Gran maestro del arte abstracto, era un fiel amigo de Francia. Los seis años que había pasado en París, de 1948 a 1954, habían sido para él determinantes en su formación y en la aplicación de los principios que iban a guiar su obra. Fue en París donde descubrió la obra de Jean Arp, de Constantin Brancusi, pero también de Monet, que cada uno a su manera iba a cambiar su mirada, alimentada por un diálogo constante con Picasso y Matisse pero también con el arte románico. También en París tuvo lugar su primera exposición en 1951. Cuarenta años más tarde, en 1992, la Galerie nationale du Jeu de paume será el lugar de una magnífica evocación de sus «años franceses».
Aunque profundamente americano, Ellsworth Kelly ha dado testimonio en numerosas ocasiones de su apego a nuestro país, al que regresó hasta los años 2000, consagrando en particular series de dibujos a los paisajes de Belle-Île o a los de la Montaña Sainte-Victoire. Sus lazos particulares con Francia se han manifestado también en donaciones de obras al Museo Nacional de Arte Moderno, donde se puede admirar en este momento Window, Museum of Modern Art, Parísun cuadro esencial de 1949, cuya posteridad es inmensa y el poder de asombro sigue siendo tan fuerte.
Su obra es a menudo calificada de minimalista. En el caso de este mago de las formas y de los colores, que había hecho entrar en una nueva dimensión, no escapando de lo real sino estando increíblemente atento a la belleza que allí se encontraba, el calificativo convenía en la medida en que el «mínimo» habrá sido para él la forma más segura de producir la máxima belleza y serenidad.
Expreso mis condolencias a su esposo y a sus seres queridos.