italia sabe producir: a la vez gran figura intelectual muy implicada en la vida cultural y política de su país, y creador desbordante de fantasía y encanto. Un verdadero Janus Bifrons, sobre todo porque desde 1957 hacía equipo con Franco Lucentini, como él hombre de pluma (fallecido en 2002).
Entre varios best sellers como «El amante sin domicilio fijo» o «Place de Siena», se les debe la famosa novela policíaca «La mujer del domingo», adaptada por Luigi Comencini en 1975 con Mastroianni en el papel del comisario Santamaria.
Los dos eran grandes mensajeros de la cultura, que con su trabajo de traductores, adaptadores y editores, trajeron a sus compatriotas el conocimiento de autores como Wilkie Collins o Stevenson. Comparto el dolor de nuestros amigos italianos, que pierden con Carlo Fruttero a un pintor insustituible de sus vicios pero también de sus virtudes.