Reunidos en el Teatro de la Cité de Villeurbanne, por invitación de Roger Planchon, los directores de las Casas de la Cultura y de los centros dramáticos reclaman una concepción totalmente diferente de la cultura basada en una auténtica acción cultural, en estrecha relación con la creación teatral. Cuestionan la concepción original de las Casas de la Cultura que, según ellos, carecen de claridad y coherencia, piden un aumento de los créditos asignados al teatro e indican que «Todo esfuerzo de orden cultural nos parecerá inútil mientras no se proponga expresamente ser una empresa de politización». Conservada en la memoria, esta declaración se inscribe en el ambiente «revolucionario» de las escenas teatrales de la primavera de 1968, entre la ocupación del odeón diez días antes y el jaleo impuesto a Jean Vilar en el festival de Aviñón, que cuestiona una figura emblemática de la democratización cultural. En respuesta, Joffre Dumazedier, fundador de Pueblo y Cultura, participante de los Encuentros de Aviñón creados por Vilar en 1964, propone la creación de consejos locales de desarrollo cultural, inscribiéndose así en el conflicto recurrente entre el «todo creado» y la educación popular, luego el socio-cultural.