Desde el Luberon, este ex periodista amante de la música y de la justicia social, había construido una empresa cada vez más próspera y radiante de la que había sido el CEO amoroso y amado durante más de cincuenta años. Fiel a sus primeros amores por las músicas antiguas y barrocas, había sabido encariñarse muy pronto la fidelidad de los más grandes artistas.
Era un espíritu audaz, firmemente decidido a asegurar el futuro del disco en todo el mundo. Así lo demuestran las numerosas tiendas abiertas en Europa, como la edición de libros.
El hermoso nombre de Harmonia Mundi continúa, después de él, con su esposa Eva, a su lado desde el principio, a la que había nombrado directora general desde hace varios años.
Su acción perdura, gracias al entusiasmo de sus colaboradores, todos sus herederos y los beneficiarios de la empresa que había construido con ellos.
Homenaje de Frédéric Mitterrand, ministro de Cultura y Comunicación a Bernard Coutaz
Junto a Bernard Coutaz, desaparece el padre de Harmonia Mundi, uno de los sellos independientes más prestigiosos en el campo de la edición musical mundial.
Publié le 01.03.2010
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