¿Qué queda hoy del pasado? Esta pregunta taraude todos los
arqueólogos, también pasó por mi trabajo como documentalista y
de cineasta sobre los «destinos rotos». El pasado se desintegró, su
materialidad se ha desvanecido a veces, a menudo sólo quedan huellas,
resultados un poco azarosos de la destrucción. De ahí que exista,
desde el origen de la arqueología, un vínculo muy fuerte entre la arqueología y los
imágenes, primero en el siglo XIX con la fotografía, en el siglo XX con
la película y hoy con internet y la herramienta digital.
De las excavaciones de Zeugma en Anatolia al trabajo de arqueología submarina
en el puerto de Marsella, las cámaras se inclinaron sobre
descubrimientos arqueológicos más notables. También pienso
a las revelaciones puntuales que la actualidad arqueológica nos reserva
cada año en Francia, como por ejemplo el descubrimiento inesperado
el año pasado muebles relacionados con un culto dedicado a Mithra en Angers, sino también
a los trabajos inscritos en la duración a imagen del excepcional estudio
conducida desde 1992 en Aix en Provence, bajo la influencia de la ZAC Sextius
Mirabeau. Dieciséis excavaciones preventivas sucesivas han trastocado el estado
de los conocimientos de la antigua aglomeración, a la mayor
satisfacción de los investigadores y del público en general, pero también - es necesario
destacar - los representantes locales y los promotores que han estado asociados con
inteligencia para el proceso y han aceptado sus beneficios y
limitaciones.
Una investigación arqueológica es, en efecto, una contrainmersión en los
entrañas de un pasado a menudo lejano, es una observación en primer plano,
como en las mejores películas policiales, de huellas de ocupación humana
para las que no se dispone de fuentes escritas, mudas o incompletas.
Disciplina mediatizada, alimentando a veces las mitologías
la arqueología es también una práctica compleja,
exigente, altamente técnica.
La arqueología fascina ciertamente; el entusiasmo del gran público por sus
descubrimientos no se desmienten. La arqueología también puede suscitar
preguntas y esto por al menos tres razones, que me gustaría que
presentar rápidamente.
En primer lugar, la arqueología confina a la metafísica, en la medida en que
se interroga sobre el lugar del hombre en el universo y donde se inscribe
en el tiempo largo del rastro. Ahora nuestra sociedad del «hiper-presente»
(François Hartog) aprecia poco a quienes se atreven a cuestionar la relatividad de
sus efímeros valores.
Porque a veces desafía las verdades que parecen mejor establecidas,
la arqueología puede crear el desorden dentro del consenso social. Esto es
no reciente, es casi una elección consustancial a la invención de la
disciplina. Desde los orígenes, desde 1723, Antoine de Jussieu - en plena
enemistad entre jesuitas y jansenistas - tomó el riesgo de reconciliar
dos bandos contra él demostrando que hasta ahora cada uno
estaba de acuerdo en denominarse «piedras de rayo»
piedras talladas, utilizadas por civilizaciones que pueden ser más
antiguas que las evocadas por la Biblia.
Por último, la arqueología, esta «conquista del pasado» de la que habla Alain Schnapp,
roza a veces las prohibiciones morales, por ejemplo abriendo las sepulturas y
perturbando un orden establecido para un descanso eterno. El cuerpo social
puede consentir cuando se trata de «tumbas de carro» galos pero
sabemos muy bien que este consenso frágil puede agrietarse si se trata de
ejemplo de soldados muertos durante la Primera Guerra Mundial. Cuando
va desde la memoria de los conflictos más recientes, cuando los objetos de valoración
que contraten descendientes vivos, la elección resulta más compleja,
la prohibición más poderosa.
Al menos por estas tres razones, tal ciencia del pasado debe ser
enmarcada, regulada y objeto de una atención constante de los poderes públicos.
No nos improvisamos arqueólogos, nos convertimos en arqueólogos después de una larga
formación. Lejos de la imagen formada por algunos héroes de ficción,
el arqueólogo contemporáneo ya no es un erudito apasionado y voluntario. Es
no es más que un científico distraído guiado en sus investigaciones y
conclusiones de un etnocentrismo anacrónico o una sed de poseer:
en otras palabras, ni el antipático doctor Müller del Cangrejo con pinzas
de oro» de Hergé, ni el coleccionista aventurero Indiana Jones! Todavía
menos, y de ninguna manera, esta disciplina debe dejarse entre
manos irresponsables de los usuarios de detectores de metales que actúan
sin autorización oficial.
Lejos de la ficción y los mitos del séptimo arte, pero en contacto con la realidad
de los territorios, el arqueólogo es un científico de alto nivel
competencias han sido reconocidas y validadas por un curso universitario
luego confirmadas por una formación continua exigente. Más
científico debe haber recibido el consentimiento previo de sus
colegios de expertos.
Al organizar el funcionamiento de su disciplina y establecer estas reglas,
el legislador ha demostrado prudencia y prudencia en la distribución
de papeles.
Al Estado la responsabilidad de prescribir. Es un acto fuerte, es una opción que
es de interés general y es normal que los poderes públicos,
a través de sus representantes en las regiones, asume la responsabilidad.
A la administración el cuidado de velar por la intendencia: es la misión de la
Dirección General de Patrimonio en mi ministerio. Su misión,
como ustedes saben, consiste en velar por los equilibrios legislativos y reglamentarios
y asegurar que cumplan las expectativas de la disciplina. Su misión
consiste también en controlar que las diferentes etapas - de la elaboración
del mapa arqueológico nacional a la difusión de los conocimientos
adquiridas, pasando por la realización de diagnósticos y excavaciones -
se desarrollen de manera armoniosa y en los plazos fijados. De
en general, solicito a mis servicios y a la red regional distribuida
en los DRAC, garantizar la pertinencia del gasto social
aprobada por la comunidad nacional para financiar la arqueología.
A la comunidad científica, por último, el papel más delicado y sobre el cual
la credibilidad del conjunto. Porque el control científico no puede ser
bajo ninguna otra tutela que la de sus compañeros: hay espacios donde
la administración - incluso con las mejores intenciones del mundo - no puede
no y no debe aventurarse.
Esta garantía de una tutela científica de las diferentes operaciones, es el
pilar del dispositivo de la arqueología en Francia, si se trata de arqueología
programada o de arqueología preventiva. Este es el ejercicio en el que
a través de su participación en las
Comisiones Interregionales de Investigación Arqueológica (CIRA) y
Consejo Nacional de Investigación Arqueológica (CNRA). Me interesé por ti
reunir, por una parte, para agradecer a los que vienen
completar un mandato de cuatro años y acoger a las
los que han aceptado sucederles en esta tarea.
Me pareció importante que unos y otros se reunieran y pudieran
intercambiar sus prácticas y su profesión, en presencia de
conservadores regionales de la arqueología cuya acción iluminarán pero
también miembros del Consejo Nacional de Investigación
Arqueológico (CNRA) cuya información se asegurará.
Insisto en que la credibilidad de todo el dispositivo derivado de la ley
de 2003 se basa esencialmente en la misión de expertos
confiada y tan valiosa para nuestra misión patrimonial.
En efecto, vosotros debéis construir de manera razonada las protecciones
científicos frente a los intereses sociales, morales o económicos que
nunca dejan de oponerse a un proyecto de diagnóstico o de búsqueda. Y
entre ellos, los intereses económicos constituyen sin duda los que
mejor estructurados, mejor organizados y mejor defendidos de nuestra
tiempo. ¿Quién entre ustedes ha oído que la arqueología cuesta
¿Demasiado caro? ¿Quién no ha visto nunca un rechazo categórico de un elegido
local en espera de una gran obra de acondicionamiento para su ciudad o para
su región?
Por lo tanto, les corresponde - insisto - entablar un diálogo constructivo para
conciliar diferentes lógicas, y hacer frente a estos intereses que
podemos entender, todo el peso de su demostración
científico. Sólo sobre esta base debe confirmar
o de invalidar - independientemente - los proyectos de diagnóstico y
excavaciones que se someten a usted, y luego evaluar la calidad de su
realización y cumplimiento de los objetivos fijados.
Usted debe establecer que el costo sigue siendo modesto en comparación con la riqueza de
conocimientos así actualizados, depende de usted para convencer de que la escala -
que sus contradictores no dejarán de lastrar - permanece bien
equilibrada y que, en última instancia, estos intereses aparentemente tan distantes no son
no tan contradictorias. Ya sabes, presto mucha atención
especial a hacer de los patrimonios de nuestro país un activo para el territorio.
Los descubrimientos arqueológicos a los que dedica su carrera
se inscriben en esta ambición, y es también suya, de mi administración
- tanto a nivel central como a nivel descentralizado - que
diario, tranquilizar a nuestros interlocutores. Por su valorización, por su
interpretación, la arqueología, debe ser en todo el territorio, un activo
turístico, patrimonial, sino también una herramienta de inteligencia del pasado de todo
primer orden.
En dos casos recientes, uno en Toulouse, el otro en Ingrandes en la
Viena, recientemente tuve ocasión de afirmar con fuerza estos principios. A
Toulouse, era imposible para mí considerar que la excavación
prescrita sea amputada mientras que ponía de relieve la evolución de
la ocupación de un barrio desde la antigüedad hasta finales de la Edad Media,
que algunos califican de cuna del Toulouse merovingio. A Ingrandes,
no me imaginaba por un momento que, por motivos económicos,
investigación científica puede ser privado del estudio de dos hábitats
protohistóricos sucesivos, de una necrópolis antigua y de un establecimiento
rural medieval atípico. En ambos casos, mi determinación fue total
y se basa en particular en las opiniones de las dos Comisiones
que he logrado convencer a todas las partes del
los requisitos establecidos están bien fundados.
En el marco de esta misión que sé difícil, le pido que
mantener siempre en mente que usted ha sido elegido para
sus competencias científicas y únicamente en función de ellas.
Algunos de ustedes son del CNRS o de la Universidad, otros son
empleados por operadores privados, por el Inrap, por colectividades
territoriales, por servicios descentralizados del Estado. Durante el tiempo que
dedicaréis a estos trabajos, no tenéis otro mandato que el de
que le otorga su competencia científica: es un activo
es una garantía de independencia.
Los trabajos que examinen deberán ser examinados fuera de cualquier otra
Consideración: le corresponderá juzgar un trabajo científico. El caso
en su caso, corresponde a la administración asumir las consecuencias
de su juicio. Por supuesto, éstas pueden ser considerables:
nunca me alegraré de la necesidad de retirar la autorización de un
operador. Pero si su comprobación de las evaluaciones científicas de sus
trabajo debe conducir allí, asumiré plenamente y sin vacilación tal
decisión.
Algunos objetarán que el operador histórico - el Inrap - escapa a una
tal amenaza ya que no tiene que solicitar la renovación de su
aprobación. Quiero aclarar cualquier ambigüedad al respecto. Porque es el
primer operador, aquel en quien el Estado, por su doble tutela, pone toda su
confianza, espero que este establecimiento sea ejemplar, y sé
lo es. El resultado de las evaluaciones realizadas por las Comisiones
interregionales de la investigación arqueológica (CIRA) relativa al Inrap
deben ser objeto de un diálogo permanente entre su tutela, su dirección
y su dirección científica para garantizar un
excelencia y corregir cualquier anomalía. Un principio me guía: el de
la igualdad de trato entre los operadores frente a sus juicios.
Pero su tarea - aquellos que acaban de cumplirla pueden atestiguarlo -
no se limitará a este ejercicio fundamental. También debe
invertir en otros terrenos. También espero de usted el balance crítico de
operaciones arqueológicas realizadas y evaluadas para que el Consejo Nacional
de Investigación Arqueológica (CNRA) establece nuevas prioridades
científicos que permiten iluminar la elección de las futuras prescripciones. Yo
saber poder contar con el profesor Baratte, que asume la Viceprésidence
del CNRA, para llevar a cabo esta misión.
Terminaré mi intervención insistiendo en el carácter único de nuestra
dispositivo: no existe un modelo comparable ni en los demás
disciplinas, ni en Europa ni en el mundo. Tenemos que sacar una gran
orgullo de la existencia de sus comisiones compuestas únicamente de
científicos y que hacen remontar el terreno hacia París - y no al revés
como ocurre con demasiada frecuencia - instrucciones y orientaciones
alimentadas por prácticas y no por puntos de vista teóricos.
La tarea que acaba de aceptar - y para algunos de ustedes
de lograr - es emocionante pero es exigente. Puedo
perfectamente las dificultades y las limitaciones. He querido reuniros - y
sabe que esta es una primera - para testimoniar toda mi
reconocimiento y reconocimiento del conjunto de la comunidad arqueológica,
sino también la del Ministerio de Cultura y de la Comunicación que,
no lo olvidéis, es también el ministerio de la transmisión y de la memoria.
Cuando los arqueólogos miran la tierra, perciben las continuidades,
los estratos, también observan las rupturas, las zanjas. También ven
que en algunos momentos esas zanjas han dejado de existir, que a otros
momentos fueron completamente tapados. Walter Benjamin dijo que los
Las cosas del pasado a veces pueden hacer un «salto de tigre» en el tiempo.
Porque los acontecimientos del pasado, las cosas del pasado que están inscritas en
la materia, pueden saltar a través del tiempo, pueden reproducir a distancia.
Frente al imperativo de la urgencia, frente a los poderosos intereses que
manifiestan, os toca describir, decir estas verdades, sin olvidar
siempre que el pasado tiene algo que decirnos. Reabrir el
pasado, es en efecto reactivar al presente las voces del pasado, como
cuando se abre una caja de películas o se descubren fotos de
familia que nos son queridas.
Le doy las gracias.