Homenaje de Frédéric Mitterrand, ministro de Cultura y Comunicación, a Pierre-Jean Rémy
Me enteré con gran emoción de la desaparición de Jean-Pierre Angremy,
también famoso por su nombre de pluma de Pierre-Jean Rémy. Con él,
una gran figura de las letras francesas, un hombre de cultura consumado y un
gran servidor del Estado acaba de dejarnos.
La riqueza y la fecundidad de su recorrido no han dejado de sorprendernos y
seguirán despertando nuestra admiración. Además de los éxitos de
brillante carrera diplomática, especialmente en China, Pierre-Jean Rémy
nos deja en herencia unas sesenta obras de una calidad de escritura
excepcional, así como muchas crónicas llenas de gusto y espíritu
dedicadas al teatro, pero sobre todo a su pasión por la ópera y el arte lírico.
Su talento como escritor le valió en 1971 el premio Renaudot, y la Academia
francesa le había otorgado su Gran Premio de Novela en 1986, antes de
inmortalizarlo dos años más tarde bajo su cúpula. Este amante de la lengua
francesa estaba enamorado de todas las artes, cuyas bellezas sabía expresar con
delicadeza.
El nombre de Jean-Pierre Angremy también permanecerá unido a algunos
de las grandes horas de la historia del Ministerio de Cultura y
Comunicación, que habrá marcado de manera duradera su huella. Como
director del teatro y de los espectáculos, jugó en particular un papel determinante
en la ejecución de los proyectos de la Ópera de la Bastilla y de la Ciudad de la
Música. También fue un destacado director de la Academia de Francia en
Roma, y un sabio presidente de la Biblioteca Nacional de Francia.
Para cada uno de los que lo han conocido y amado, seguirá siendo una referencia, la
de un humanista apasionadamente comprometido en la vida cultural de la ciudad.