Homenaje de Frédéric Mitterrand, ministro de Cultura y Comunicación, a Jorge Semprún

Con Jorge Semprún perdemos a la vez a un escritor importante y también a un gran testigo de nuestro tiempo, de sus combates y de sus dramas.

Exiliado, resistente, deportado, este hombre que muchas veces puso su vida en juego, este escritor que supo asumir los riesgos de sus compromisos, habrá conocido también la alegría de ser reconocido por sus contemporáneos - tanto en España, donde fue un ministro de Cultura apasionado por su tarea, que en Francia, donde el autor mayor que se había convertido había elegido la lengua francesa como segunda patria.

El brillante novelista elegido en la Academia Goncourt fue también un notable guionista, el de algunas de las más bellas películas de Alain Resnais o de Costa-Gavras, de «La Guerre est fini», de «Stavisky», de «Z», de «L'Aveu». Para el cine, como en sus novelas, Jorge Semprún sabía transponer magníficamente lo que constituía el corazón mismo de sus preocupaciones y de su inspiración: la libertad, la dignidad y el honor de la condición humana. Jorge Semprún, para quien «lo indecible es lo que no se puede callar», seguirá siendo para todos nosotros una de las figuras más bellas del pensador comprometido al servicio del ideal europeo.